Los ambientalistas de Estados Unidos continúan divididos sobre si deben apoyar al Partido Demócrata o al Partido Verde en las elecciones presidenciales del 7 de noviembre.
El candidato por el Partido Republicano, George W. Bush, podría verse beneficiado si los ecologistas mantienen sus diferencias hasta el día de la votación, ya que los votos en su contra se dispersarían entre las dos fuerzas políticas rivales.
Bush y el vicepresidente Al Gore, candidato presidencial por el oficialista Partido Demócrata, lideran las encuestas de opinión con 46 y 45 por ciento respectivamente, mientras el candidato verde, Ralph Nader, sólo cuenta con un cuatro por ciento de la intención de voto.
Las principales organizaciones ambientalistas del país manifestaron su respaldo a Gore, pero otros grupos llevan una intensa campaña para sumar adeptos a la candidatura de Nader.
Las organizaciones Amigos de la Tierra y Club Sierra, partidarios de Gore, adivirtieron que apoyar a Nader restará votos al Partido Demócrata y hará que Bush, a quien reprochan por su carencia de políticas para la protección del ambiente, pase a liderar las encuestas con comodidad.
«La dupla Bush-Cheney es peligrosa para el planeta. Necesitamos más que eso para tratar los serios problemas ambientales que enfrenta el mundo», dijo Brent Blackwelder, presidente de Amigos de la Tierra.
Blackwelder explicó que su organización apoyará a Gore en las elecciones, ya que Nader no tiene posibilidad de derrotar a Bush, pero admitió que el líder del Partido Verde está más cerca de la posición de Amigos de la Tierra en cuanto a políticas ambientales.
El grupo de Blackwelder coincide en especial con la postura en contra de la globalización y de los alimentos genéticamente modificados que mantiene Nader, defensor de los derechos del consumidor.
Blackwelder, por otra parte, ve «enormes diferencias» entre Bush y Gore. Lo que más le preocupa de Bush es a quienes nombrará en el gabinete y en los organismos gubernamentales para tratar los problemas del ambiente.
«Si juzgamos a Bush por su administración en la gobernación de Texas, no nombará funcionarios partidarios de la protección ambiental. Como gobernador se rodeó de representantes de empresas petroleras y químicas», afirmó.
Varios cargos de la Suprema Corte serán renovados en los próximos cuatro años, y los ambientalistas temen que Bush, de ser electo, nombre a funcionarios no adeptos a las políticas de protección ambiental.
«Bush podrá estar cuatro, a lo sumo ocho años en el gobierno, pero sus nombramientos en la Corte serán perjudiciales para el ambiente por décadas», afirman.
«Si el próximo presidente integra a la Corte con personas de acuerdo con el modelo de Bush, nuestros programas de protección del agua y del aire sufrirán un gran daño», sostuvo Robert Cox, presidente del Club Sierra.
Tanto el Club Sierra como Amigos de la Tierra ponen énfasis en la necesidad de derrotar a Bush, para lo cual la única oportunidad es votar a Gore, aunque reconocen la habilidad de Nader en pelear por el ambiente.
El Club Sierra lanzó a comienzos de octubre una campaña publicitaria por tres millones de dólares en apoyo a Gore, que incluye una serie de avisos por televisión y radio y folletos que contrastan las cualidades de ambos candidatos.
«Como vicepresidente, Al Gore ayudó a mejorar los niveles de limpieza del aire, a erradicar los desperdicios tóxicos, a reducir la contaminación de los automóviles y a proteger los principales sitios naturales del país», señaló Cox.
El folleto propagandístico que detalla las diferencias entre Bush y Gore señala que, cuando fue gobernador, el candidato republicano no se preocupó por exigir cambios en las instalaciones industriales, aun cuando Texas era y sigue siendo el estado que más contribuye a la contaminación industrial del país.
En estas elecciones también estará en juego el futuro del Refugio Artico Nacional de Vida Salvaje, en el estado de Alaska. Bush, vinculado a las compañías de gas y petróleo, quiere abrir esta reserva para explotarla, en tanto Gore está decidido a preservar su valor ecológico.
Empresarios petroleros presionan para que el gobierno permita explotar la helada tundra, debajo de la cual podrían encontrarse hasta 16.000 millones de barriles del crudo.
Pero en ese lugar unos 150.000 puercoespines se instalan cada verano para dar a luz sus crías y muchas aves, algunas de ellas procedeentes de lugares tan remotos como Argentina o China, se detienen a descansar y a alimentarse.
En general, Bush es partidario de construir edificios y carreteras en zonas salvajes y de explotar las tierras deshabitadas, mientras que Gore está en contra. La administración demócrata se encargó de reducir 80 por ciento la explotación forestal en tierras públicas respecto de 1990.
«Es una prioridad nacional preservar las áreas deshabitadas tal cual están», dijo Gore.
El futuro del Protocolo de Kioto, un acuerdo mundial que requiere a las naciones industrializadas reducir en cinco por ciento para 2008-2012 las emisiones de gas que constribuyen a formar el «efecto invernadero», también estará en juego en estos comicios.
El Senado estadounidense se niega a ratificar el tratado y si gana Bush será mucho más difícil alcanzar las metas del acuerdo, advierten organizaciones ambientalistas.
Bush no niega los peligros del efecto invernadero, pero se opone al Protocolo de Kioto y a las regulaciones de la producción de energía, mientras Gore es un firme partidario del acuerdo.
Pero algunos ambientalistas sostienen que, a pesar de estas diferencias, ambos candidatos están muy vinculados a las compañías que contribuyen a la contaminación del planeta, por lo cual han decidido apoyar al carismático Ralph Nader, del Partido Verde.
Una coalición de pequeñas organizaciones ambientalistas populares y activistas de 25 estados del país formaron en julio el grupo «Ambientalistas contra Gore y en favor de Nader», y argumentan que están decididos a votar «en base a sus esperanzas, y no en base a sus temores».
«El vicepresidente Gore destrozó la naturaleza cuando vendió petróleo, madera y otros combustibles», afirmó Tim Hermach, un activista que colaboró para la fundación de la coalición.
El grupo culpa a Gore de incumplir la promesa que hiciera en su campaña de 1992, cuando afirmó que no permitiría que se instalara una central incineradora de desechos tóxicos en East Liverpool, en el estado de Ohio, cerca de una escuela.
La Agencia de Protección Ambiental aprobó la instalación de la incineradora en 1993, durante la administración de George Bush padre, pero fue en el gobierno de Clinton que se le concedió la completa operación comercial, aun cuando meses antes se habían detectado algunas fallas en su instalación.
«En los últimos siete años usted perdió muchas oportunidades para cumplir su promesa de proteger a los ciudadanos de East Liverpool», dijo Ralph Nader en una carta que envió a Al Gore en septiembre.
Activistas defensores de la conservación de las selvas del planeta realizaron protestas en cada escala que Gore realizó durante su campaña electoral a lo largo del país.
Lo acusan de estar vinculado a Occidental Petroleum, compañía petrolera californiana que realiza excavaciones en una tierra reclamada por los indígenas u'wa, en el noroeste de Colombia.
Los u'wa se oponen a los trabajos de la firma y advirtieron que si éstos continúan la zona se convertirá en un centro de violentos conflictos entre militares, paramilitares y grupos guerrilleros.
La familia Gore y la compañía con sede en Los Angeles estuvieron vinculadas por varias generaciones. El padre del vicepresidente trabajó para Armand Hammer, el fundador de Occidental, y los fondos de la compañía fueron por muchos años la base de la fortuna de los Gore. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/rp/aq/ip en/00