PUERTO RICO: Prospera experimento social en comunidad marginal

Si se menciona a Cantera, en Puerto Rico, la gente piensa en chozas de madera miserables asentadas sobre pilones a lo largo del sector más sucio y lleno de basura de Caño Martín Peña, un estuario en la ciudad de San Juan.

Visitar Cantera significa internarse en callejueles estrechas, en su mayoría sin nombre. Algunas viviendas son accesibles solamente a través de angostos pasajes. Para un observador desprevenido, es una imagen de desesperación.

Sin embargo, la comunidad de Cantera, situada en una de las zonas más pobres y densamente pobladas de San Juan, es objeto de uno de los experimentos sociales de mayor éxito en la historia municipal.

Rodeada de agua al norte, sur y este, Cantera es una península que penetra en las lagunas contiguas de San José y Corozos. La comunidad fue fundada a comienzos del siglo pasado por gente sin techo de otras partes de Puerto Rico, y resistió décadas de intentos para desalojarla, si bien la amenaza sigue presente.

"Esta no es una comunidad común", explicó Mabel Román, coordinadora de relaciones comunitarias para el Proyecto de Península Cantera. El proyecto es una organización de base fundada por los propios residentes para mejorar sus condiciones de vida y defenderse de fuerzas políticas y económicas hostiles.

La organización debe su historia al huracán Hugo en 1989. La devastación causada por el desastre natural fue un llamado de atención para todos los miembros de la comunidad, dado que las áreas mas bajas de Cantera son vulnerables a las inundaciones.

"Hugo nos hizo conscientes de nuestra fragilidad", dijo el activista comunitario Santiago Reillo, que vive en Cantera desde hace 50 años. Después del huracán, Reillo descubrió que en el ayuntamiento de San Juan había alrededor de 30 proyectos de desarrollo para Cantera que estaban archivados.

La mayoría de los proyectos trataban sobre construcción de viviendas para gente de altos ingresos y hoteles de lujo. "Vi un modelo en escala de uno de esos proyectos. Sí, era Cantera, pero la comunidad ya no estaba allí", apuntó.

El desalojo parece estar a la vuelta de la esquina para la comunidad. Los residentes se preguntaron cómo podrán reubicar a sus familias en zonas proclives a la inundació sin colaborar con los planes municipales para trasladar a sus habitantes.

El Proyecto de Península Cantera fue creado al principio para reubicar a las familias en esa zona, con justicia social y sin desmembrar a la comunidad.

Incorporado formalmente como una institución sin fines de lucro en 1992, el proyecto unió a la comunidad, el sector privado y el gobierno en un esfuerzo conjunto para promover el desarrollo integral de Cantera.

Aparte de supervisar la reubicación en marcha de residentes de áreas sujetas a inundaciones, el proyecto también contiene gran variedad de actividades recreativas y culturales, formación laboral, desarrollo, tutela de la salud y el establecimiento de un centro de computación comunitario.

Cantera cuenta ahora con una empresa de reciclaje manejada por la comunidad, considerada la más exitosa de Puerto Rico.

"No esperamos que gente de otras comunidades copie el ejemplo de Cantera", dijo Román. "Cada comunidad tiene sus propias necesidades, peculiaridades y objetivos. Queremos ser capaces de inspirar a la gente para que se organice y luche por aquello que le pertenece legítimamente. No se trata de pedir favores…"

Muchos profesionales con disciplinas diferentes se han presentado voluntariamente para participar del proyecto, pero Román advirtió que la experiencia no era para todos.

"Trabajar con comunidades es una bella experiencia, pero las universidades no enseñan eso. Muchos universitarios se creen superiores porque son expertos en alguna cosa".

"Sin embargo deben trabajar cara a cara con gente que no terminó la secundaria pero conoce muy bien sus derechos y lo que necesita la comunidad. No todos los profesionales están preparados para involucrarse en esa clase de relación", dijo.

"Algunos han sido capaces de adaptarse y resultaron transformados por el proceso. Otros no encajaron y se fueron, quejándose de que no podían trabajar con toda la comunidad observándolos por encima de sus hombros", agregó Román.

Muchos residentes comunitarios también tuvieron que cambiar de actitud y responsabilizarse con sus vidas y destino colectivo.

"Algunos lo resienten porque se pasaron la vida delegando responsabilidades, atrapados en un sistema de bienestar que los convirtió en recipientes pasivos de la asistencia estatal", dijo.

"Aquí se trata sobre todo de educar a residentes, políticos y gente de negocios. Es un proceso educativo intenso y a veces frustrante", expresó Román, resumiendo la experiencia de Cantera. (FIN/IPS/tra-en/crm/da/ego/aq/dv/00

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