El director argentino-israelí Daniel Barenboim no renunciará a presentar una ópera de Richard Wagner en Jerusalén, a pesar de que la Corte Suprema de Justicia de Israel considera un pedido para impedir que el Estado financie el espectáculo.
El recurso contra la ópera «Die Walkure» (Las Valquirias) de Wagner, compositor favorito de Adolfo Hitler, fue interpuesto por el centro Simon Wiesenthal, una organización internacional dedicada a la preservación de la memoria del Holocausto, el exterminio de seis millones de judíos en los campos de concentración europeos entre 1941 y 1945.
El año pasado, el mismo centro había solicitado a la Corte Suprema de Justicia una orden de restricción para impedir que la Orquesta Sinfónica de Israel interpretara una pieza corta de Wagner, pero su solicitud fue desestimada.
El parlamento israelí dispuso sesiones especiales para tratar el caso y varios legisladores reclamaron que se cancele la ejecución de la ópera, prevista para el 7 de julio con las voces de Plácido Domingo, Deborah Voigt y René Pape.
Wagner, nacido en 1813 en Leipzig, Alemania, y muerto en 1883 en Venecia, «fue el padre del antisemitismo moderno», dijo Shaul Yahalom, integrante del Partido Nacional Religioso, que encabeza el intento parlamentario de cancelar el concierto. «No debemos darle espacio en Israel».
Barenboim aclaró que él no retirará la música de Wagner de sus conciertos, ya que esa decisión le corresponde a los organizadores del festival. El director insistió en que no dejará de participar en el mismo si las autoridades eliminan al polémico compositor del programa.
«Lo más objetable es que el dinero de los impuestos se use para financiar este programa», advirtió Efraín Zuroff, del centro Simon Wiesenthal. «Es un insulto para millones de judíos no sólo de Israel, sino de todo el mundo».
Desde su fundación en 1948, Israel boicoteó la música del compositor alemán. Si bien Wagner vivió en el siglo XIX, algunos de sus escritos antisemitas fueron muy admirados por Hitler, que impuso su dictadura en 1933 y en 1939 encendió la segunda guerra mundial al invadir Polonia.
La obra de Wagner fue fuente de inspiración para el líder nazi. Pero ésta no sería la primera vez que se interpretara una composición wagneriana en Israel.
Cuando le preguntaron a la flautista Amy Brown, de 48 años, si estaba dispuesta a interpretar una de las obras del célebre compositor, director de orquesta y ensayista del siglo XIX, no supo qué contestar.
Brown perdió a varios familiares en el Holocausto y se le pedía que tocara la música del hombre recordado por ser el compositor favorito de Hitler. «Lo pensé mucho y decidí que si nuestro director, sobreviviente del Holocausto, podía separar la música del hombre que la escribió, yo también podía», comentó.
Ella y los demás integrantes de la Orquesta Sinfónica de Israel rompieron una regla no escrita cuando ejecutaron una obra corta de Wagner, en octubre del año pasado.
Siete meses después el anuncio de la ejecución de una de las obras más famosas de Wagner surge una nueva polémica, esta vez a cargo de Barenboim, al frente de la orquesta alemana Berliner Staatskapelle.
La cuestión de la obra wagneriana fue tema de discusión durante décadas entre los músicos y los melómanos judíos.
Mendi Rodan, sobreviviente del Holocausto, fue la batuta de la primera interpretación de Wagner en Israel, pese a que la misma fue interrumpida por la ruidosa protesta de un hombre de 80 años, cuya familia había perecido en un campo de exterminio nazi.
«Cuando escuché que el hombre empezaba a hacer ruido, mi cabeza inició su propio debate. Me preguntaba si debía continuar o no. No pude evitar las lágrimas. '¿Qué estoy haciendo?', dijo Rodan.
Pero la orquesta siguió tocando y la versión de Rodan de «Siegfried Idyll», obra inspirada en el nacimiento del hijo de Wagner, arrancó una ovación del público de pie.
Rodan siguió preguntándose si había valido la pena continuar con la ejecución, y llegó a la conclusión de que la música debía ser valorada fuera del contexto de las convicciones políticas de su autor.
Para el director es imposible censurar tal talento musical. «Era un hombre terrible, un antisemita, pero también era un músico genial», comentó Rodan.
Por otra parte, el maestro Rodan considera que la mentalidad israelí está cambiando, tras 56 años de finalizada la segunda guerra mundial.
Rodan enseña música en la Universidad Hebrea de Jerusalén y allí analiza las obras de Wagner con sus estudiantes. «Los jóvenes no sienten que tocar a Wagner viole la memoria de los muertos por el nazismo», afirmó.
Las generaciones de israelíes más jóvenes crecieron bajo la sombra del Holocausto. La destrucción masiva fue concebida como «la solución final» al «problema» de los judíos.
La memoria del Holocausto otorgó un profundo significado a la fundación del estado de Israel y es un aspecto clave de la moderna teología judaica.
Todos los días, el país guarda dos minutos de silencio al sonar de una sirena, en honor a los que sufrieron en manos del nazismo.
Más de 200.000 sobrevivientes del Holocausto viven actualmente en Israel y quienes dicen interpretar sus sentimiendos repiten que la música de Wagner sólo causa sufrimiento.
Durante muchos años, la sensibilidad de los sobrevivientes fue especialmente considerada por la estatal radio Israel, que había censurado a Wagner.
Además, las melodías en lengua alemana estaban prohibidas a menos que fueran cantadas en hebreo y sólo en los últimos diez años la emisora puso al aire una obra completa de otro compositor alemán, Richard Strauss, miembro del Partido Nazi.
Cuando el director de la radio Israel, Avi Hanani, trasmitió una ópera completa de Wagner, un sábado por la noche, llovieron las críticas y el consejo directivo de la emisora le pidió formalmente que se abstuviera de repetir la osadía.
«¿Puede haber una ley que impida tocar a Wagner en un país democrático, cuando otros compositores antisemitas como (Federico) Chopin gozan de una permanente difusión?», cuestionó Hanani.
Wagner sigue siendo un tabú en Israel, pero los organizadores del festival, entre los cuales también hay víctimas de los nazis, planean seguir adelante con la puesta en escena de «Las Valquirias».
La publicidad anunciando la ópera generó una gran reacción de judíos de todo el mundo. «Algunos estaban furiosos», dijo el organizador Yosi Tal-Gan.
«Otros dijeron que asistirían encantados si la orquesta no fuera alemana, y hubo quienes manifestaron un sentimiento de triunfo ante la idea de un director judío al frente de una orquesta alemana tocando en Jerusalén para una audiencia judía».
Para Tal-Gan, prohibir las obras de Wagner es simplemente un intento de imponer la voluntad de una minoría a la mayoría.
«No obligaremos a la gente a escuchar la música. Seguramente podemos vivir sin Wagner, pero lo importante es que los israelíes tengan derecho a decidir por sí mismos qué tipo de música quieren escuchar». (FIN/IPS/tra-en/vq/mn/dc/aq/cr/01