/Integración y Desarrollo/ DESARROLLO: Meta de reducción de pobreza se frustrará, según FIDA

La comunidad internacional no logrará su objetivo de reducir la pobreza a la mitad para 2015 porque persiste la marginación de los campesinos pobres, advirtió el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).

«El fracaso se deberá en gran parte a la idea equivocada de que el problema de la pobreza se ha trasladado del campo a las megaciudades del mundo en desarrollo», comentó Fawzi Hamad Al- Sultán, presidente del FIDA, con sede en Roma.

Al-Sultán destacó que 75 por ciento de las personas más pobres del mundo viven en áreas rurales y realizan tareas rurales, y ese porcentaje apenas caerá a 60 por ciento para el año 2020.

Por lo tanto, es esencial concentrarse en la pobreza rural y el desarrollo agrícola como estrategia para el combate a la pobreza en general, arguyó.

Cien jefes de Estado y 48 jefes de gobierno se comprometieron en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, realizada en septiembre en Nueva York, a reducir a la mitad la cantidad de personas que viven en la extrema pobreza y que padecen hambre antes del año 2015.

Pero según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los más pobres de los pobres (cerca de 1.300 millones de personas que viven con menos de un dólar al día) tienden a ser cada vez más.

Para la próxima década, el número de personas que viven en la miseria podría aumentar a 1.500 millones, en una población mundial de 6.000 millones, y para 2015, la cifra podría llegar a 1.900 millones si no se concertan esfuerzos para evitarlo, advirtió la ONU.

Una de las razones clave de ese fracaso previsto es la marginación de los campesinos pobres y el sector agrícola, señaló Al-Sultán en el prólogo del Informe sobre Pobreza Rural 2001, publicado el lunes pasado por el FIDA.

«La disminución del apoyo a la agricultura es sumamente nociva para los esfuerzos de reducción de la pobreza y el hambre», escribió, y añadió que los pobres rurales dependen principalmente de la agricultura y actividades relacionadas para su subsistencia.

Parece lógico, entonces, que tanto la inversión doméstica como la asistencia externa se concentren en la agricultura, la base de su supervivencia, y en las áreas rurales pobres para tener un efecto sustancial sobre la pobreza, concluyó.

«Sin embargo, los pobres y los campesinos raramente tienen la misma influencia en la toma de decisiones que los ricos y los residente urbanos», señaló.

Así mismo, Al-Sultán señaló que proporción de ayuda oficial para el desarrollo destinada a la agricultura cayó de 20 por ciento a fines de los años 80 a cerca de 12 por ciento en la actualidad, mientras la asistencia de instituciones financieras internacionales siguió una tendencia similar.

Las personas extremadamente pobres gastan casi tres cuartos de sus ingresos en alimentos, obtienen más de dos tercios de las calorías que consumen de los principales productos agrícolas y ganan quizá la mitad de sus ingresos del cultivo de esos productos.

«Por lo tanto, el control de la tierra por los pobres tiende a ser una salvaguarda contra la pobreza», sostiene el informe.

Durante los años 70 y la mayor parte de los 80, la producción de alimentos básicos aumentó notoriamente y la pobreza disminuyó con rapidez, pero en los años 90, el crecimiento de esa producción se enlenteció sustancialmente, así como el ritmo de reducción de la pobreza, señaló Al-Sultán.

«Este descuido de la agricultura, tanto en términos de cooperación para el desarrollo internacional como de asignación de recursos nacionales, debe revertirse si pretendemos alcanzar los objetivos sobre pobreza fijados en la Cumbre del Milenio», urgió.

La reducción de la pobreza mundial a la mitad exige concentrarse en la resurrección del desarrollo agrícola y responder a las necesidades de las poblaciones rurales, exhortó el FIDA.

Pero el bienestar de los campesinos pobres depende de su potenciación mediante el acceso a los recursos de producción -como la tierra, el agua, el conocimiento, la tecnología y capital-, para poder aprovechar las oportunidades del mercado.

La asignación de recursos a los campesinos pobres no pone en riesgo el crecimiento económico, aseguró el FIDA, porque las economías de los países en desarrollo dependen en su mayor parte del sector agrícola, y tales inversiones sólo pueden acelerar el crecimiento.

«Las estrategias basadas en mano de obra intensiva son especialmente apropiadas para la reducción de la pobreza rural», subrayó Al-Sultán.

«El capital siempre es escaso en los países de bajos ingresos. (…) Por lo tanto, éstos pueden beneficiarse más de la liberalización del mercado si estimulan una producción de mano de obra intensiva», agregó.

Dado que la pobreza tiene muchas dimensiones, los esfuerzos para combatirla también deben tener múltiples objetivos, exhorta el informe.

El documento detalla cuatro dimensiones de la pobreza de fundamental importancia para comprender los desafíos de la reducción de la pobreza rural.

En primer lugar, los alimentos básicos mantienen su esencialidad en el sustento de los campesinos pobres que los cultivan.

Segundo, la reducción de la pobreza requiere una mejor distribución del agua entre los pobres rurales. Casi 350 millones de campesinos viven en tierras áridas.

En tercer lugar, es necesario aumentar la participación de los campesinos pobres en los recursos.

Finalmente, algunos grupos, en particular las mujeres, requieren particular atención. Las niñas y mujeres rurales precisan políticas especiales, porque constituyen la mayoría de los campesinos pobres, y su pobreza es reforzada mediante barreras culturales o jurídicas. (FIN/IPS/tra-en/td/da/mlm/dv/01

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