Los violentos choques entre las fuerzas de seguridad de Argelia y bereberes de la región de Kabilia llevaron al primer plano los postergados derechos de una minoría presente también en Marruecos.
El comienzo de los disturbios coincidió con el vigésimo primer aniversario de la campaña estatal contra los bereberes iniciada el 20 de abril de 1980, un episodio conocido como la «primavera bereber», durante el cual cientos de personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad.
Según Amnistía Internacional, en los últimos enfrentamientos a fines de abril, murieron 50 personas y hubo decenas de heridos. Las protestas realizadas en varios pueblos de la región norteña de Kabilia fueron encabezadas por miles de jóvenes, que incendiaron edificios públicos y bloquearon caminos.
En Argelia, con 30 millones de habitantes, la mayoría árabe constituye 75 por ciento de la población, y la minoría bereber alcanza 25 por ciento. En su vecina Marruecos, también con 30 millones de habitantes, la minoría bereber constituye 30 por ciento de la población.
«Si bien los disturbios se iniciaron por demandas sociales, subyacía el reclamo por mayor libertad de expresión y por el reconocimiento de la identidad de los bereberes», dijo Ahmed Benmadi, analista político de Argelia, que reside en Rabat, capital de Marruecos.
Los bereberes son conocidos en el mundo como comerciantes nómadas que cruzaban el desierto de Sahara vestidos de negro y montados en camellos —los tuaregs—, en una imagen tanto idealizada como envilecida en decenas de libros, películas e informes periodísticos occidentales.
En Marruecos y en Argelia, así como en los demás países del norte de Africa, los bereberes fueron relegados por los gobiernos al folclor nacional, en lugar de ser reconocidos como una porción viva de una sociedad multicultural.
Sin embargo, esta etnia tiene una antigua pertenencia a la región del Magreb, que data de 5.000 años. La tierra de sus ancestros se encuentra entre el océano Atlántico al oeste, la frontera entre Libia y Egipto al este, las costas del mar Mediterráneo al norte y Níger, Malí y Burkina Faso, al sur.
«La relación de los bereberes con los gobiernos de Africa del Norte nunca fue fácil», afirmó el británico John Williams, autor de un estudio sobre la vida de esta minoría en las zonas montañosas marroquíes cercanas a la ciudad de Marrakesh.
«La autoridad central siempre se sirvió de la minoría bereber para repeler las agresiones externas, pero nunca aceptó integrarla por completo a una sociedad predominantemente árabe. Los bereberes se rebelaron muchas veces contra esta hegemonía», dijo Williams.
«Cuando Francia y España ocuparon el norte de Africa, fueron los bereberes de las montañas los que ofrecieron la más fiera resistencia», recordó Williams. «En épocas más recientes, los bereberes, en especial los de Kabilia, fueron de gran ayuda para expulsar a Francia de Argelia».
Si bien los bereberes son un grupo diferenciado en la región, no tienen intenciones separatistas o al menos nunca las expresaron públicamente. Pero reclaman el reconocimiento de su lengua e identidad y la eliminación de la discriminación.
«Deberían terminar la injusticia y la exclusión impuestas a los bereberes desde la independencia de los países de la región, a fines de la década de 1950 y comienzos de 1960», manifestó a IPS Abdelaziz Bourass, vicepresidente de la Asociación Marroquí de Investigación e Intercambio Cultural (AMREC).
Los activistas bereberes de Marruecos y de Argelia exigen que su lengua, el amazigh, sea reconocida como idioma oficial. «La lengua amazigh debe enseñarse en las escuelas junto con el árabe», propuso Bourass.
Esta lengua tiene varios dialectos. En Marruecos se hablan tres: el tarifit, en las montañas del norte, el tamazight, en la región centro-este, y el tachelhit, en el sur.
Rachid Lakha, presidente del Congreso Mundial Amazigh, fue más allá al reclamar que las naciones del norte de Africa reconozcan en sus constituciones la entidad bereber, que actualmente suma casi 17 millones de personas sólo en Argelia y Marruecos.
«La cuestión no es simplemente la enseñanza del amazigh. Los norafricanos deberían reconocer la cultura bereber en sus constituciones», dijo Lakha.
Durante las protestas, grupos de bereberes marcharon por las calles céntricas de Rabat entonando cánticos que decían «No somos árabes» y «Queremos un reconocimiento constitucional a nuestra civilización».
Los tuaregs de los países africanos subsaharianos, como Níger y Malí, son la única comunidad bereber de la región que ha logrado preservar su alfabeto, el tifinagh.
De acuerdo con las inscripciones descubiertas por los arqueólogos, se cree que el tifinagh es una derivación de la escritura púnica que se produjo aproximadamente en el siglo VI después de Cristo.
Pero los lingüistas modernos no han podido descifrar el tifinagh, pues no lograron vincularlo con ninguna de las docenas de lenguas bereberes que se hablan en el norte de Africa.
Sin embargo, los académicos coinciden en que este alfabeto representa una lengua bereber, dada la continuidad étnica en la región. La escritura aún sobrevive entre los tuaregs adaptada al vocabulario moderno, si bien es empleada sólo en escritos de contenido espiritual, como la poesía.
Al contrario que en Argelia, donde la libertad de expresión de la minoría fue sistemáticamente coartada por el ex partido único Frente Nacional de Liberación (FLN) y más tarde por los sucesivos gobiernos militares, Marruecos optó por una política de cierta apertura hacia las comunidades tribales bereberes.
En Argelia, la caída del FLN a fines de la década de 1980 y los posteriores aires de libertad que soplaron en el país ayudaron a crear algunas instituciones de defensa de la lengua, como la Asociación Cultural AZAR (ACA).
Esta comenzó a actuar abiertamente en 1980 y fue reconocida oficialmente en 1992, luego de decenas de años de lucha clandestina. La ACA intenta que el gobierno oficialice la lengua zamazight y la enseñe en las escuelas, pero además se ocupa del desempleo juvenil, la adicción a las drogas, etc.
«La relativa apertura demostró no ser efectiva, pues las aspiraciones de los bereberes se hacen más intensas y sus demandas tocan ciertos límites que los régimenes antidemocráticos del norte africano no están dispuestos a tolerar», afirmó Ahmed Benmadi.
Los bereberes de Marruecos, que viven en las áreas rurales más pobres, creen que las autoridades los marginan deliberadamente.
«Las zonas rurales de las llanuras, donde viven los árabes, son mucho mejores», dijo Bourass, «pero las regiones montañosas de los bereberes carecen de agua, de energía eléctrica, de escuelas, y de todo lo que constituye la vida del siglo XXI».
«El sentimiento de discriminación conduce automáticamente a una mayor conciencia política», precisó Williams.
Mientras la minoría en Marruecos y Argelia cuenta actualmente con una libertad limitada, la situación de los bereberes de Libia ha empeorado. El gobierno de Moamar Gadafi ejerce un estricto control sobre todas las minorías étnicas, en especial sobre los bereberes.
Son frecuentes las denuncias de discriminación por cuestiones étnicas, en especial contra los bereberes de las zonas rurales y contra los tuaregs en el sur del país rico en petróleo.
Williams consideró que el temor a la extinción continuará alimentando el clamor de los bereberes por ser reconocidos. «Nadie sabe cómo impactará este clamor en el escenario de la política norafricana», señaló. (FIN/IPS/tra-en/na/mn/dc/aq/hd/01