La cumbre de la Liga Arabe realizada en la capital jordana no logró acuerdos sobre la cuestión iraquí, y fue descrita por el presidente de Líbano, Emile Lahoud, con una cita del Corán: «Parecen unidos, pero sus corazones están en otra parte».
La reunión ordinaria anterior de la Liga se había realizado en 1990, año de la invasión de Kuwait por parte de Iraq, y persisten divisiones creadas en el mundo árabe por aquel conflicto entre dos Estados miembros y por la Guerra del Golfo (1991) que lo siguió.
Además, los intereses de algunos integrantes de la Liga los llevan a desear el cese del bloqueo contra Bagdad impuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tras la invasión de Kuwait, mientras otros prefieren no realizar gestos de acercamiento a Iraq para mantener sus alianzas con Washington.
Varias naciones árabes, y en especial Jordania y Líbano, están ansiosas por reanudar el comercio con Iraq para reactivar sus economías, pero otras dependen en gran medida de la asistencia económica estadounidense, como Egipto, o del apoyo político y militar de Washington, como Arabia Saudita y Kuwait.
El resultado de esa contraposición de intereses fue una declaración final que no contiene referencias al embargo, y se limita a señalar que una comisión presidida por el rey Abdullah de Jordania continuará la discusión sobre «el estado de las relaciones entre Iraq y Kuwait».
Desde el fin de semana, representantes de los miembros de la Liga se habían esforzado sin éxito por acordar una propuesta de declaración aceptable para iraquíes y kuwaitíes.
Una declaración emitida por separado, cuyos términos no implican obligaciones para los Estados miembros, señaló la voluntad de trabajar por el levantamiento de las sanciones contra Iraq.
«Fue un fracaso. No se contemplaron nuestras demandas, y la responsabilidad de ese fracaso corresponde a Kuwait», afirmó el el ministro de Relaciones Exteriores de Iraq, Mohammed al Sahhaf, en una conferencia de prensa tras el fin de la cumbre.
Kuwait había pedido que Iraq se comprometiera a no invadirlo otra vez y a respetar la integridad del territorio kuwaití. Bagdad respondió que Kuwait no respeta la integridad del territorio iraquí cuando permite que los estadounidenses lancen ataques aéreos contra Iraq desde bases kuwaitíes.
Por otra parte, la cumbre reiteró el apoyo del mundo árabe al levantamiento palestino contra Israel que comenzó en septiembre, y los miembros de la Liga se comprometieron a brindar ayuda de emergencia por valor de 240 millones de dólares a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que está al borde de la quiebra.
La Liga había prometido donar a la ANP 1.000 millones de dólares durante su última cumbre extraordinaria, realizada en octubre en Egipto para discutir el levantamiento palestino o intifada, pero sólo llegó a entregar parte de ese dinero.
Los participantes en la cumbre acordaron no establecer nuevos vínculos diplomáticos o económicos con Israel mientras las posiciones de ese país en el proceso de paz de Medio Oriente no satisfagan las demandas árabes.
Sin embargo, no se llegó a plantear la iniciativa de que Egipto y Jordania, que tienen tratados de paz con Israel, rompan relaciones diplomáticas con ese país.
Un funcionario que participó en la cumbre y no quiso ser identificado dijo a IPS que las reuniones de países árabes siempre terminan con declaraciones diluidas, porque las posiciones no son adoptadas por mayoría sino por consenso.
Esa fue una causa principal de que la Liga lograra en Ammán escasos resultados en todos los terrenos, incluyendo el de los acuerdos económicos, opinó.
Lo único interesante fueron algunos acontecimientos paralelos a las actividades oficiales, como la reunión del presidente de la ANP, Yasser Arafat, y su par sirio, Bashar el Assad, realizado durante la cumbre, añadió.
Esa reunión marcó un punto de inflexión en las relaciones entre Arafat y Siria, deterioradas luego de que el líder palestino firmara en Oslo en 1993 un acuerdo de paz con Israel. En aquel momento, el fallecido presidente sirio Hafez el Assad sintió que Arafat lo había traicionado.
La Liga respaldó por unanimidad la candidatura de Kofi Annan a la reelección como secretario general de la ONU.
Annan asistió a la inauguración de la cumbre y complació a los miembros de la Liga al declarar que «la comunidad internacional y el mundo árabe tienen pleno derecho a criticar a Israel por mantener la ocupación de territorios palestinos y sirios, y por la excesiva dureza de su reacción contra la intifada».
Los resultados de la reunión no sorprendieron a muchos árabes. En las calles de Ammán era difícil encontrar a alguien que esperara más que lo que ocurrió.
Los taxistas escuchaban la transmisión directa de las sesiones en las radios de sus vehículos, pero cuando se les pedía una opinión sobre la cumbre, todos respondían «haki aal fadi», o sea charla sin contenido.
Los gobernantes árabes «no escuchan a sus pueblos porque están demasiado ocupados con enfrentamientos personales», dijo a IPS el taxista Mahmoud Fawzi.
Los clientes de un salón de té en el centro de Ammán preferían observar por televisión un enfrentamiento de lucha libre que escuchar la transmisión de las sesiones de la cumbre.
«Ya hubo un centenar de cumbres y habrá otro centenar, perno nunca saldrá algo de ellas», dijo a IPS Khaled Abu Hashem, de 43 años de edad y propietario de un comercio de venta de alimentos, mientras jugaba a las cartas en un rincón del salón de té.
El presidente de Libia, Muammar Gadafi, fue el único de los participantes en la cumbre que expresó un punto de vista similar, pero eso no causó impresión en los demás gobernantes, acostumbrados a sus excentricidades.
«Durante 30 años hemos escuchado los mismos alegatos acerca de la valentía árabe, y durante esos 30 años no hemos hecho nada. Por eso me he dedicado a los asuntos de Africa, y ojalá los demás árabes hicieran lo mismo», dijo el mandatario libio. (FIN/IPS/tra- eng/kg/da/mp/ip/01
