El presidente de Perú, Alberto Fujimori, reiteró hoy ante el secretario general de la OEA, César Gaviria, su compromiso con el proceso de democratización y con la convocatoria a elecciones en marzo próximo.
Mientras, dos medios de prensa aseguraron que Fujimori no protege a su ex jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, sino que, por el contrario, está desmontando en persona su aparato de influencia en el ejército.
Fujimori, en compañía de ministros y parlamentarios, recibió a Gaviria en el palacio de gobierno para agradecerle el apoyo a las gestiones de asilo en Panamá para Montesinos, si bien «dicho ciudadano había decidido regresar a Perú ante la posibilidad de ser juzgado en otro país».
Al parecer, el mandatario aludía a versiones procedentes de Washington según las cuales la Comisión Interamericana de Derechos Humanos prepara una acusación contra Montesinos para su posterior juzgamiento en la Corte Interamericana de Derechos Humanos con sede en San José.
La tesis de un enfrentamiento entre Fujimori y Montesinos, desacreditada por los líderes opositores, fue expuesta el martes por la emisora televisiva de noticias Cable Canal N y este miércoles por el diario El Comercio, ambos opositores.
Esta versión parece respaldada por la detención de cuatro oficiales del ejército afines a Montesinos en la madrugada del lunes, ordenada por el propio Fujimori. Uno de los arrestados, el coronel Jesús Salvador Zamudio, comandaba hasta entonces una unidad de elite con 1.000 hombres fuertemente armados.
Al parecer, Fujimori se refería a estas detenciones cuando informó a la prensa en la mañana del martes que había «cambiado de destino» a los oficiales.
El parlamentario Jorge Polack, considerado uno de los hombres de Montesinos en el Congreso legislativo, cuestionó el martes la detención de los coroneles Salvador Zamudio y Roberto Huaman y de los capitanes Wilmer Ramos y Mario Ruiz, presos, según aseguró, en una dependencia de la Presidencia.
Los capitanes fueron algunos de los oficiales que acompañaron a Montesinos a Panamá, pero debieron regresar a Perú porque el gobierno de Mireya Moscoso les prohibió su radicación.
En la mañana de este miércoles, familiares del coronel Zamudio y los otros oficiales detenidos informaron que habían sido puestos en libertad pero no restituidos a sus unidades.
Según El Comercio y Cable Canal N, Fujimori obligó, presionándolos con su escolta personal, al comandante general del ejército y al comandante de la segunda región militar a acompañarlo en la detención del coronel Zamudio.
«Conmigo o con él» habría sido la disyuntiva planteada por Fujimori en la tarde del lunes a los comandantes generales del ejército, la marina de guerra y la aviación, horas después de que Montesinos llegara desde Panamá. Luego, procedió a capturar a los hombres mas cercanos a él, informó este miércoles El Comercio.
Según Cable Canal N, Fujimori recibió el respaldo de la marina de guerra, la fuerza aérea y la policía.
Por su parte, El Comercio afirmó que el mandatario actuó con visible desconfianza en los mandos del ejército, a quienes mantuvo a su lado mientras se realizaban las capturas, invitándolos, incluso, a trasladarse en el automóvil presidencial.
Esta versión explica los desconcertantes desplazamientos entre diversos locales militares realizados por Fujimori entre la noche del lunes y el mediodía del martes, cuando, acompañado de una treintena de hombres fuertemente armados, se entrevistó con los mandos del ejército en Lima.
Estos contactos fueron filmados a distancia por la prensa nacional y extranjera, pues Fujimori ingresó al complejo del ejército en Chorrillos seguido por una nube de periodistas, quienes permanecieron en la puerta de la sede militar pero podían avistar la entrevista entre el presidente y los oficiales.
En la tarde del martes, entre las 17 y las 19 horas locales, Fujimori visitó también el aeropuerto militar de Pisco, 230 kilómetros al sur de Lima, donde aterrizó el avión que trajo a Montesinos desde Panamá.
En la noche del martes, Fujimori se entrevistó en el palacio de gobierno con el embajador de Estados Unidos, John Hamilton.
La tesis del enfrentamiento entre Fujimori y su ex asesor no es aceptada por observadores como el sociólogo Francisco Loayza, ex miembro del servicio de inteligencia y ex amigo personal de Montesinos y ahora encarnizado enemigo.
Loayza dijo percibir «un acento de inquietud, casi de angustia» en la voz de Montesinos en una entrevista telefónica concedida el martes a Radio Programas del Perú, pero cree que «todo no pasa de ser una operación psicosocial para engañar a la OEA (Organización de Estados Americanos) y al pueblo peruano».
«Ambos son hermanos siameses en la política peruana, no pueden vivir uno sin el otro, pero es posible que Montesinos haya regresado porque no se sentía seguro en Panamá. Ahora están haciendo una comedia para hacer creer que Montesinos ya no participa en el gobierno», expresó este miércoles Loayza.
«La novela de ficción política que protagonizan Fujimori y Montesinos no acaba de escribirse aún. Nada es seguro, salvo la incertidumbre. Como en las novelas de Chesterton, el presunto perseguido podría ser, en realidad, el perseguidor», opinó el periodista Néstor Ney. (FIN/IPS/al/mj/ip/00