ESTADOS UNIDOS: Florida, esquiva llave de la Presidencia

El resultado de la lucha por la Presidencia de Estados Unidos entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush se mantiene en suspenso, a la espera del recuento oficial de votos en el sureño estado de Florida, que definirá los comicios más reñidos en la historia de este país.

El candidato que triunfe en Florida se convertirá en el nuevo presidente, pues ese estado le aportará 25 integrantes para el colegio electoral de 538, suficientes para ganar la elección. En el sistema de comicios indirectos estadounidense, para ganar se requieren 270 escaños en ese órgano.

Gore disponía hasta este miércoles de 260 electores y Bush, de 246, mientras la diferencia entre ambos ascendía a más de 250.000 votos en unos 95 millones ya escrutados.

Si Bush gana en Florida, alcanzaría los 271 electores que necesita para ganar. Sería la primera vez desde 1888, y la tercera vez en la historia de Estados Unidos, que el ganador de la votación popular no se convierte en presidente.

En la madrugada del miércoles Bush superaba a Gore por más de 1.800 votos entre los casi seis millones de votantes de Florida. Las leyes electorales de ese estado establecen que cuando la votación es tan reñida se debe hacer un recuento oficial que concluirá este jueves, según las autoridades.

Los votos emitidos desde el exterior recibidos en ese estado en las elecciones de 1996 fueron 2.300, más de la diferencia actual.

Si Bush gana en Florida, sus electores se elevarían a 271, uno más de los necesarios para acceder a la Presidencia. En cambio, si Gore triunfa en ese estado, alcanzaría a tener 285.

La incertidumbre dominó la mañana del día siguiente a la votación, luego de una madrugada de tensión en la que Gore primero reconoció su derrota y luego se retractó al ver que todavía tenía posibilidades de llegar a la Presidencia.

La elección en sí tuvo muchas sorpresas. Muchos expertos, por ejemplo, pronosticaban que Bush ganaría en el voto popular pero que perdería electores en los estados clave. Sin embargo, esto ocurrió exactamente al revés: el candidato demócrata fue el ganador en el voto popular en todo el país.

Bush y su compañero de fórmula, Dick Chaney, sostuvieron que su triunfo en Florida es seguro pero que el país debe esperar hasta que se vuelvan a contar los votos, lo que no sucederá, dijo, hasta este jueves.

El ex secretario de Estado republicano James Baker será el representante de Bush en los trámites que aún restan en Florida, y el también ex secretario de Estado, pero demócrata, Warren Christopher, representará a Gore.

La candidatura de Ralph Nader, del Partido Verde, podría ser el factor fundamental de una eventual derrota de Gore.

Nader, que esperaba alcanzar cinco por ciento de los votos, sólo obtuvo entre dos y tres por ciento a nivel nacional, pero al menos en New Hampshire, uno de los estados clave, fue suficiente para incidir en la elección y permitir la victoria de Bush.

Así mismo, la votación total de Nader en Florida y Oregon supera de forma amplia el estrecho margen entre los candidatos de los principales partidos.

Se supone que la gran mayoría de los votos de Nader hubieran ido para Gore si el candidato verde, que acusa a sus contendientes de ser «empleados de las multinacionales», no se hubiera presentado.

De esta forma, Nader desempeñó el papel de «aguafiestas» de Gore, así como el multimillonario texano Ross Perot lo fue para el republicano George Bush en las elecciones de 1992, en las que triunfó Clinton.

Pero Nader, que llevó a cabo una dura campaña en los estados clave, entre ellos Florida, defendió su candidatura hasta el día anterior a los comicios. «Sólo Al Gore puede derrotar a Al Gore», afirmó.

Pero más allá de Nader, el principal fracaso de Gore fue no poder quedarse con varios estados que Clinton ganó con facilidad en 1992 y 1996, en especial Arkansas, el hogar del presidente, West Virginia, y su propia tierra natal, Tennessee.

La derrota de Gore en West Virginia, un estado productor de cobre, fue atribuida en su gran parte a la presión que ejerció el vicepresidente a las industrias del país para reducir las emisiones de gases invernadero a los que se atribuye el recalentamiento del planeta.

Pero fue la derrota en Tenessee, sin embargo, la que le fue particularmente dolorosa, no sólo porque él representó a ese estado durante 16 años, sino también porque con sus 11 votos electorales pudo haber sellado su victoria sin esperar los resultados de Florida.

Los demócratas, que tenían 46 de los 100 asientos del Senado antes de la elección, pasaron a tener 49 o quizás 50, depende del resultado final en la reñida votación en el estado de Washington.

Si los demócratas obtienen 50 bancas, será el vicepresidente — sea Dick Cheney por los republicanos o Joe Lieberman por los demócratas— el que determinará qué partido tendrá la mayoría en el Senado.

Pero Lieberman ya tiene un asiento por lo que, si Gore se convierte en presidente, deberá renunciar a él y en su lugar asumirá un republicano, el gobernador de Connecticut.

Otra desilusión para los demócratas fue su fracaso en reconquistar la mayoría en la Cámara de Representantes, que perdieron en 1994.

Las encuestas a boca de urna demostraron que existen importantes brechas étnicas y de género en las elecciones. Los hombres blancos son los principales partidiarios republicanos en todo el país, mientras Gore cuenta con un importante respaldo de las mujeres.

Más de 90 por ciento de los negros y más de 60 por ciento de los latinos votaron a Gore, pese a la gran popularidad con que cuenta Bush entre los latinos de su estado de Texas.

Todos los estados con importante población latina, excepto Colorado y Texas, apoyaron a Gore. En Florida, donde la mitad de la población latina es de origen cubano, Bush se quedó con 50 por ciento de los votos hispanos, contra 48 de Gore, según los últimos informes.

Por otra parte, la esposa del presidente Bill Clinton, Hillary Clinton, venció con facilidad al representante republicano Rick Lazio en la carrera por el cargo de senador de Nueva York.

Esta es la primera vez que la esposa de un presidente en funciones gana un cargo electivo.

Otro gran triunfo demócrata fue el ocurrido en Missouri. El ex gobernador de ese estado Mel Carnahan, que murió en un accidente aéreo hace dos semanas, derrotó en la carrera por el Senado al republicano John Ashcroft.

Es la primera vez que una persona muerta gana un lugar en el Congreso legislativo. Será su viuda quien ocupará el cargo.

Mientras, el demócrata John Corzine, un ex ejevcutivo de Wall Street que compitió por el asiento en el Senado de New Jersey, ganó por una estrecha ventaja luego de haber gastado 50 millones de dólares en su campaña, la más cara en la historia de las elecciones para el Congreso.

Pero esa fortuna fue sólo una pequeña parte de los 3.000 millones de dólares gastados este año en la campaña electoral. (FIN/IPS/tra-eng/jl/rp-mj/ip/00

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