La certificación antidrogas que Estados Unidos otorgó hoy a México, es un proceso irritante y repetitivo desde 1986, que debería eliminarse, señalaron funcionarios de los dos gobiernos.
México, de donde procede la mayoría de drogas que se consumen en Estados Unidos, obtuvo la certificación previa crítica al proceso e informes sobre la cooperación del país en la lucha contra el narcotráfico que lleva adelante Washington.
La novedad esta vez estuvo marcada por pronunciamientos, también previos, pero del gobierno estadounidense de George W. Bush. El proceso de certificación, al que somete Washington cada año a más de 20 países, debería cambiar, dijeron.
El presidente Bush está trabajando con el Congreso para considerar una revisión del mecanismo, señaló en febrero el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer.
Ya no es una buena idea ejercer el papel de juez en materia de narcotráfico, pero mientras exista la ley que obliga a hacerlo, se cumplirá, advirtieron portavoces.
Estados Unidos certificó este jueves la cooperación brindada en la lucha contra las drogas por América Latina, excepto Haití, al cual no le aplicará sanciones por cuestiones de «seguridad nacional».
Bush, quien asumió la Presidencia el 20 de enero y por primera vez emite las certificaciones, y su par mexicano Vicente Fox, en el cargo desde el 1 de diciembre y evaluado por primera vez, señalaron en la reunión que mantuvieron el 16 de febrero que el proceso debe cambiar.
La certificación unilateral de Washington tiene como contrapeso el Mecanismo de Evaluación Multilateral sobre Drogas, creado en 1999 por la Organización de Estados Americano (OEA).
La certificación de la OEA tiene mayor legitimidad y funciona, aunque no contempla sanciones, pues se basa en los principios de cooperación regional, dijo secretario general del foro continental, Cesar Gaviria.
El Mecanismo emitió en febrero su primer reporte en el que incluye recomendaciones a varios países y expresa que en materia de combate contra el narcotráfico hay nuevos desafíos y problemas.
Gaviria puso énfasis en que esta evaluación sí funcionará. Por su parte, el canciller de México, Jorge Castañeda, pronosticó que la certificación unilateral de Estados Unidos será eliminada o sustituida.
La certificación de Washington no funciona más, pues es un proceso «irritante, contraproducente, unilateral e injusto», expresó Castañeda.
La ley estadounidense de «Control, educación y coerción contra las drogas» establece que el gobierno de ese país debe otorgar en forma plena, condicionada o negar cada año la certificación a más de 20 países en el mundo. Posteriormente el Congreso revisa la calificación y tiene potestad para cambiarla.
Estados Unidos no tiene autoridad para juzgar por ser el mayor consumidor de drogas del mundo, opinó Manuel Quijano, ex miembro de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas.
En tanto, estudios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico indican que Estados Unidos es el principal consumidor, pero también un importante centro de lavado de dinero producido por el narcotráfico.
Mientras, funcionarios del gobierno de Bush mantuvieron contactos con legisladores las últimas semanas para concertar reformas legales que respondan a las demandas, cada vez más numerosas, que piden abolir el proceso de certificación.
Las críticas al proceso desde Washington comenzaron a escucharse desde el antecesor gobierno de Bill Clinton, cuando el entonces jefe de la oficina de política nacional contra las drogas, Barry McCaffrey, aseguró que se trataba de un «proceso doloroso», pero que debía hacerse.
A México nunca se le negó la certificación, pero en varias oportunidades el proceso causó roces diplomáticos. Hoy, Estados sostiene que su vecino hace todo lo necesario para cooperar en la lucha contra el crimen organizado.
Entre diciembre y febrero se decomisaron en México 6.088 kilogramos de cocaína, 342 toneladas de marihuana, 80 kilogramos de goma de opio y 92 kilogramos de heroína, informaron las autoridades. (FIN/IPS/dc/dm/ip/01
