SALUD-FRANCIA: Ola de temor por enfermedad de las vacas locas

Un nuevo caso de la enfermedad humana de Creutzfeld-Jakob y la venta al público de carne infectada detectada por las autoridades originaron en Francia una ola de temor por el mal de las vacas locas, similar a la que sufre el público británico hace cuatro años.

El fenómeno llevó el fin de semana a una cadena de restaurantes a suspender la preparación de platos a base de carne. Escuelas públicas de toda Francia también han eliminado la carne del menú, presionadas por los padres.

La venta de carne experimenta una caída dramática, que se estima entre 20 y 50 por ciento. Algunos mataderos en la región de Bretaña, en la costa del océano Atlántico, informan descensos de la demanda de hasta 70 por ciento.

Los propios ganaderos resolvieron el martes retirar del mercado la carne procedente de toda res nacida antes del 15 de julio de 1996, que representan más de un millón de bovinos o entre cinco y siete por ciento del ganado.

En esa fecha se desató el temor tras detectarse en Gran Bretaña el vínculo entre la encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas y la enfermedad de Creutzfeld-Jakob en humanos que consumieron su carne.

El nuevo caso confirmado del mal de Creutzfeld-Jakob afecta a Arnaud, un joven de 19 años de París, descripto por sus padres como un amante de hamburguesas y quien sufre los síntomas desde noviembre de 1999.

El caso de Arnaud fue revelado el lunes por la televisión francesa, que emitió imágenes del joven enfermo similares a las hechas públicas a fines de octubre por la televisión británica de Zoe, una niña que murió de la enfermedad de Creutzfeld-Jakob que murió el 28 de ese mes.

Esta enfermedad era muy rara en todo el mundo y solía afectar sólo a mayores de 55 años hasta 1996.

Sus primeros síntomas incluyen temblores, nerviosismo, falta de memoria, pérdida del equilibrio, alucinaciones y debilidad. Las víctimas pasan con rapidez a un estado en que no pueden caminar ni hablar.

La madre de Arnaud declaró al canal de televisión M6 que el joven pasó «de ser un joven dinámico y vivaz a ser un vegetal». Mientras, el padre acusó al personal médico que trató al joven y a la autoridades gubernamentales «de ocultar la verdad».

«Los grandes intereses económicos que están en juego impiden que en Francia haya transparencia sobre la dimensión de la epidemia», aseguró.

Solo dos personas han muerto en Francia de la enfermedad de Creutzfeld-Jakob según los registros oficiales, pero expertos consideran que la cifra real es mucho mayor.

Las estadísticas oficiales sobre la enfermedad no son confiables, pues en 18 meses entre 1997 y 1998 no fueron actualizadas como consecuencia de una prolongada huelga del personal paramédico encargado de mantenerlas al día, según los especialistas.

La ministra de Salud, Dominique Gillot, declaró el martes al diario Le Parisien que «Francia debe prepararse para enfrentarse a decenas de casos del mal de Creutzfeld-Jakob». En Gran Bretana, de acuerdo con cifras oficiales, 81 personas han muerto víctimas de la epidemia.

Alarmado, el gobierno considera prohibir todo uso de harina animal como alimento para el ganado.

Además, las autoridades sanitarias han sugerido emplear cortes alternativos de la carne bovina para evitar que los huesos, posibles vectores de la proteína transmisora de la enfermedad de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina) a los humanos, sean vendidos al público.

La desconfianza se generalizó en las últimas semanas, tras descubrirse a fines de octubre que carne procedente de animales con la enfermedad de las vacas locas había sido vendida en forma irregular en el mercado francés.

Además, desde principios de este año se han detectado 86 casos de bovinos infectados con la enfermedad. Esta cifra triplica los casos detectados el año pasado, y lleva la cifra total en Francia de animales en los que se detectó el mal a 130.

La vía de infección de estas reses constituye un misterio, dado que Francia prohibió en 1990 el uso de harina animal como alimento para bovinos.

Por eso, se teme que sea posible la transmisión hereditaria, el contagio de la madre a los terneros a través de la leche o aun entre especies, pues la harina animal sigue siendo autorizada como complemento alimentario para peces y aves.

La encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas integra un grupo de enfermedades infecciosas poco conocidas que afectan a humanos y animales.

No son causadas por virus o bacterias, sino por un agente conocido como proteína «prion» que, según se cree, produce una lenta reacción bioquímica que modifica las moléculas de proteína del cerebro.

Como consecuencia, el cerebro adquiere la consistencia de una esponja, con resultados siempre fatales.

Los «priones» no parecen provocar respuesta inmunitaria alguna en las víctimas, son muy estables y pueden resistir temperaturas extremas, radiación y antisépticos que matarían a otros agentes infecciosos.

Francia es el único miembro de la Unión Europea que mantiene el embargo a la importación de carne bovina de Gran Bretaña. Los restantes socios del bloque aceptaron dejar sin efecto el embargo tras una decisión en tal sentido de la Comisión Europea en Bruselas de agosto de 1999.

A pesar del embargo, la policía francesa logró determinar que al menos 3.200 toneladas de carne y decenas de miles de toneladas de harina animal de origen británico fueron vendidas en Francia de manera ilegal.

La policía francesa creó una unidad especial, conocida como «la célula de la vaca loca», para investigar estas ventas, y que descubrió una red internacional de tráfico de carne británica. El principal sospechoso de dirigir esta red internacional es el empresario belga Rudy Decock.

El teniente coronel Pierre Patin, jefe de la «célula», informó que sobre Decock pesa una orden internacional de detención, si bien vive libremente en la ciudad balnearia belga de Knokke, al norte de Brujas.

«Decock ha estado un par de días detenido, pero la justicia belga siempre lo deja libre», dijo Patin. La policía francesa estima que Decock incluso obtuvo subvenciones de la Comisión Europea por unos tres millones de dólares.

La «célula» también estableció que esta red de traficantes exportó carne británica a países en desarrollo, en especial a Egipto y a naciones de Africa occidental como Guinea Bissau, y también a Rusia.

«La carne británica es transportada ilegalmente a Bélgica, donde a través de medios fraudulentos es redeclarada como carne de origen belga. Con nuevos documentos, la carne es entonces transportada a Holanda y a Francia, y de aquí a Africa y a Rusia», aseguró Patin. (FIN/IPS/jg/mj/he dv/00

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