Analistas políticos de Yugoslavia opinaron que el fin de una década de gobierno del ex presidente Slobodan Milosevic, el 6 de octubre, puso en grave peligro la supervivencia de su Partido Socialista de Serbia (SPS).
El otrora omnipotente SPS, fundado y dirigido por Milosevic durante los años 90, surgió como transformación del partido comunista que había gobernado el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
«Yugoslavia fue el único país en la región (del llamado bloque socialista) que no experimentó un cambio de régimen tras la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989», apuntó Djana Vukomanovic, una investigadora del Instituto de Estudios Políticos de Belgrado.
Milosevic se presentó como candidato a la reelección en las elecciones del 24 de septiembre, y no quiso aceptar el triunfo en ellas del candidato opositor, Vojislav Kostunica.
La victoria de la Oposición Democrática de Serbia (DOS) de Kostunica sólo fue reconocida por el ex presidente casi dos semanas después de los comicios, en el marco de huelgas y protestas masivas en Serbia y de la pérdida del respaldo internacional de Rusia, uno de los pocos con que contaba.
«El futuro del SPS está en manos de la facción más moderada de sus dirigentes, que deberá procesar cambios personales e ideológicos para lograr que ese partido se adecue a las modernas tendencias políticas europeas», agregó.
Funcionarios del SPS dijeron que el catastrófico desempeño de Milosevic y su partido en las elecciones generales del 24 de septiembre fueron un golpe demoledor. En la actualidad, muchas filiales provinciales del SPS piden que el ex presidente yugoslavo renuncie a la jefatura del partido.
«La gente nos abofeteó el rostro en las elecciones y tras ellas. Debemos aprender la lección», dijo el máximo dirigente del SPS de Belgrado, Ivica Dacic.
«Antes de las elecciones se cometieron terribles errores, cuando se decidió que la campaña presentara los comicios como una opción a favor o en contra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esos errores pueden ser atribuidas a las ideas de un solo hombre, Slobodan Milosevic», afirmó.
La OTAN bombardeó Yugoslavia en 1999, con el argumento de que buscaba evitar el genocidio de personas de origen albanés en la provincia separatista serbia de Kosovo, y la campaña electoral del SPS afirmó que los integrantes de la DOS eran «traidores» y «mercenarios de la OTAN».
«Describimos a la mejor parte de la población en esos términos y los votantes se indignaron», admitió Dacic.
Todo indica que los electores culparon a Milosevic de graves errores en 10 años marcados por el desmembramiento de la antigua Federación Yugoslava en guerras separatistas, las sanciones económicas internacionales y por último los ataques aéreos, que causaron grave deterioro de las condiciones de vida en el país.
De los 5,4 millones de serbios que acudieron a las urnas, menos de 1,4 millones votaron por el oficialismo.
Muchos integrantes del SPS opinan además que la creación en 1994 de Izquierda Yugoslava (JUL), un partido neomarxista liderado por la esposa de Milosevic, Mira Markovic, fue una de las mayores equivocaciones del ex presidente.
El partido de Markovic tomó desde su creación el control de gran parte de los negocios y recursos financieros que quedaban en el país, sofocado por las sanciones internacionales.
«Ningún país puede ser conducido por dos partidos surgidos del mismo lecho», dijo Raka Radovanovic, uno de los principales dirigentes del SPS.
Un grupo de ex dirigentes del SPS, caídos en desgracia por críticas de Markovic contra ellos, pidieron tras los comicios la renuncia de Milosevic como presidente del SPS y planean formar un nuevo Partido Socialista «basado en ideas modernas».
«Milosevic debería renunciar a la jefatura del partido tras su desastrosa derrota», dijo Zoran Lilic, un ex alto dirigente del SPS, quien abandonó el partido en agosto.
Lilic afirmó que la actitud del ex presidente después de los comicios del mes pasado llevó el país al borde de una nueva guerra civil.
«El SPS puede volver a la vida política si se convierte en un moderno partido de izquierda, luego de cambios radicales en la cúpula. Debe convertirse en un opositor constructivo, o será barrido de la escena política», aseguró Milorad Vucelic, otro ex dirigente oficialista, expulsado por Milosevic en 1998.
Analistas políticos piensan que Vucelic es el político con más probabilidades de quedar al frente de un SPS reformado, si Milosevic pierde la conducción de ese partido.
Sin embargo, la única renuncia importante al SPS tras las elecciones fue la de Gorica Gajevic, la poderosa secretaria general del partido y una de las colaboradoras más estrechas de Milosevic.
Gajevic fue forzada a dimitir en una reunión del Consejo Ejecutivo del SPS, el cual decidió realizar un congreso partidario el 25 de noviembre.
El último congreso se llevó a cabo en febrero, y en esa ocasión el SPS anunció que tenía 500.000 afiliados.
«En circunstancias políticas normales, un nuevo partido de izquierda, formado por miembros del SPS poco identificados por el público con Milosevic, podría lograr alrededor de 15 por ciento de los votos, y eso sería un buen desempeño tras los catastróficos errores del SPS», apuntó Vukomanovic.
Integrantes del SPS reconocieron que es «muy doloroso» para ellos haber perdido el gobierno y no contar ya con el control de la Radiotelevisión Serbia, que fue el instrumento de propaganda más poderoso de Milosevic.
Muchos simpatizantes de Milosevic entre la gente común pensaban que el ex presidente era el símbolo de los serbios y que jamás perdería el poder.
La mayor parte del apoyo a Milosevic provino de adultos de edad avanzada, quienes adhirieron a las posiciones del ex presidente sobre la superioridad serbia tras la muerte en abril de 1980 del ex líder comunista yugoslavo Tito (Josip Broz) la mayor figura política del país desde la Segunda Guerra Mundial.
«Hay mucha gente que se siente mal, personas que creyeron durante muchos años que Milosevic no podía hacer nada equivocado. Ahora, de repente, lo negro es blanco y el día es noche para ellos», opinó el psicólogo Zarko Trebjesanin.
«Esa gente necesita ayuda. Admitir que Milosevic estaba equivocado le quitará valor a sus propias existencias, y llevará tiempo que se adapten a la realidad», predijo. (FIN/IPS/tra- eng/vpz/sm/ego/mp/ip/00)