/BOLETIN-DD HH/ TAILANDIA: Vientos de cambio en sistema judicial

Los vientos de cambio soplan sobre el sistema judicial de Tailandia, más de tres años después de que este país desencadenara la crisis financeira asiática, según algunos, con un capitalismo amparado en la impunidad.

Dos grandes cambios en los últimos meses que auguran más imparcialidad y transparencia en la justicia tailandesa son la separación del sistema judicial de la jurisdicción del Ministerio de Justicia y el aumento en más de 100 por ciento de los salarios de los jueces, algunos de ellos acusados de recibir sobornos.

Sin embargo, críticos sostienen que todavía falta mucho para que la justicia tailandesa deje atrás su cultura feudal de protección y favores, y comprenda el sentido de la aplicación de la ley en el espíritu de la moderna sociedad democrática, basada en derechos y responsabilidades civiles.

«Liberar al sistema judicial del control del Ministerio es una gran victoria de las fuerzas defensoras de la democracia», afirmó Somchai Homlaor, abogado de la organización de derechos humanos Foro Asia, con sede en Bangkok.

La justicia será a partir de ahora controlada sólo por un Consejo Judicial integrado por miembros del propio sistema, librados de la influencia y las presiones políticas del Ministerio, que con frecuencia nombraba a sus candidatos favoritos para los cargos.

Este cambio radical surge de la nueva y progresista constitución del país, adoptada en 1997. Esta ya había cambiado en forma considerable el panorama político al crear una comisión de elecciones independiente y organismos autónomos para investigar denuncias de corrupción contra funcionarios públicos.

El aumento de los salarios para los jueces está destinado a evitar que estos caigan en la tentación de recibir coimas por parte de personas adineradas e influyentes sometidas a juicio. En un confuso caso, dos jueces veteranos fueron suspendidos en enero por pedir una coima de 44.440 dólares en un caso de homicidio.

Activistas como Somchai consideran que estos son pequeños pasos en una gran batalla para cambiar las tradiciones y la cultura del sistema judicial. «La justicia en Tailandia es muy conservadora y el sistema muy jerárquico», afirmó Somchai.

Los jueces en los niveles jeráquicos más bajos son seleccionados en base a exámenes y no a su experiencia en el área o a los años de práctica como abogados. Con frecuencia son demasiado jóvenes.

Una vez dentro, son ascendidos directamente a la Corte Suprema, donde sufren la influencia de los jueces con más experiencia. «Esto pone en riesgo su independencia», según Somchai.

Sin embargo, para la mayoría el problema central del sistema judicial es la policía. Como en muchos países, es el principal investigador de los casos y todas los interrogatorios oficiales son realizados por ella.

Pero, a diferencia de otras partes del mundo, la policía tailandesa actúa muchas veces como único árbitro de justicia. Resuelve casos en forma independiente y entabla juicios en base a información propia, siendo casi un sistema judicial paralelo.

Muchos consideran que esto es una directa violación de todas las normas de justicia.

La policía es considerada una de las autoridades más corruptas del país, según reveló el año pasado una serie de encuestas elaboradas por la Comisión de Servicio Civil de Tailandia.

Las raíces del por qué la policía tailandesa adquirió esos poderes extrajudiciales se remontan a inicios del siglo XX, cuando la fuerza fue creada para centralizar el control sobre la sociedad.

Los salarios no eran muy altos, por lo que los policías comenzaron a buscar ingresos adicionales en otros servicios, a través de un sistema de «auto remuneración».

Esto incluyó el cobro de una comisión por todos los negocios ilegales que descubrían, desde puestos de venta instalados en lugares públicos no habilitados hasta tráfico de drogas, explicaron los economistas Pasuj Phongpaichit y Chris Baker, autores del libro «Thailand's Boom» (El auge de Tailandia).

La policía tailandesa también acumuló poder independiente de otras instituciones debido a que fue usada en las batallas internas durante los sucesivos regímenes miliatres que gobernaron el país en el siglo XX.

Hoy existe un proyecto para controlar la corrupción y el abuso de poder en la policía a través de una Oficina Central de Investigación, con facultad para intervenir en casos específicos y supervisarlos. Pero este proyecto aún no se ha convertido en ley.

Las consecuencias del abuso de poder policial son sentidas en especial por los pobres. «La mayoría de nosotros, que somos jóvenes, no podemos discutir con un adulto o un policía», dijo Ou, joven de 16 años que vive en las calles de la norteña ciudad de Chiang Mai.

«Si pedimos un abogado, nos lo niegan. Sólo tenemos que quedarnos en la sala de interrogatorios. No podemos ir a ningún lado. Si pedimos que alguien esté presente, tampoco nos lo permiten. Yo casi acepto la versión de la policía en mi caso y me reconozco culpable por todo lo que me pegaron», afirmó.

Muchos niños de la calle, como Ou, son con frecuencia detenidos por la policía y acusados de tomar o vender drogas, entre otros delitos.

«La mentalidad sobre la aplicación de la ley por parte de los oficiales y los jueces está dirigida hacia los pobres. Ellos piensan que ser pobre y ser malo es lo mismo», dijo Somchai.

Los pobres también tiene menos oportunidades de defenderse en los casos que llegan a los tribunales. «El sistema funciona de tal manera que los ricos pueden comprar la justicia. Si tienes dinero puedes pagar un buen abogado, sobornar a la policía, a los fiscales o a algunos jueces», aseguró Somchai.

Pero los pobres no son los únicos que sufren el comportamiento extrajudicial de la policía. En los últimos años, hubo varios casos de personas influyentes asesinadas y la policía no realizó arrestos a instancias de algunos rivales de las víctimas.

Todo esto provocó una falta de confianza en la capacidad del sistema judicial, tanto a nivel local como internacional, lo que a su vez tuvo un impacto negativo en la economía.

«Una de las principales razones de la crisis económica de Tailandia es la ausencia de leyes claras y transparentes y las fallas en su aplicación», dijo un empresario de una compañía extranjera que prefirió no dar su nombre.

Tailandia entra en otra fase de crisis económica con la depreciación del baht en las últimas semanas, por lo que el gobierno haría bien en acelerar las reformas judiciales y policiales para garantizar una reactivación al menos de largo aliento. (FIN/IPS/tra-en/tag/js/rp/aq/hd/01

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