Las voces de disentimiento se multiplican en Corea del Sur ante el temor a una segunda crisis económica, aunque el presidente Kim Dae-Jung no deja de recibir felicitaciones por su premio Nobel de la Paz.
Kim debe convencer a una ciudadanía cada vez más escéptica de que él puede arreglar a una economía enferma, aunque hasta ahora fue la que registró la mejor recuperación de la crisis asiática de 1997, según observadores.
Todo esto pese al ambiente festivo reinante desde que Kim, de 74 años, fuera galardonado el viernes 13 con el premio Nobel de la Paz por su defensa de la democracia en Corea del Sur y sus esfuerzos por hacer las paces con Corea del Norte, mediante su política «luz de sol».
Los conglomerados de empresas compitieron por publicar enormes avisos de felicitaciones en los diarios, y en Seúl hubo fuegos artificiales y espectáculos culturales la semana pasada.
Pero no todos están con ánimo de festejos, porque el aumento de los precios del petróleo, los problemas de deuda interna, la caída de los precios de las acciones y el truncamiento de los esfuerzos por «limpiar» el sector financiero crean el temor a una segunda crisis.
El gobierno tiene dificultades para convencer a los surcoreanos de la necesidad de gastar 44.630 millones de dólares más para rescatar al debilitado sector financiero.
Dicha cantidad se sumaría a los 98.200 millones de dólares ya invertidos en rescates a fines de 1997, tras el estallido de la crisis económica regional.
«Empiezo a pensar que yo puedo ser el próximo despedido», declaró un gerente de ventas de 38 años que trabaja en una empresa incluida en la reestructuración financiera.
«Los altos precios del petróleo dificultan todavía más las cosas para nuestra compañía. Me temo que debo ir buscando otro empleo», agregó.
Cerca de 82 por ciento de los surcoreanos encuestados por el periódico Joong-Ang Ilbo expresaron temor a una segunda crisis económica.
Varias tiendas de departamentos reportaron una inusual caída en las ventas durante las últimas liquidaciones, lo que revela una reducción del consumo.
La creciente incertidumbre económica puede haberle costado apoyo popular al presidente Kim.
El índice de aprobación de la gestión presidencial cayó de 71,1 por ciento, inmediatamente después de la cumbre de junio con el mandatario norcoreano Kim Jong-Il, a 38,3 por ciento el 18 de septiembre, según otra encuesta del diario Joong-Ang Ilbo.
Mientras, el líder opositor Lee Hoe-Chang advirtió que el gobierno debe impulsar nuevas reformas económicas, aun si ello reduce el crecimiento y produce más desempleo para 2001.
El producto interno bruto surcoreano experimentó un crecimiento de casi 10 por ciento en el segundo trimestre del año, en reflejo de la impresionante recuperación de una economía que en 1998 se contrajo más de seis por ciento. Las exportaciones también alcanzaron un récord el mes pasado.
El buen desempeño económico contribuyó en parte a la postergación de decisiones difíciles sobre las empresas endeudadas, cuya carga recae sobre el sector bancario.
La semana pasada, el Servicio Supervisor Financiero anunció que los bancos evaluarán a las compañías fuertemente endeudadas y seleccionarán a aquellas que deben dar quiebra o ser liquidadas, vendidas o fusionadas.
Para este año se esperaba un superávit comercial de 10.000 millones de dólares, pero los altos precios del petróleo podrían frustrar esta expectativa e incluso dejar a Corea del Sur con un déficit de cuenta corriente de 1.000 millones de dólares este año, advirtió el gobierno.
Además de los problemas económicos, Kim enfrenta también el descontento de algunos sectores como el de la salud. Médicos y pacientes arguyen que ellos pagan el costo de la reforma del sector.
La semana pasada, más de 70 por ciento de las 17.682 clínicas y 883 hospitales cerraron sus puertas en protesta por la prohibición impuesta el 1 de agosto de vender medicamentos a pacientes externos, una de sus principales fuentes de ingreso.
El Poder Ejecutivo amenazó con tomar duras medidas contra los médicos por su «huelga ilegal», pero no lo hizo.
Mientras, el gobierno se prepara para ser el anfitrión los días 20 y 21 del Tercer Encuentro de Asia y Europa (ASEM, por sus siglas en inglés), al que asistirán 26 mandatarios para discutir sobre cuestiones políticas, sociales, económicas y ambientales.
Decenas de organizaciones no gubernamentales (ONG) ya anunciaron que realizarán manifestaciones masivas en protesta por la «globalización neoliberal» propuesta por ASEM.
«Muchos de los manifestantes extranjeros que estuvieron en Seattle (para la ronda ministerial de la Organización Mundial del Comercio) y Praga (para la reunión del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) llegarán a Seúl para unirse a nuestras protestas», advirtió el líder de una ONG. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/mlm/ip-if/00


