El ex primer ministro de India, Narasimha Rao, el gran reformador de la economía del país, fue condenado a prisión por sobornar a legisladores opositores, pero su figura sigue despertando más comprensión que críticas.
Rao, que ganó fama internacional al acabar con cuatro décadas de una economía centralizada en el Estado, es visto como una víctima y no como un político corrupto, pese a que se comprobó que recurrió a coimas en julio de 1993 para salvar su gobierno.
Se afirma que Rao fue atrapado porque le faltó la astucia que permitió a otros no ser descubiertos en maniobras similares. «Los incentivos a legisladores para que cambien de bando pueden plantearse de muchos modos, incluso la oferta de puestos en el gabinete», comentó el especialista constitucional Rajeev Dhavan.
El ex primer ministro en realidad cayó por haber violado el código tácito entre los políticos por el cual deben apoyarse mutuamente, sostuvo por su parte Vineet Narain, líder de una campaña social para acabar con la corrupción en las altas esferas del poder.
«En este país todo puede pagarse, desde los partidos de cricket hasta los votos en el Parlamento, pero existe cierto código de honor entre los corruptos», explicó Narain.
Rao se convirtió en el primer ex premier de India en ser sentenciado a prisión, luego de que fuera acusado, junto a varios miembros de su gobierno, de ofrecer dinero a un grupo de legisladores opositores para que respaldaran a su Partido del Congreso, minoría en el Parlamento, en una votación crucial.
Un legislador admitió que él y tres miembros más del partido regional Jharkand Mukti Morcha (JMM) aceptaron 120.000 dólares por cada voto a favor de las iniciativas del Partido del Congreso.
El legislador hizo una descripción detallada de cómo fue entregado el dinero e incluso reveló el número de las cuentas bancarias al que fue transferido, por lo que Rao no pudo refutar las acusaciones.
Pero el «caso de coimas en el JMM», como pasó a llamarse en la prensa, es uno de los tantos que salieron a la luz durante la administración de Rao. Sus cinco años de gobierno, hasta 1996, se caracterizaron tanto por las reformas económicas como por las multimillonarias irregularidades que las acompañaron.
La ironía es que en esos años el primer ministro se dedicó a perseguir con firmeza los casos de corrupción en los partidos opositores y aquellos que vinculaban a sus rivales dentro del propio Partido del Congreso.
«La justicia seguirá su curso», era la respuesta habitual del taciturno Rao cuando se le preguntaba acerca del progreso de las investigaciones sobre el escándalo más famoso de India, que involucró a su predecesor Rajiv Gandhi, asesinado cuando aún se desempeñaba en el cargo.
A mediados de los 80 la fábrica de armas sueca Bofors pagó millones de dólares para que fuera aprobada una venta de obuses al ejército. Este escándalo fue el principal revés para Ghandi, cuyo partido perdió las siguientes elecciones generales.
Otra mancha para el partido de Rao fue el escándalo en el que varios líderes políticos, incluso el ministro de Vivienda, Lal Krishna Advani, y el de Aviación Civil, Sharad Yadav, fueron acusados de malversación de fondos.
El entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, que supervisaba el caso, declaró que su tribunal había sufrido un intento de soborno, pero se negó a mencionar nombres.
Los acusados fueron liberados por falta de pruebas. Ahora muchos ejercen altos cargos de gobierno, mientras Rao fue condenado a prisión.
Arun Kumar, de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, apuntó que existe un estrecho vínculo entre políticos corruptos, burócratas, jueces y evasores de impuestos de las grandes empresas.
La protección política a los evasores de impuestos continuará mientras los partidos políticos puedan recibir donaciones no controladas, aseguró.
Kumar sostuvo que el único modo de poner fin a la corrupción es instituir la financiación pública de las campañas electorales y formalizar vías legales para las donaciones de empresas a los partidos políticos.
Otro escándalo de corrupción durante el gobierno de Rao salió a la luz cuando se descubrió que Sukh Ram, entonces ministro de Comunicaciones, guardaba bajo su cama una suma de dinero equivalente a 750.000 dólares.
Ram argumentó primero que el dinero era del Partido del Congreso, pero cuando el grupo lo negó, el entonces ministro dijo que era del Partido Bharatiya Janata, principal adversario del Partido del Congreso.
Ram condujo el proceso de introducción al país de los teléfonos celulares, y se dijo de él que «no negociaba caso por caso con las corporaciones transnacionales de telecomunicaciones, sino maleta por maleta».
Las maletas llenas de dinero se transformaron en un símbolo popular de la corrupción durante el gobierno de Rao, desde que Harshad Mehta, un famoso operador de bolsa, afirmó que le había ofrecido al entonces primer ministro una maleta que contenía unos 25.000 dólares.
Mehta estaba acusado de emplear fondos de bancos públicos para sus inversiones, y declaró que le había ofrecido el dinero a Rao para que lo salvara de la justicia.
Escandalosas operaciones de manipulación del mercado de valores realizadas por el operador de bolsa, por valor de 10.000 millones de dólares, involucraron a varios bancos extranjeros pero Mehta sólo recibió una pena leve. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/mu/rp-mp- aq/ip/00