Los últimos casos del mal de Creutzfeldt- Jakob, manifestación humana del mal de las vacas locas, originó en Francia una revalorización de la alimentación natural del ganado, en detrimento de un sistema de producción agroindustrial que suministraba a herbívoros forraje de origen animal.
La caída de la demanda de la carne bovina francesa y la crisis de confianza internacional de ese producto es el precio que tiene que pagar ese sistema de producción, estimaron agricultores y expertos, entre ellos el biólogo Claude Alegre, quien hasta marzo se desempeñó como ministro de Educación.
«El modelo agrícola y ganadero de producción hasta ahora en vigor en Europa, que privilegia la productividad en detrimento de la calidad, funciona en contra de preceptos naturales elementales», declaró Alegre, profesor en la Facultad de Bioquímica de Paris.
«El principal culpable de la crisis de las vacas locas es el modelo económico británico thatcherista (de la ex primera ministra Margareth Thatcher) de los años 80, que convirtió las ganancias en el a único criterio de funcionamiento de la economía, incluso en materia de alimentación», agregó Alegre.
«Al darle harina animal a herbívoros, los productores trastornaron el sistema de inmunidad de los bovinos. Y encima, la harina animal estaba contaminada», aseguró Alegre.
Esta opinión es compartida por agricultores agrupados en la Confederación Campesina, una asociación de pequeños empresarios rurales que clama por una producción natural de alimentos.
«La crisis es el precio que Europa debe pagar por promover durante años un modelo económico en el sector alimentario que privilegia la producción intensiva y que ignora normas básicas de calidad», estimó José Bové, líder de la Confederación Campesina y organizador de protestas contra la globalización.
También los grandes productores creen, si bien a regañadientes, que el modelo agrícola y ganadero vigente hasta ahora ya no es viable a causa de la crisis de confianza.
«Nosotros podemos producir carne de calidad sin emplear harina animal. Pero esta calidad tiene un precio», declaró Luc Guyau, presidente de la Federación Nacional de Explotadores Agrícolas, la principal asociación francesa de empresarios del sector.
Guyau agregó que «el modelo agrícola vigente hasta ahora funcionó por el consenso entre productores, gobierno y consumidores, con el común denominador del precio bajo».
«Si los productores deben cambiar el modelo, la sociedad va a tener que cambiar también su actitud hacia la alimentación, y aceptar que hay un precio a pagar por la calidad», dijo Guyau.
Francia es, con 21 millones de cabezas de ganado, el país criador más importante de Europa.
La nueva crisis por el mal de las vacas locas se desencadenó el 20 de octubre, cuando carne bovina procedente de animales enfermos fue descubierta en supermercados y mataderos en el norte de Francia.
A esa revelación se sumaron el creciente número de casos de bovinos enfermos detectados este año y la identificación de un nueva víctima del mal de Creutzfeldt-Jakob.
Hasta ahora se han detectado tres casos de la enfermedad en Francia, según datos oficiales. El último es el del joven Arnaud Eboli, de 19 años, quien yace moribundo en la casa de sus padres. Los otros dos pacientes fallecieron en 1996 y a principios de este año.
La enfermedad de Creutzfeld-Jakob era muy rara en todo el mundo y solía afectar sólo a mayores de 55 años hasta 1996, cuando se detectó su conexión con el mal de las vacas locas en Gran Bretaña, donde murieron 81 personas por esa causa desde entonces.
Los primeros síntomas incluyen temblores, nerviosismo, falta de memoria, pérdida del equilibrio, alucinaciones y debilidad. Las víctimas pasan con rapidez a un estado en que no pueden caminar ni hablar.
Las autoridades registraron 183 casos de bovinos con el encefalopatía espongiforme bovina, nombre científico de la enfermedad de las vacas locas.
El consumo de carne de res cayó 40 por ciento en Francia. En un intento por restaurar la confianza de los consumidores, el gobierno francés prohibió la semana pasada el uso de harina animal como forraje para aves, peces, cerdos y animales domésticos.
Esta prohibición se suma a la vigente desde 1994 de alimentar rumiantes con harina animal.
Además, el gobierno decidió prohibir la venta de ciertas piezas de la carne de res, como cortes de costilla, por considerar que pueden ser vectores de la proteína portadora de la enfermedad de las vacas locas. Otra medida prohíbe el uso de huesos bovinos para la producción de gelatina.
El gobierno francés también promoverá el cultivo de oleaginosas, como la colza y la soja, para utilizarlas como forraje, y que incrementará el financiamiento de la investigacion de la encefalopatía espongiforme bovina y de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
Los países de Europa son hoy importadores netos de estas oleaginosas, como consecuencia de las cuotas de producción establecidas en 1993 por la Organización Mundial del Comercio, que autorizan a este continente a limitar su producción a solo 25 por ciento de sus necesidades.
El plan gubernamental de prohibir la harina animal como forraje provocó reacciones irónicas. El diario Le Monde tituló: «A partir de hoy, y por orden gubernamental, las vacas francesas volverán a ser herbívoras.»
Este periódico también publicó un largo informe sobre la crianza de bovinos en América del Sur.
«Las vacas argentinas corretean todo el día sobre la jugosa hierba de la pampa. Aquí, en Argentina, la enfermedad de las vacas locas no existe ni existirá jamás, porque el ganado se alimenta exclusivamente de hierba fresca», escribió la corresponsal Christine Legrand.
En total, el plan gubernamental francés costará unos 1.000 millones de dólares. Este monto no incluye las subvenciones estatales a ganaderos y a agricultores, dadas a conocer este martes y que suman unos 520 millones de dólares.
Las autoridades francesas consideran que este plan es el sistema más riguroso de control de la enfermedad de las vacas locas que existen en el mundo. Pero el gobierno no logró restablecer la confianza de los consumidores. El plan parece haber provocado el efecto contrario.
El Centro de Investigación de las Condiciones de Vida calculó la caída del consumo interno de carne en alrededor de 40 por ciento, se informó esta semana. A este retroceso de la demanda interna se suman los embargos decretados esta semana por Austria, Egipto, España, Grecia, Hungría, Marruecos y Rusia.
Además, Francia se comprometió el lunes ante la Unión Europea (UE) a no exportar la harina animal que produce. Esta producción alcanza los 1.000 millones de toneladas anuales, que ahora deben ser incineradas o almacenadas. Francia no logró que la UE prohiba en general el uso de harina animal como forraje.
«La desconfianza hacia la carne bovina francesa es una paradoja», declaró el primer ministro Lionel Jospin.
«Precisamente porque nuestro país ejerce los controles más rigurosos es que detectamos casos de vacas enfermas. Pero por eso, otros países, que no efectúan ningún control, creen que es peligroso consumir carne bovina francesa. Esta conclusión es injusta e incorrecta», anadió.
La vía de infección de estas reses constituye un misterio, dado que Francia prohibió en 1990 el uso de harina animal como alimento para bovinos.
Por eso, se teme que sea posible la transmisión hereditaria, el contagio de la madre a los terneros a través de la leche o aun entre especies, pues la harina animal seguía hasta la semana pasada autorizada como complemento alimentario para peces y aves.
La encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas integra un grupo de enfermedades infecciosas poco conocidas que afectan a humanos y animales.
No son causadas por virus o bacterias, sino por un agente conocido como proteína «prion» que, según se cree, produce una lenta reacción bioquímica que modifica las moléculas de proteína del cerebro.
Como consecuencia, el cerebro adquiere la consistencia de una esponja, con resultados siempre fatales.
Los «priones» no parecen provocar respuesta inmunitaria alguna en las víctimas, son muy estables y pueden resistir temperaturas extremas, radiación y antisépticos que matarían a otros agentes infecciosos. (FIN/IPS/jg/mj/dv he/00