ALIMENTACION-ASIA: Desastres naturales y guerras agravan crisis

Millones de personas corren riesgo de morir de hambre en Afganistán y Corea del Norte si no reciben ayuda internacional urgente, advirtió hoy en la capital de Tailandia la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Sequías, inundaciones, crudos inviernos, terremotos y guerras agravaron la seria escasez alimentaria en Asia meridional y oriental, sostuvo la FAO en su último informe sobre la situación de la seguridad alimentaria en el área.

La Organización de las Naciones de las Naciones Unidas (ONU) procura conseguir 220 millones de dólares de ayuda para Afganistán, donde más de tres millones de personas son víctimas del hambre luego de dos años de sequía, conflictos internos y un severo invierno.

La ONU lanzó su pedido de ayuda internacional en noviembre y para fines de enero sólo se obtuvieron 14 millones de dólares.

«En Afganistán existe una grave crisis alimentaria como consecuencia de las sucesivas sequías, los duros inviernos y la constante guerra civil. Se necesita una urgente ayuda humanitaria para evitar el sufrimiento del pueblo y la pérdida de vidas», señaló la FAO en el informe.

Las cosechas de Afganistán vienen decayendo hace años debido a las catástrofes naturales. Se calcula que la tendencia continuará debido a la nueva ola de combates entre el gobernante movimiento islámico Talibán y la opositora Alianza del Norte en zonas donde se encuentra 40 por ciento de los cultivos del país.

Un equipo de expertos de la FAO y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) que visitó el país hace un año estimó una caída de 44 por ciento de la producción de cereal en 2000, respecto de 1999. Afganistán necesitará importar 2,3 millones de toneladas de cereal al cabo del período julio 2000-junio 2001.

Las sequías y la guerra interna provocaron un gran desplazamiento de personas, en especial habitantes de las provincias de Badghi, Faryab y Ghor. Decenas de miles de familias viven en campamentos cercanos a la ciudad occidental de Herat.

«Sólo en los últimos cinco meses, unas 150.000 personas cruzaron la frontera hacia Pakistán y viven en horribles condiciones en campamentos cercanos a Peshawar», señaló la FAO.

El último invierno que azotó a Corea del Norte, el más crudo en los últimos 50 años, llevó al hambre a gran parte de la población del país.

«La situación se vuelve cada vez más precaria para varios sectores de la población debilitados por tantos años de escasez alimentaria, carencias en los servicios de salud, falta de electricidad y de combustible para calentarse», señala el informe.

La pobre cosecha del año pasado también afectó la entrega de alimentos en todo el país a través del Sistema Público de Distribución (PDS).

La distribución de alimentos hecha por el PDS fue de unos 200 gramos diarios de cereal por persona, según estimaciones de funcionarios del PMA en Corea del Norte. Esto equivale a 720 calorías, contra el mínimo de 2.200 calorías que necesita una persona adulta.

Las bajas temperaturas en Mongolia agravaron la situación alimentaria en ese país. El frío mató a medio millón de animales, de los que depende la subsistencia de un tercio de la población.

El frío fue seguido por una sequía, que redujo en gran manera la cantidad de forraje para los animales. «Las condiciones empeorarán aun más con el próximo invierno», advirtió la FAO.

Las catástrofes naturales también agravaron el impacto de las políticas económicas de los últimos años, que redujeron el apoyo financiero del gobierno a la atención humanitaria.

«La actual escasez alimentaria ocurre luego de varios años en los que los niveles de nutrición del país cayeron debido al cambio de una economía dirigida por el Estado a una economía controlada por el mercado», señaló la FAO.

«Esto dejó a muchos grupos dependientes del Estado expuestos a una incertidumbre económica, debido a su limitado potencial para encontrar formas de vida alternativas», agregó.

Los más vulnerables a la inseguridad alimentaria son los desmpleados, los ancianos, los niños, las amas de casa y los pensionistas.

En enero, la ONU lanzó un pedido internacional para obtener siete millones de dólares en efectivo y 4,5 millones de dólares en materiales para ayudar a Mongolia.

Las inundaciones en las naciones del sudeste asiático del año pasado, que destruyeron gran parte de la cosecha de arroz, provocaron una escasez de alimentos que afecta a millones de personas en Camboya y Laos.

Un estudio sobre la situación en Camboya elaborado por la FAO y el PAM en diciembre reveló que las inundaciones redujeron la producción de arroz en la temporada húmeda de unas 400.000 hectáreas del país. Camboya afrontará este año un déficit de producción de granos de unas 45.000 toneladas, calculó.

«Las inundaciones volvieron a un gran número de personas mucho más vulnerables a la escasez alimentaria», señaló la FAO, según la cual medio millón de personas están en riesgo de morir de inanición.

Las últimas inundaciones en Laos, las peores desde 1978, provocaron serios daños a los cultivos y, en menor grado, al ganado y a la producción pesquera.

«Las inundaciones provocarán un enlentecimiento en la agricultura y tendrán un severo impacto en la seguridad alimentaria de la población más vulnerable, ya que los precios del arroz aumentarán y los salarios disminuirán», según la FAO.

El terremoto ocurrido en enero en el estado occidental indio de Gujarat, el más grande del país en 50 años, agravó los problemas de distribución de agua y alimentos que existían en la zona.

Dos años sucesivos de sequía provocaron además una gran caída en los recursos de agua en grandes zonas de Gujarat, obligando a miles de personas a emigrar. (FIN/IPS/ap-dv/mu/js/rp/mj/dv/01

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