/BOLETIN-AMBIENTE/ CAMBIO CLIMATICO: Ambientalistas critican pasividad de Japón

Japón llegó esta semana a una nueva conferencia sobre cambio climático con pocas propuestas creíbles para reducir su producción de gases de invernadero, señalaron organizaciones ambientalistas.

El gobierno japonés, anfitrión de la conferencia que dio lugar al Protocolo de Kyoto, en 1997, permanece muy lejos del objetivo de reducción de seis por ciento de sus gases de invernadero respecto de los niveles de 1990, acordado en dicha reunión.

Informes gubernamentales indican que las emisiones de dichos gases deberían reducirse 11 por ciento respecto de su nivel actual (unos 13 millones de toneladas por año) para llegar a los niveles de 1990.

Los gases de invernadero, producidos por la quema de combustibles fósiles como carbón y petróleo, son considerados responsables del recalentamiento de la atmósfera terrestre, causante de graves trastornos climáticos.

La Sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático comenzó el lunes en La Haya y se prolongará hasta el viernes 24. Los participantes discutirán nuevas medidas para detener el efecto invernadero.

Japón ya afirmó que sus plantaciones comerciales de árboles pueden absorber 3,7 por ciento de sus emisiones de gases de invernadero.

La mayor parte de esos gases, principalmente dióxido de carbono, son emitidos por las centrales termoeléctricas y los escapes de los vehículos.

«Basarse en las plantaciones de árboles como sumideros de carbono para combatir el cambio climático podría acelerar la destrucción de bosques nativos», advirtió un informe conjunto del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Greenpeace.

Además, Japón cuenta la forestación comercial como factor de reducción del dióxido de carbono, pero no como factor de aumento cuando esos árboles son talados para ser usados como leña, observó WWF en una declaración.

El informe conjunto solicita la exclusión del Protocolo de Kyoto de la cálusula que promueve tales proyectos de compensación de emisiones.

«Japón no acepta normas ambientales ni una definición común de 'bosque', y cuenta a su favor todos los vegetales, desde los parques nacionales hasta los árboles urbanos y los arbustos que crecen junto a las calles», declaró WWF.

Por otra parte, para horror de los ambientalistas, Japón respalda una propuesta que permitirá el intercambio de emisiones con países en desarrollo. Esto sería una forma de evadir las reducciones reales en los países industrializados, arguyeron activistas.

Tokio expresará en la conferencia de La Haya su respaldo a una iniciativa para que las naciones industrializadas otorguen a aquellas en vías de desarrollo ayuda financiera y técnica para enfrentar el cambio climático, a cambio de «créditos» que usarían para cumplir sus propios objetivos de reducción.

«La clave para garantizar el éxito de la conferencia de La Haya es el apoyo a los países en desarrollo», declaró la semana pasada Yoriko Kawaguchi, director de la Agencia Ambiental, al explicar el respaldo de Tokio al sistema de intercambio.

Kawaguchi anunció que Japón, el mayor donante del mundo, aumentará sus contribuciones para la protección ambiental, y opinó que la ayuda técnica debería preparar el camino para que las naciones en desarrollo también acepten objetivos de reducción de sus emisiones.

Pero Japón y los otros países industrializados, principales responsables de las emisiones de dióxido de carbono, tienen muchas dificultades para cumplir con los objetivos fijados en Kyoto.

Las grandes empresas japonesas se oponen a cualquier medida del gobierno para cumplir con las metas nacionales de reducción de gases de invernadero.

Disminuir las emisiones a los niveles de 1990 es muy difícil para Japón, porque amenazaría sus industrias, arguyó Hajime Ohta, consejero ejecutivo de la Federación Japonesa de Organizaciones Económicas (Keidanren), la mayor organización empresarial de este país.

La demanda de energía crece en el sector del transporte y entre los consumidores, y por lo tanto el gobierno debería perseguir sus objetivos de reducción aumentando la eficiencia de las fuentes de energía de menor costo.

El Keidanren, estrechamente vinculado con políticos, se opone a un impuesto al transporte, si bien exhorta a la industria automovilística a promover la fabricación de vehículos menos nocivos para el ambiente.

La asociación empresarial también promueve la forestación como forma de reducir los gases de invernadero.

Mientras tanto, ya se perciben en Japón los efectos del cambio climático. La temperatura promedio aumentó 1,2 grados centígrados en un siglo, informó Koji Murayama, de la Asociación Meteorológica de Japón.

También cambió la tendencia de las precipitaciones, con lluvias muy abundantes en algunas regiones y casi inexistentes en otras, explicó. Como resultado, son más frecuentes las inundaciones.

El aumento de la temperatura promedio también provocó la entrada de nuevas pestes, propias de climas subtropicales, y la pérdida de 20 a 30 por ciento de las costas.

El gobierno fue advertido sobre las consecuencias devastadoras que estos cambios podrían producir sobre la agricultura y la pesca, «pero no hace nada por detener el cambio climático», lamentó Murayama.

Lo peor es que ya puede ser demasiado tarde, concluyó el científico. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/en/00

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