El auge de las fusiones y adquisiciones transfronterizas de empresas que caracteriza la actual etapa de la economía mundial se asemeja al proceso que transformó de modo radical, a fines del siglo XIX, la estructura industrial de Estados Unidos, evaluó una agencia de la ONU.
Así como aquel fenómeno favoreció la gestación de un mercado y de un sistema de producción nacionales, puede ser que el proceso en curso preanuncie la aparición de un mercado mundial para empresas y el nacimiento de un sistema internacional de producción.
Ese probable mercado mundial de empresas sería complementario de los crecientes mercados regionales o mundiales para productos y servicios.
El diágnostico y el vaticinio fueron formulados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en su Informe Mundial sobre Inversiones, distribuido el martes, que se ocupa precisamente de fusiones y adquisiciones transfronterizas en relación con el desarrollo.
La investigación de la UNCTAD extrae la conclusión de que, aceptado ese paralelismo, la comunidad internacional necesita regulaciones para asegurar el libre juego de la competencia e impedir la formación de oligopolios, como hizo Estados Unidos en 1890 con la Ley Antitrust Sherman.
Una de las olas más pronunciadas y significativas de fusiones y adquisiciones en la historia se registró a fines del siglo XIX en Estados Unidos y alcanzó su apogeo entre 1898 y 1902.
Empresas que representaban la mitad de la capacidad productiva de ese país protagonizaron las operaciones de fusión y adquisición y dieron nacimiento a algunas de las nuevas firmas que representarían el mundo de los grandes negocios en el siglo XX, como National Biscuit, US Steel e International Harvester.
Muchas de las condiciones que favorecieron ese fenómeno del siglo XIX se asemejan a las reinantes en la actualidad, reflexiona el informe de la UNCTAD, una agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
En el terreno tecnológico, la experiencia estadounidense se registró luego de trasponer el umbral de una transformación tecnológica signada el desarrollo de los motores a vapor, el ferrocarril y el telégrafo y el auge de las ingenierías eléctrica y pesada.
Esas innovaciones redujeron los costos de la información y del transporte y tuvieron consecuencias favorables en los procesos de producción a través de las economías de escala.
En la experiencia actual, las décadas del 80 y del 90 se caracterizaron también por grandes cambios tecnológicos.
Las disminuciones de costos de transporte y comunicación, con mejoras en las telecomunicaciones y en Internet, favorecieron la expansión de los mercados y la implantación de sistemas de producción internacionales.
En el área de los mercados financieros, a fines del siglo XIX aparecieron nuevas fórmulas de financiación de las inversiones. Los bancos de inversiones, en especial los dedicados a financiar ferrocarriles, se comprometieron en el fomento de la actividad industrial.
Al mismo tiempo, los mercados de valores surgieron como instituciones importantes para la financiación de proyectos.
En esta etapa contemporánea ha sido fundamental la liberalización radical de los movimientos de capitales para la financiación internacional de las fusiones y adquisiciones.
Con respecto a las regulaciones, la Ley Sherman fue dictada para afrontar una extendida connivencia anticompetitiva entre numerosas industrias que se registraba en Estados Unidos a fines del siglo XIX.
La confabulación de los empresarios se concretó inicialmente en acuerdos informales sobre precios y producción, pero luego se transformó en carteles de asociaciones comerciales.
En el caso actual, el informe de la UNCTAD no menciona maniobra anticompetitiva alguna. La ola reciente de fusiones y adqusiciones ha sido posible por la liberalización en todo el mundo de las inversiones extranjeras directas y de los regímenes comerciales, sostiene.
También desempeñan un papel en la experiencia presente las desregulaciones y privatizaciones que crearon más espacio para las fusiones y adquisiciones y permitieron la organización de sistemas internacionales de producción.
Rubens Ricupero, secretario general de la UNCTAD, afirmó que en el proceso actual el instrumento político más importante es la política de competencia porque las fusiones y adquisiciones pueden amenazar la competencia.
La conducta de los empresarios se caracteriza por la búsqueda de porciones crecientes del mercado y también por su dominio, observó la UNCTAD.
En la nueva economía basada en la tecnología, el afán por el poder del mercado o inclusive por el monopolio, se acentúa por la naturaleza de los costos de la producción basada en el conocimiento.
Para refrendar esas observaciones, la agencia de la ONU citó una declaración de Lawrence Summers, subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, quien dijo que «el afán constante por ese poder monopólico se convierte en la fuerza impulsora central de la nueva economía». (FIN/IPS/pc/mj/if dv/00