Las violentas protestas en esta capital reflejaron la ira en Zimbabwe por el creciente costo de vida del país, que atraviesa la mayor crisis económica desde su independencia en 1980.
La inflación de 70 por ciento, las tasas de interés a 55 por ciento y la caída del dólar zimbabwense frente a otras monedas ayudaron a elevar el precio de la canasta básica.
Las protestas se desataron en los distritos más pobres, antes de extenderse a otros suburbios de la ciudad. Los analistas sostienen que los disturbios se veían venir, ya que mucha gente no puede pagar los altos precios, desencadenados por el aumento de la gasolina, que superó 50 por ciento sólo este año.
El efecto dominó aumentó el precio de necesidades diarias como el pan, el maíz y el transporte.
Las protestas espontáneas, que comenzaron el lunes y terminaron este domingo, se caracterizaron por barricadas callejeras, el saqueo de supermercados e incendios de autobuses.
El gobierno envió de inmediato al ejército a reprimir los disturbios, pero los observadores aseguran que lo peor está por venir y predicen más violencia.
Organizaciones de agricultores, contrarias a las ocupaciones de granjas propiedad de blancos perpetradas por veteranos negros de la guerra de independencia con el apoyo del gobierno, pidieron a sus integrantes que no cultiven sus campos esta temporada.
La Unión de Banqueros de Zimbabwe, la organización que agrupa a las instituciones financieras de este país de Africa austral, anunció que no financiará los cultivos de la próxima zafra, lo cual agravó el pesimismo.
Muchos temen que haya hambrunas el próximo año ya que se prevé la desaparición de alimentos básicos cuando se acaben las existencias de la temporada anterior.
El presidente Robert Mugabe apoyó las más de 1.000 ocupaciones de granjas que realizaron los veteranos negros de guerra. La mayor parte de las tierras fértiles del país pertenecen a la minoría blanca.
En el curso de las ocupaciones, que comenzaron en febrero, los veteranos de guerra fueron acusados de asesinatos, violaciones y golpizas contra los granjeros y sus trabajadores.
El abogado Archibald Gijima dijo que es probable que la gente haga justicia por sus propias manos contra las ocupaciones ya que la opinión pública considera que éstas aumentaron el aislamiento internacional que padece el país.
«Lo que llevó a la gente a la calle la semana pasada es la ilegalidad general provocada por las ocupaciones de granjas. Ahora hay ministros, presionados para cumplir la promesa electoral de darle tierras a la mayoría negra, que desafían órdenes judiciales», dijo Gijima.
El gobierno pretende adquirir por la fuerza unas 500 granjas, y aunque la Corte Suprema advirtió que el proceso ha sido incorrecto, el tribunal tomará una decisión final en noviembre.
Además de la crisis de la tierra, expertos en finanzas atribuyen el colapso económico del país a la mala política, caracterizada por la gran cantidad de préstamos que asumió el gobierno en el mercado interno.
El gobierno otorgó a los empleados públicos fuertes incrementos salariales, lo cual llevó a más de 20 por ciento el déficit presupuestal del Estado.
La guerra civil en República Democrática de Congo, en la cual Zimbabwe participa con más de 11.000 soldados, también tiene consecuencias adversas para el fisco nacional.
A la guerra se atribuye gran parte del gasto del Estado, cuya deuda asciende a 125.000 millones de dólares.
«El crecimiento económico previsto de 3,2 por ciento ahora se convirtió en un objetivo imposible y los economistas predicen una contracción del crecimiento del producto interno bruto de entre cinco y 10 por ciento», según la corredora de bolsa Sagit Ltd.
La compañía considera impracticable la idea del gobierno de fijar controles de precios.
«Si se aplican los controles, el resultado será una contracción mayor de la economía y la población experimentará una caída más profunda en la pobreza», agrega.
«Los problemas sociales cada vez más arduos seguramente generarán condiciones políticas sumamente inestables», según el comentarista económico John Robertson.
En el ámbito político, la oposición, liderada por el Movimiento por el Cambio Democrático, aprovecha la ola de descontento y planifica una huelga general esta semana para obligar a Mugabe a abandonar el poder, pero el gobierno amenazó con reprimir sin piedad esa medida.
Mientras tanto, esta semana se espera el anuncio del presupuesto para el próximo año, y el ministro de Finanzas, Simba Makoni, prometió reducir la deuda de corto plazo del Estado y limitar el gasto para restaurar la credibilidad del gobierno en el mercado interno e internacional. (FIN/IPS/tra-en/cn/sm/aq/if-ip/00