MUSICA: Chavela Vargas dice que el arte está en decadencia

La cantante latinoamericana Chavela Vargas, musa del cineasta Pedro Almodóvar y del cantautor Joaquín Sabina, ambos españoles, considera a sus 81 años que el arte en el nuevo milenio está en decadencia.

Vargas, una de las pocas sobrevivientes de la generación de oro de la música popular mexicana, a la que pertenecieron Pedro Infante, Javier Solís y José Alfredo Jiménez, entre otros, dijo a la prensa que el arte actual en el mundo vive un estancamiento creativo.

«Yo pienso que este milenio es antipático», expresó Vargas en San Joaquín de Flores, un pueblo rural a 20 kilómetros de la capital de Costa Rica, donde nació y actualmente tiene una residencia.

La cantante, cuyo verdadero nombre es Isabel Vargas Lizano, informó que preparará un disco homenaje a la desparecida pintora mexicana Frida Kahlo y que retornará a los escenarios el 21 de febrero cuando Almodóvar la presente en un recital que brindará en el Teatro Colón, de Buenos Aires.

En el arte mundial actual no hay nada nuevo insistió esta intérprete de más de 500 canciones y que se ha presentado a lo largo de su extensa carrera en los más importantes escenarios de América Latina y de Europa.

«Esto es producto del milenio, algo sucede en el cosmos, algo está sucediendo fuera de nosotros, yo me siento cambiada y encuentro diferente a la gente», dijo esta cantautora, que en sus años mozos asegura haberse bebido 40.000 litros de tequila.

Costarricense de nacimiento y naturalizada mexicana, esta representante del arte popular latinoamericano sostiene que el comercio desaforado de la música se ha convertido en un perjuicio para los verdaderos cantantes.

Sin nombrar a nadie en particular, criticó a intérpretes que se aprovechan de la «lujuria floreciente» para venderle al público sus discos y promover sus canciones.

«¿Cuándo me hubiera imaginado sentarme en un escenario de Brasil a cantar en brassier y pantaletas (ropa interior)?», dijo en clara alusión a la mexicana Thalía. «Eso es decirle al público no tengo arte y no traigo arte, por eso me desnudo un rato», ironizó .

La artista, quien durante los años 40 y 50 desafió los conceptos morales de la época al vestirse con pantalones, atendió a la prensa en momentos en que se recupera de un severo problema de salud. En noviembre fue operada de emergencia en México, debido a la rotura en su cabeza de una sus arterias carótidas.

El accidente ocurrió días después de recibir en Madrid la Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica, de manos del presidente del gobierno español José María Aznar.

Aunque un mal de este tipo generalmente provoca la muerte, pues las dos carótidas son las encargadas de llevar la sangre del corazón a la cabeza, Vargas luce notablemente recuperada y se ejercita diariamente caminando un kilómetro.

«Cuando me estaba muriendo sentía una cosa serena y placentera, es más, le dije a una amiga que se sentía muy lindo», recuerda.

Sonriente y bromista dice que no a perdido ni un pelo de rebeldía, pues se considera una «yegua sin potrero», y que en abril planea volver a cantar en el zócalo, la plaza principal de la ciudad de México.

«Yo quiero, como decía el poeta Nezahualcoyotl, que no quede nada de mí en la tierra», expresó Vargas, para concluir «que queden sólo mis discos».

Amante de la cultura española, la cantante de melodías mexicanas, en especial rancheras, alabó la figura de los españoles Almodóvar y Miguel Bosé, a quienes calificó de encantadores por sus valores humanos y por compartir lo que tienen con sus amigos y con las personas pobres.

También elogió a Sabina, quien tituló a una de sus canciones «El bulevar de los sueños rotos», en alusión a una calle de México que Chavela y sus amigos rebautizaron en sus días de bohemia.

Doce años después de no probar una gota de licor, la intérprete de «Macorina» y «La Llorona» tiene pensado volver a su casa en Ahuantepec, en la ciudad de Morelia en el estado mexicano de Michoacán, una vez que termine su viaje a Argentina a fines de febrero.

Entre sus planes está continuar cantando hasta que pueda y disfrutar de lo que considera es su gran fortuna, su libertad artística y personal.

En el umbral de su vejez, este símbolo de la música latinoamericana considera que América Latina ha avanzado en su tolerancia hacia los grupos minoritarios, como el de los homosexuales, del cual ella forma parte y por lo cual fue criticada durante su juventud en su país de origen.

Lamentó que en Costa Rica los gobernantes no le den un apoyo decidido al arte pues dijo que los presidentes de este país no han tenido «ninguna cultura», ya que no les importa ni la música ni otra manifestación artística.

Vargas, hinduista y que se autodefine como «la más mexicana de las extranjeras», reveló que cuando muera no le gustaría que velen sus restos en el Palacio de Bellas Artes de México, sino «más bien en un bar, como el Tenampa, donde puedan ir todos los que quieran verme».

Agregó que su máximo deseo es que se lancen sus cenizas al mar en el puerto de Veracruz, en México. «Quiero que me lancen al mar en la Vereda Tropical, en la ruta de Quetzalcoatl», precisó. (FIN/IPS/nms/dm/cr/01

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