La situación social de los niños y niñas de América Latina y el Caribe mejoró poco desde que en 1990 se celebrara la Cumbre Mundial de la Infancia en Nueva York, concluyeron representantes de 37 gobiernos americanos reunidos hoy en Jamaica.
Por ejemplo, 40 por ciento de los niños de la región viven en la pobreza.
«Que los niños tengan un buen comienzo y buenas oportunidades en la vida no es sólo un imperativo moral, sino un derecho reconocido en el plano internacional por la Convención de los Derechos de la Infancia. También es la manera más eficiente de reducir la pobreza», según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Todos los países de América Latina y el Caribe firmaron la Convención que estipula que los países «tienen la obligación moral y legal» de asegurar el acceso universal a la educación primaria, la salud pública y otros servicios básicos para niños pequeños y adolescentes.
Pero en muchos países latinoamericanos este no es el caso.
En Ecuador, 75 por ciento de la población infantil vivía en la pobreza en 1999, frente a 40 por ciento en 1995. Así mismo, la cantidad de niños que trabajaban aumentó un sexto. En Bolivia, México, Perú y Venezuela, al menos 40 por ciento vive por debajo de la línea de pobreza absoluta de dós dólares diarios.
En general, 144 millones de los 450 millones de habitantes de América Latina y el Caribe viven en la pobreza.
«El bienestar de estos niños y de las generaciones futuras sólo mejorará si los gobiernos, organizaciones internacionales, ONG y otros… hacen las inversiones necesarias en educación primaria, atención básica de salud y sistemas decorosos de agua y saneamiento», según Unicef.
Pero los observadores argumentan que es casi imposible que los gobiernos se comprometan a reducir la pobreza cuando en la mayoría de los países se cuadruplicó desde los años 80 la parte del presupuesto nacional que se destina al pago de la deuda externa.
En algunos países, 70 centavos de cada dólar recaudado se destina a la deuda externa.
«La voluntad política que se requiere para cambiar la situación no está ahí. La mayoría de las veces, los niños y sus familias figuran últimos entre los objetivos de los gobiernos», agregó.
Para terminar con la pobreza, los gobiernos deberían destinar 20 por ciento del presupuesto a los servicios sociales básicos, sostuvieron algunos participantes de la conferencia.
Esto sería un beneficio a largo plazo ya que los niños y niñas que viven en la pobreza crecen en la inseguridad, expuestos a la discriminación y proclives a la violencia, aseguraron otros.
La violencia es un problema en muchos países. En Jamaica, casi 700 personas fueron asesinadas en lo que va del año en la población de 2,5 millones. Muchos de los responsables fueron jóvenes pobres y sin educación.
La mala distribución del ingreso es un problema que se debe resolver, argumentaron los asistentes que este viernes firmaron el llamado Consenso de Kingston. Este documento se presentará en septiembre en la sesión especial que celebrará la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre la infancia.
El 10 por ciento de la población de la región recibe 40 por ciento del ingreso total, mientras el 30 por ciento más pobre recibe sólo 7,5 por ciento.
Mientras 94 por ciento de los niños de mayores ingresos terminan la educación primaria, sólo 10 por ciento del nivel más bajo lo hacen. Por falta de recursos, las escuelas están superpobladas, mal equipadas y con maestros mal remunerados y poco capacitados.
Los niños más pobres repiten el año escolar con mayor frecuencia y abandonan la escuela más que sus compañeros más adinerados. Casi 42 por ciento de los niños latinoamericanos repiten el primer año escolar y 30 por ciento repiten el segundo.
Al menos ocho millones de niños en edad escolar no van a la escuela, y sólo uno de cada seis niños de uno a seis años de edad reciben enseñanza preescolar.
«Los niños que abandonan la escuela no sólo ponen en peligro la capacidad de salir de la pobreza, sino que muchos son obligados a trabajar apenas dejan de ir a clases», advirtió el informe de Unicef.
Más de 15 por ciento de los niños y niñas entre 13 y 17 años trabajan en Brasil y México, entre otros países. La cifra es superior en el ámbito rural.(FIN/IPS/tra-en/cb/da/aq/pr-hd/00