/BOLETIN-AMBIENTE/ CAMBIO CLIMATICO: ONG culpan a EEUU por fracaso de conferencia

Estados Unidos es el culpable del fracaso de la Sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, acusaron organizaciones ambientalistas.

La conferencia terminó el sábado 25 de noviembre en La Haya sin un acuerdo sobre la forma de reducir las emisiones de gases de invernadero, responsables del recalentamiento del planeta y el cambio climático.

Las discusiones probablemente se reanudarán en mayo o junio del año próximo en Bonn, en una reunión de organismos subsidiarios, informó una fuente de la Unión Europea (UE).

El objetivo formal de la conferencia de La Haya era lograr un acuerdo técnico con fuerza vinculante sobre los procedimientos específicos para que los países industrializados redujeran su producción de gases de invernadero a niveles inferiores a los de 1990, de acuerdo con el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997.

Pero las diferencias entre Estados Unidos por un lado y el bloque europeo y las naciones en desarrollo por otro hicieron imposible el acuerdo.

En la tarde del sábado 25, el ministro holandés de Ambiente Jan Pronk, presidente de la conferencia, la declaró «suspendida» oficialmente.

«Estoy muy decepcionado» y «lamento no haber satisfecho las expectativas mundiales», declaró Pronk.

Un grupo de observadores de grupos ambientalistas abandonaron la conferencia en sus últimas horas ante el evidente estancamiento de las discusiones y rompieron sus tarjetas de identificación en señal de protesta.

«Hacemos esto para expresar nuestra decepción con este proceso. Estados Unidos y las grandes empresas acabaron con cualquier esperanza de combatir el cambio climático», declaró un portavoz del grupo ecologista holandés Rising Tide.

«Los persistentes esfuerzos para debilitar el Protocolo de Kyoto, en particular de Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia, provocaron el colapso de las conversaciones», acusó el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Los principales motivos de disputa fueron los mecanismos de flexibilidad previstos en el protocolo de Kyoto como forma de disminuir el costo de la reducción de las emisiones, así como los procedimientos de aplicación obligatoria y las eventuales sanciones por incumplimiento.

Estados Unidos impulsó una interpretación muy liberal de esos mecanismos de flexibilidad, que la UE y el Grupo de los 77 (G-77) países en desarrollo no estaban dispuestos aceptar y de hecho rechazaron.

Uno de los mecanismos de flexibilidad previstos en el protocolo es el intercambio internacional de toneladas de gases de invernadero, generados por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y sus derivados.

Estados Unidos, el mayor emisor de dióxido de carbono (el principal gas de invernadero), se aferró a ese mecanismo para poder cumplir con sus objetivos de reducción.

La propuesta de Estados Unidos le hubiera permitido producir grandes cantidades de dióxido de carbono y compensar esas emisiones con «sumideros» de carbono, es decir, plantaciones forestales y tierras agrícolas.

Por otra parte, la UE pretendía que las naciones industrializadas asumieran el liderazgo de la lucha contra el cambio climático y redujeran sus propias emisiones mediante políticas domésticas, y por eso propuso un tope concreto al uso de sumideros.

Los países industrializados producen 70 por ciento de los gases de invernadero, y sólo Estados Unidos emite 25 por ciento.

WWF elogió a la Unión Europea, que a su criterio «actuó como un bloque más progresista en las negociaciones, pero no pudo vencer la resistencia de los principales contaminantes y llegar a un acuerdo».

Las naciones en desarrollo arguyeron que la posición de Estados Unidos violaba el principio de los «pagos por contaminación» y señalaron que ese país emite un cuarto de todo el dióxido de carbono aunque sólo tiene cuatro por ciento de la población mundial.

El portavoz del G-77, el nigeriano Sani Daura, declaró el sábado a la sesión plenaria que el fracaso de la conferencia condenaba a los países en desarrollo a las catástrofes ambientales.

«Continuaremos siendo las principales víctimas del cambio climático», lamentó.

La federación ambientalista Amigos de la Tierra Internacional también culpó a Estados Unidos y sus aliados en la conferencia por el fracaso de ésta, ya que «pelearon con uñas y dientes para aprovechar cualquier punto débil del Protocolo de Kyoto».

Así mismo, Amigos de la Tierra acusó a firmas transnacionales como la petrolera Exxon de «tratar de aprovechar las negociaciones para crearse nuevos mercados de intercambio de carbono», además de «usar su influencia política para bloquear medidas contra el cambio climático en el Congreso estadounidense»

Importantes organizaciones ambientalistas, entre ellas WWF, Greenpeace Internacional, Defensa Ambiental y la Unión de Científicos Preocupados, emitieron una declaración conjunta en la que lamentaron «la pérdida de esta oportunidad de hacer frente a las amenazas del cambio climático».

Por su parte, el negociador estadounidense Frank Loy declaró que «ningún país ofreció más propuestas creativas para destrabar las negociaciones» que el suyo, y que «muchos negociadores se aferraron a posiciones guiadas por el dogmatismo, y no por el pragmatismo».

Sin embargo, consideró que «se estuvo a punto» de alcanzar un acuerdo sobre cuestiones clave.

El ministro francés de Ambiente, Dominique Voynet, cuyo país ocupa la presidencia rotativa de la UE, opinó que «quizá otra media jornada» de negociaciones habría destrabado el proceso.

«Kyoto no ha muerto», aseguró Voynet, que rechazó cualquier idea de «fracaso». Admitió, sin embargo, que las conversaciones «no fueron coronadas con el éxito que se hubiera deseado». (FIN/IPS/tra-en/bk/da/mlm/en/00

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