ESTADOS UNIDOS: Maíz transgénico causa alarma y polémica

El retiro del mercado de alimentos en Estados Unidos de una variedad de maíz no apto para el consumo humano creó dudas sobre la capacidad de las disposiciones vigentes para mantener a los productos transgénicos, o genéticamente modificados, segregados de los convencionales.

Las autoridades dijeron que millones de bushels (un bushel equivale a 35,24 litros) de maíz StarLink, una variedad transgénica aprobada sólo como alimento para animales, fueron descubiertos en la envoltura de "tacos" mexicanos para consumo humano el mes pasado.

Numerosos mayoristas retiraron productos de maíz, como tacos y harina, de sus escaparates debido a que estaban contaminados con StarLink, desarrollado por el gigante farmacéutico francés Aventis. Ese maíz no fue aprobado para consumo humano porque puede producir reacciones alérgicas.

Si bien la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) lanzó una investigación para determinar cómo el StarLink se filtró en los alimentos para humanos, voces críticas señalan que el episodio pone en duda los reglamentos y la supervisión del organismo.

"Esto demuestra que las disposiciones de la FDA son ineficaces", dijo Matt Rand, vocero de la coalición de siete grupos ambientales llamada Alerta de Alimentos Genéticamente Modificados, que fue la primera en detectar el maíz dudoso en la envoltura de los tacos.

El maíz StarLink contiene una proteína que hace de pesticida para matar la polilla europea del maíz. La variedad modificada fue cultivada este año en menos de uno por ciento de los campos de maíz estadounidenses, aseguró Aventis, que intenta readquirir la mayor cantidad posible de StarLink.

Como la mayoría de los países europeos, incluso Gran Bretaña, Francia e Italia, prohibieron la venta de alimentos con productos transgénicos si no están claramente identificados, la contaminación con StarLink causó la inquietud de que ese maíz modificado se haya filtrado en alimentos exportados.

"Lo que ha sacado a relucir toda esta discusión es el interrogante si el sistema estadounidense funciona", declaró John Richardson, subjefe de la delegación europea que estuvo la semana pasada en Washington.

Parte del fundamento sobre el cual los productos transgénicos estadounidenses son exportados a Europa es la confianza de que el país tiene la habilidad para distinguir entre productos alimentarios aprobados para consumo humano y aquellos que no lo son, dijo.

Según Larry Bohlen, director del programa de salud y ambiente de Amigos de la Tierra, la coalición analiza ahora productos de otros países para comprobar la presencia de StarLink u otros ingredientes genéticamente modificados.

Bohlen dijo que sólo era cuestión de tiempo antes de que ingredientes transgénicos fueran encontrados en exportaciones que, supuestamente, deben contener víveres sin alteraciones.

La semana pasada, el grupo de organizaciones ambientales que incluye a Greenpeace, Amigos de la Tierra, Grupo de Estudios de Interés Público y National Environment Trust, envió cartas a 30 de los principales fabricantes estadounidenses de alimentos preguntándoles qué salvaguardias usan para asegurar que sus productos no contienen maíz StarLink.

Si bien Bohlen dijo que ninguna de las compañías respondió a la carta, diversas firmas, incluyendo ConAgra Foods y Kellogg, debieron suspender el trabajo en algunas de sus plantas para detectar la presencia de StarLink.

Jack Kennedy, portavoz de Heinz, uno de los principales elaboradores de alimentos del país, dijo que su compañía está examinando todos sus productos para determinar si contienen maíz modificado.

A principios de año, Heinz prohibió todos los ingredientes transgénicos en su línea de alimentos para bebés. Sin embargo, es difícil evitar la presencia de granos modificados, dijo Kennedy.

Tyson Foods, el mayor productor de pollos del país, anunció la semana pasada que dejó de alimentar a sus aves con maíz StarLink ante la alarma de los consumidores. La corporación, con sede en Arkansas, ha sido la primera en abandonar el uso de StarLink como alimento para animales.

"Se trata de una medida precautoria para evitar la confusión entre los consumidores", explicó Ed Nicholson, vocero de Tyson.

Los ambientalistas exigen que Estados Unidos adopte medidas similares a las que rigen en Europa, arguyendo que no se sabe lo suficiente acerca de los efectos a largo plazo de los alimentos transgénicos.

Pero la industria agroalimentaria se opone al establecimiento de normas más severas, arguyendo que la política estadounidense reconoce que los alimentos modificados son seguros y no son diferentes de los tradicionales.

En la primera semana de octubre, un juez federal sostuvo la política de la FDA sobre alimentos genéticamente modificados y rechazó una demanda para que fueran debidamente etiquetados.

La FDA intenta tranquilizar a la opinión pública y propuso pautas a las compañías que voluntariamente deseen etiquetar sus productos. Los ambientalistas objetaron que la propuesta significa que la FDA no ordenará análisis obligatorios de los alimentos transgénicos.

"Los consumidores seguirán siendo los cobayos que deberán comprobar la seguridad de esos alimentos", dijo Andrew Kimbrell, director ejecutivo del Centro parea la Seguridad Alimentaria, un grupo ambientalista con sede en Washington. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/ego/aq/if en/00

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