CHINA: Indiferencia ante campaña electoral en Estados Unidos

La prensa oficialista de China casi ignora las elecciones presidenciales de Estados Unidos, aunque su resultado podría definir el curso futuro de la política de Washington hacia el país más poblado del planeta.

Hay dos motivos para el silencio. Beijing no desea tomar parte por alguno de los candidatos oficialmente, y además no considera conveniente informar al público sobre la celebración de elecciones libres y democráticas en un país al otro lado del mundo.

«Los estadounidenses pueden votar para elegir a su presidente, pero las cosas funcionan de modo distinto en China», declaró Guo Shumei, una vendedora de Beijing.

«El gobierno no desea dar demasiada publicidad a los comicios, por eso sabemos poco sobre la campaña», agregó.

La gente común sabe poco y también se interesa poco sobre quién ganará las elecciones del 7 de noviembre.

Aunque la mayoría de los chinos conocen a Bill Clinton, en parte porque fue el primer presidente de Estados Unidos en visitar China desde la masacre de Tiananmén (1989), pocos oyeron hablar de los candidatos del Partido Demócrata y el Partido Republicano, Al Gore y George W. Bush, respectivamente.

Pero ya sea que gane Gore o Bush, los analistas coinciden en que no producirá una gran diferencia en las relaciones bilaterales.

«Cualquier cosa nueva o polémica que los candidatos digan sobre la política hacia China es sólo para llamar la atención de los electores», afirmó Li Shaojun, director del Instituto Mundial de Investigación Política de la Academia China de Ciencias Sociales.

«Una vez elegidos, los mismos candidatos pisarán la tierra y se darán cuenta de la necesidad de mejorar las relaciones con China», añadió.

Los chinos tienen presente que Clinton acusó en 1992 a su rival, el entonces presidente George Bush (padre), de «consentir a los carniceros de Beijing», un comentario que fue rápidamente olvidado una vez que Clinton ganó las elecciones.

Durante sus ocho años de gobierno, Clinton siguió una equilibrada política de compromiso hacia Beijing.

También se atribuye a la administración Clinton el logro de las relaciones comerciales normales permanentes con China, un estatuto comercial que Estados Unidos concede a casi todos los países.

La aprobación de dicho estatuto removió un gran obstáculo para la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que Beijing busca desde hace más de una década.

Clinton arguyó que la promoción del libre comercio no es apenas una estrategia para aumentar las exportaciones de Estados Unidos en una economía cada vez más globalizada, sino un medio para propagar la democracia «al estilo estadounidense» por todo el mundo.

Beijing espera que, si Gore es elegido presidente, continúe la política de compromiso hacia China e impulse su ingreso a la OMC.

En cambio, una victoria de Bush preocuparía más al gobierno chino, porque el candidato republicano promueve un polémico sistema nacional de defensa antimisiles rechazado por Beijing.

Beijing arguye que ese sistema incluiría a Taiwan en el ámbito de protección de Washington, y que eso sería una interferencia en los asuntos chinos.

Otro plan de Bush que preocupa a China es el de promover las relaciones de Estados Unidos con Japón como parte de un programa de respaldo a alianzas tradicionales de Washington.

Ese plan aumenta en China el temor a que Bush se base demasiado en el consejo de los asesores de la administración de su padre (1988-1992), cuya experiencia se remonta a la guerra fría.

Sin embargo, en un reflejo de la filosofía confuciana, que pone énfasis en el respeto filial, algunos observadores chinos creen que los antecedentes familiares del candidato Bush pueden jugar un papel positivo en su postura hacia China.

El ex presidente Bush fue jefe de la oficina de enlace de Estados Unidos en China en la década de 1970, antes de que Washington estableciera relaciones formales con Beijing, en 1978. Bush padre es considerado en general como un político de buena voluntad hacia China.

«Aunque padre e hijo no tengan la misma postura política, la actitud personal es importante», comentó Zhang Jian, investigador del Instituto Chino de Estrategia y Administración.

Tanto Gore como Bush prometen respetar la política de «una China» y trabajar por una resolución pacífica de las tensiones entre Beijing y Taiwan.

Bush respalda un proyecto de ley que establecería relaciones militares más estrechas con Taiwan, a la que China considera una provincia renegada.

Aunque Gore se opone al proyecto, trató de tranquilizar al pueblo taiwanés asegurándole que estará protegido.

«Haremos lo posible por una resolución pacífica (del conflicto China-Taiwan), y aunque China es una relación bilateral importante, también nos preocupa el pueblo de Taiwán», declaró esta semana Marc Ginsberg, asesor de política exterior de Gore.

Zhang y Li concuerdan en que, sin importar quién sea elegido presidente, las relaciones bilaterales no serán alteradas.

«Ya no se puede hablar de distintas políticas partidarias de Estados Unidos hacia China, porque las diferencias entre ambos partidos se reducen día a día», afirmó Zhang Jian, del Instituto Chino de Estrategia y Administración. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip/00

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