La globalización creará un futuro con menos monedas nacionales porque los movimientos monetarios están dictados cada vez más por las empresas privadas y no por los gobiernos, según analistas.
Con el euro, el curso legal para 11 países europeos, y la posibilidad de la dolarización de América Latina, los analistas apuntan a la posible reducción en la cantidad de monedas que circulan y una mayor dependencia sobre las más dominantes.
"Diría que tecnología y globalización están borrando en cierta medida la distinción entre el uso nacional e internacional del dinero, y tienen el potencial de cambiar ese hábito radicalmente", señaló Paul Mason, asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En su opinión, las compañías trasnacionales presentes en muchos países hacen transferencias entre sus filiales o subsidiarias con divisas que no están relacionadas con la moneda de cobro de ganancias e ingresos. A menudo informan de sus resultados financieros conjuntamente en la moneda local y en dólares o libras esterlinas.
El uso de Internet para las operaciones bancarias electrónicas también aumenta la posibilidad de que los pagos internacionales se efectúen sin pasar por el sistema bancario tradicional.
"Además, los pagos y liquidaciones se manejan cada vez más por entes financieros privados y no están bajo el control directo del banco central", dijo Mason.
Esa tendencia implica numerosas consecuencias para el sistema monetario internacional, se dijo en un seminario de investigadores del FMI que se realizó en Washington este mes.
Los pagos podrían efectuarse fuera del control directo de los gobiernos y bancos centrales, y la noción de "dineros competitivos" brindaría mayores incentivos.
Si se permite que personas y empresas elijan entre diferentes divisas, también se aseguraría que ganara el "mejor" dinero, se propone.
Como la mayor movilidad de capital redujo la independencia monetaria, los países serían menos reacios a renunciar a sus monedas nacionales, siempre que la divisa dominante tenga la estabilidad necesaria.
No obstante, las mismas fuerzas globalizadoras no han debilitado el nacionalismo. La moneda sigue siendo un importante símbolo de soberanía nacional o regional en muchos países.
"La dolarización podría ser posible para México, pero sería costosa y una ofensa para el pueblo mexicano tener que usar el dólar estadounidense", apuntó Robert Mundell, ganador del Premio Nobel en Economía el año pasado y profesor de la estadounidense Universidad de Columbia.
México tuvo una tasa cambiaria fija entre 1954 y 1976, y durante ese período tuvo el mismo índice de inflación que Estados Unidos. Sin embargo, cuando el país devaluó en 1976, se inició un proceso de volatilidad que hizo pensar a muchos en que se adoptaría el dólar.
"Yo sería partidario, en un futuro próximo, de un mundo donde los países pequeños pudieran optar por lograr cierta unión a través de un determinado sistema monetario, eurización o dolarización", dijo Maurice Obstfeld, profesor de economía en la Universidad de California, en Berkeley.
"Y tendremos las grandes zonas monetarias, la zona del euro, la zona del yen y la zona del dólar coexistiendo, con ocasionales desacuerdos y esporádicos intentos de coordinación e intervención", agregó.
Obstfeld dijo que no se debe esperar que la moneda común corrija los problemas de cada país individual.
"A juzgar por lo ocurrido en la zona del euro, la moneda única no va a producir la misma tasa de inflación en todas las regiones, o el mismo índice de crecimiento productivo, o la misma situación con respecto a empleo y desocupación", agregó.
La zona del euro está formada por Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Luxemburgo y Portugal. Está previsto que Grecia se incorpore en el 2001.
"Es una magnífica idea crear conciencia sobre la importancia de una moneda mundial y yo he sido partidario desde hace mucho tiempo de la divisa única", dijo Mundell. Sin embargo, expresó que la discusión al respecto no debe limitarse a la creación de una moneda única.
Mundell es considerado uno de los padres de las áreas óptimas de circulante y ha escrito mucho sobre la historia del sistema monetario internacional. Además, tuvo un papel fundamental en la adopción del euro.
Señaló que una posibilidad para las grandes divisas del mundo, como el euro, el yen y el dólar, es la creación de una zona monetaria común con tasas de cambio fijas que se utilizaría como referencia para una divisa mundial.
La zona del dólar, con un producto interno bruto de 10 billones de dólares, es la zona monetaria más grande, seguida por la del euro, con siete billones de dólares, y la del yen, con cinco billones.
Teóricamente, debido a su tamaño, Estados Unidos sería el país central, en tanto el Banco de Japón y el Banco Central Europeo podrían fijar sus tasas de cambio en relación a la estadounidense.(FIN/IPS/tra-en/gm/da/ego/aq/if/00