Es improbable que la globalización económica conduzca al bienestar general en los próximos 15 años, ya que las diferencias entre ricos y pobres seguirán en aumento entre los países y dentro de cada uno, según un informe divulgado hoy en Washington.
El informe «Tendencias mundiales 2015» prevé que la mayor parte de Africa, Medio Oriente, Europa Oriental, el sur, el centro y el sudeste de Asia y América del Sur, sobre todo los países andinos, podrían quedar muy rezagados ante los países más ricos y tecnológicamente avanzados, liderados por Estados Unidos.
En América Latina, Brasil y México se convertirán en «actores cada vez más seguros y capaces», pero crecerá la brecha entre ellos, junto con las de los estados relativamente prósperos del Cono Sur, y el resto de la región.
La amenaza a la estabilidad y el gobierno democrático será mayor en la región andina y en los países más pobres de América Central. El resultado será la creciente emigración de esas regiones a Estados Unidos.
«La evolución de la globalización tendrá obstáculos, caracterizada por la volatilidad financiera crónica y la creciente brecha económica», según el informe producto de 18 meses de consultas entre el estatal Consejo Nacional de Inteligencia y expertos no gubernamentales de Estados Unidos.
«Regiones, países y grupos que se sientan rezagados sufrirán un creciente estancamiento económico, inestabilidad política y enajenación cultural, lo cual fomentará el extremismo político, étnico, ideológico y religioso, junto con la violencia que suele acompañarlo», agrega el informe.
Gran parte de esa violencia podría dirigirse contra Estados Unidos, cuya «influencia económica, tecnológica, militar y diplomática no tendrá parangón entre los países, así como entre organizaciones regionales e internacionales en el 2015», prevé.
«Ese poder no sólo asegurará la preeminencia de Estados Unidos, sino que también lo convertirá en un conductor clave del sistema internacional», según el informe.
Esa preeminencia sin duda provocará oposición y no sólo de grupos y personas que puedan usar información, comunicaciones y armas para ataques terroristas contra el territorio e intereses estadounidenses, una de las grandes inquietudes del gobierno electo de George W. Bush.
Algunos estados, tanto adversarios como aliados, intentarán enfrentarse a lo que consideran la «hegemonía» estadounidense, pero es improbable que esas gestiones se traduzcan en «coaliciones estratégicas, de amplio alcance y duraderas contra Estados Unidos».
En su lugar, serán «alineamientos sobre políticas específicas y pedidos para tener una mayor participación en instituciones políticas y económicas internacionales».
En escenarios más pesimistas desarrollados por los autores del informe, Estados Unidos podría enfrentar una «alianza geoestratégica de hecho entre China, India y Rusia para contrarrestar el dominio de Washington».
Otra posibilidad es el aumento de las «tensiones con Europa que conduzcan al colapso de la alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
En el peor caso, «la creciente tensión en Asia, alimentada por la rivalidad entre Japón y China, provocaría una gran guerra en la cual Japón pediría la ayuda de Estados Unidos según el tratado de defensa bilateral que los une».
En el ámbito de la seguridad nacional, Estados Unidos debe tomar en cuenta varias incertidumbres esenciales en los próximos 15 años, según el informe.
Las primeras dos refieren a la evolución de la ciencia y la tecnología y cómo serán usadas por los principales actores.
«Lo que no sabemos de la revolución de la ciencia y la tecnología es abrumador», advierte el informe, que menciona la creciente dependencia de la infraestructura estadounidense en redes de computación que pueden ser vulnerables a ataques enemigos.
Así mismo, los intentos de los adversarios para burlar o minimizar la fortaleza tecnológica de Estados Unidos serán una creciente amenaza al país en los próximos 15 años.
Otra incertidumbre resulta de la capacidad de sostener el crecimiento económico mundial en los próximos años debido a varias amenazas, como la caída sostenida de la economía de Estados Unidos, la incapacidad de Europa, Japón, China e India de mantener buenas tasas de crecimiento y una posible crisis financiera o energética.
Hechos adversos en Medio Oriente, China, India, Japón y Rusia también podrían descarrilar tendencias más positivas en el período, según el informe, que señala que la peligrosa mezcla de conflictos étnicos en todos estos países, salvo Japón, y Fuerzas Armadas bien equipadas, podría ser muy combustible.
Algunos de los mayores obstáculos que le esperan al mundo en los próximos 15 años derivan de la globalización y sus consecuencias para la población y el ambiente, según el informe.
La creciente proporción de población jubilada en los países ricos profundizará la tensión intergeneracional y aumentará la dependencia en la mano de obra inmigrante.
Así mismo, la creciente población joven en Africa, América Latina y Medio Oriente podría ser fuente de desestabilización, sobre todo debido al desempleo.
La urbanización también aumentará en los próximos 15 años, mientras la pandemia de sida y otras enfermedades infecciosas que afectan a los países pobres se extenderá desde su epicentro en Africa hacia India, el sudeste de Asia, varios países de la ex Unión Soviética y posiblemente a China.
La escasez de agua y alimentos también podría ser grave para los países más pobres y propensos a las sequías.
En Africa subsahariana, por ejemplo, la población desnutrida aumentará 20 por ciento para el 2015 y la posibilidad de una guerra por el agua seguramente será mayor, sobre todo en el Cercano Oriente.
La demanda de petróleo y otras fuentes que contribuyen al recalentamiento planetario aumentará 50 por ciento en el período, lo cual hace improbable que se llegue a aplicar el Protocolo de Kioto para reducir las emisiones de gases invernadero que producen ese aumento de temperatura.
El consumo de energía aumentará con fuerza en China y, en menor grado, en India, mientras el mercado mundial del petróleo y el gas se dividirá en dos sectores hemisféricos.
Los recursos de Asia central y el Golfo se destinarán al este de Asia, mientras Europa y América dependerán cada vez más de la cuenca del Atlántico, incluso del Mar del Norte, Africa occidental, Venezuela y México.
La desigualdad de la expansión económica afectará a cada una de las regiones de los países en desarrollo.
En Asia oriental, Japón, Corea y otras potencias económicas tenderán a enriquecerse, mientras Indochina, partes del oeste de China y posiblemente Indonesia, seguirán rezagándose.
El nacionalismo será más fuerte en la región, lo cual avivaría la rivalidad entre Estados Unidos y China, China y Japón, o China e India.
En el sur de Asia, la tendencia dominante será «el crecimiento de la brecha estratégica y económica entre India y Pakistán», mientras Bangladesh, Sri Lanka y Nepal serán más dependientes de India. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/ip if/00