Los chilenos cada vez se casan menos, entre otras razones porque las mujeres ya no ven en el matrimonio y la maternidad el único proyecto de vida posible.
Eso no significa que existan menos parejas que antes, sino que ahora se establecen de hecho, explicó a IPS Teresa Valdés, socióloga de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
A comienzos de los años 90 se formalizaban 99.000 matrimonios anuales. El año pasado, solo se efectuaron 62.000, lo que representa una disminución de 38 por ciento.
Valdés también relacionó estas cifras con la falta de una ley de divorcio que muchas veces impide la formalización de segundos matrimonios y, en el caso de los más pobres, con la escasez de recursos para establecer un hogar.
La directora del Registro Civil, María Alejandra Dagnino, atribuyó la menor cantidad de casamientos al hecho de que «las personas se casan a mayor edad». «Antes las parejas iban al altar entre los 20 y los 22 años. Ahora ese rango subió a entre 26 y 32», dijo.
Valdés mencionó fenómenos demográficos asociados con el fenómeno, como el envejecimiento de la población, lo que implica que existe una menor proporción de jóvenes en edad de contraer matrimonio.
Andrea Bagnara, socióloga del Servicio Nacional de la Mujer, coincidió con Valdés en atribuir la postergación del matrimonio a razones económicas y de desarrollo personal porque «tanto los hombres como las mujeres alargaron sus periodos de estudio y el matrimonio no es algo primordial como era antes».
Estos datos fueron conocidos en vísperas del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo.
Valdés aclaró que «el retraso en la edad del matrimonio es importante, tanto para hombres como para mujeres, pero debe examinarse con cuidado porque hay grandes diferencias entre clases y sectores sociales».
La psicóloga experta en parejas María Elena Torrealba atribuyó la menor cantidad de matrimonios «al miedo cada vez más fuerte a perder la libertad y también al aumento de una especie de hedonismo según el cual el matrimonio es una limitación».
Valdés aclaró que este temor se registra en algunos sectores sociales económicamente estables y profesionales. Pero «en sectores rurales y en medios populares el proyecto de vida de las mujeres sigue siendo la maternidad» todavía, agregó.
La disminución de los matrimonios se relaciona también con la ausencia de una ley de divorcio. Parejas con años de convivencia se ven impedidas de regularizar su situación por la imposibilidad de disolver el vínculo anterior, señaló la socióloga.
Esto ocurre cuando uno de los cónyuges del primer matrimonio no da su consentimiento para anular el vínculo o porque se carece del dinero necesario para realizar el trámite.
Un procedimiento usual para determinar la nulidad del matrimonio consiste en obtener la declaración de incompetencia del ministro del registro civil que casó a la pareja.
Para eso, la esposa y el esposo juran que que al momento de casarse mintieron respecto del lugar de residencia. Así, demuestran que el ministro carecía de competencia para casar a personas que no habitaban en la circunscripción a su cargo.
Este trámite demora meses, incluso más de un año, y los honorarios de los abogados son de hasta 5.250 dólares, por lo que resulta de difícil acceso para personas de escasos recursos. De todos modos, entre 6.000 y 6.500 declaraciones de nulidad se procesan cada año por esta vía, informó el Registro Civil.
La Cámara de Diputados aprobó en 1997 un proyecto de ley sobre divorcio que agrega causales de nulidad la inmadurez para la consumación del matrimonio, incapacidad grave para asumir las responsabilidades del vínculo o la ignorancia de una desviación de la conducta del otro contrayente.
Según partidarios de una ley de divorcio más amplia, esta iniciativa volverá aún más engorroso el trámite de la nulidad. De todos modos, el propuesto no fue discutido aún por el Senado debido a presiones de la Iglesia Católica. (FIN/IPS/jo/mj/pr/01
