/BOLETIN-AMBIENTE/ CUBA: Peligros del crecimiento en tiempos de crisis

El crecimiento económico en condiciones de escasez de recursos constituye un verdadero desafío para el desarrollo sustentable y más aún si se trata de un ecosistema frágil como el de Cuba, aseguraron expertos de Cepal.

«En el actual contexto de ajuste y estabilización de la economía, se requiere mayor asignación de recursos a la protección del medio ambiente», advierte el libro «La economía cubana. Reformas estructurales y desempeño en los 90», elaborado por Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

El trabajo, que analiza el impacto de la crisis económica iniciada en 1990 y el alcance de las reformas emprendidas por el gobierno, reconoce que «Cuba cuenta con una adecuada cobertura legal e institucional para la gestión ambiental».

Así mismo, estima que el ambiente del archipiélago cubano no presenta todavía un marcado deterioro como otras regiones del planeta, y que aún existen oportunidades de que ese patrimonio pueda preservarse apropiadamente.

Pero, al mismo tiempo, considera como un desafío para el desarrollo sustentable el impulso de «actividades vitales» como la extracción de níquel, de petróleo y de gas y el desarrollo de servicios turísticos en las actuales «condiciones de escasez de divisas».

Según la Cepal, Cuba necesitaría mayores recursos para conservación que le permitan reforestar, evitar la degradación de los suelos, reducir la contaminación en las aguas terrestres y marítimas y fortalecer la diversidad biológica.

También, aseguraron los expertos, se requieren fondos para mejorar tanto el funcionamiento de las redes de acueducto y alcantarillado como el tratamiento de los desechos sólidos.

La crisis de la economía cubana tuvo sus peores momentos entre 1990 y 1993 cuando, el producto interno bruto cayó 34,8 por ciento.

Como resultado de la reanimación económica, Cuba recibió el año pasado 1,8 millones de turistas, extrajo más de 3,5 millones de toneladas de petróleo y gas y produjo 70.000 toneladas de níquel más cobalto, pero la liquidez en las arcas estatales siguió escasa.

La ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente cubana, Rosa Elena Simeón, aseguró en septiembre que, a pesar de las limitaciones económicas, el Estado cubano dedicó 15,1 por ciento de su presupuesto en 1999 y 7,9 por ciento en 2000 a la preservación ambiental.

Simeón aclaró que se trataba sólo de las asignaciones destinadas a las inversiones, pero no dio más detalles sobre el monto de los fondos.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente otorgó a Cuba la sede del acto principal por el Día Mundial del Medio Ambiente, el próximo 5 de junio, en reconocimiento a la «consecuente política cubana para la protección del entorno», dijo la funcionaria.

En los años 90, La Habana incorporó el concepto de desarrollo sustentable a la Constitución, creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y aprobó la Ley 81 de Medio Ambiente y el marco jurídico para su cumplimiento.

Por otra parte, la educación ambiental pasó a ser una prioridad por las autoridades desde que en 1999 un estudio especializado demostrara que 75 por ciento de la población restringe el alcance del término «ambiente» a la naturaleza.

Expertos locales consideran la degradación de los suelos, que alcanza a 60 por ciento de la superficie total cubana, como el mayor problema ambiental de la isla, seguido de cerca por la contaminación de las aguas terrestres y marinas.

Cuba es un archipiélago que reúne 110.992 kilómetros cuadrados de tierra en gran cantidad de cayos e islotes. El país agrupa 42 tipos de ecosistemas, 6.500 tipos de plantas y más de 16.000 especies descritas de fauna.

«La fragilidad de este ecosistema, unido al modo de explotación de los recursos naturales, ha dañado seriamente el hábitat en los últimos 400 años» y la situación se agravó en algunos aspectos por la crisis económica, asegura el libro de la Cepal.

De acuerdo con el estudio, «la diversidad biológica cubana se encuentra amenazada por el inadecuado manejo de determinados ecosistemas frágiles, lo que influye en la destrucción del hábitat natural de las especies».

Las amenazas también proceden de la baja rotación de cultivos en la agricultura y la utilización excesiva de productos químicos, aunque en los últimos años se han ido introduciendo biofertilizantes y control biológico de plagas.

Como parte de las acciones promovidas por el gobierno en los últimos años, fuentes oficiales destacaron que en 1999 dejaron de liberarse al ambiente alrededor de 24.000 toneladas de contaminantes.

Se estima que el programa de repoblación forestal desarrollado en los últimos años detuvo la disminución de las áreas boscosas e inició un proceso de recuperación, aunque afectado por los bajos índices de sobrevivencia en las zonas repobladas.

Los trabajos de saneamiento de la Bahía de La Habana, considerada entre las 10 más contaminadas del mundo, derivaron en la disminución de 2,7 milímetros de sustancias oleosas por litro de agua en 1985 a 0,3 milímetros el pasado año.

Sin embargo, hasta 1997 «se tenía documentada la existencia de 2.355 fuentes de contaminación, de las cuales alrededor de 46 por ciento no disponía de sistemas de tratamiento», y la mayoría del resto «funcionaban de manera deficiente», según la Cepal.

El libro, cuya circulación ha sido muy restringida en la isla, añade que, a pesar de que «no existen evaluaciones y control sistemático por falta de recursos», hay zonas como la capital del país donde la calidad del aire podría ser deficiente.

Además, resalta la necesidad de «consolidar una cultura ecológica entre la población, que en las condiciones de austeridad del período especial», como las autoridades denominan a la crisis económica, «representa quizá el reto más importante en materia de medio ambiente». (FIN/IPS/da/mj/en/01

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