La elección de alcaldes en grandes ciudades de Brasil este domingo será también una opción ciudadana entre modelos y estilos de gestión, que en la mayoría de los casos enfrenta a la izquierda con la derecha.
Está en juego el gobierno de 31 de los municipios con más de 200.000 electores, en los cuales ningún candidato obtuvo la mayoría absoluta en los comicios del 1 de octubre. En estos casos la ley electoral impone una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.
Candidatos del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), el mayor opositor al presidente Fernando Henrique Cardoso, participarán en la mayoría de las disputas, con posibilidades de triunfar en 16 grandes ciudades, lo cual le permitiría mantener el gobierno en dos de las mayores capitales y de conquistarlo en otras cuatro.
El gran avance del PT se debe en gran medida al éxito de sus innovaciones en ciudades que ha gobernado.
En Porto Alegre, capital del estado meridional de Río Grande del Sur, el PT implantó el llamado «presupuesto participativo», un procedimiento por el cual asambleas populares en los barrios intervienen en el proceso de asignación de recursos de la alcaldía.
La aprobación popular a ese procedimiento, que busca profundizar la democracia y prestar mayor atención a cuestiones sociales, ha permitido al PT mantenerse durante 12 años en la alcaldía de Porto Alegre y tener asegurado un nuevo triunfo este domingo.
Además, la experiencia del «presupuesto participativo» se ha extendido a otras ciudades, y en especial a las gobernadas por alcaldes de izquierda.
En Brasilia, el alcalde del PT Cristovam Buarque estableció durante su gobierno (1995-1998), la llamada «beca-escuela», que asignó un salario mínimo (equivalente en la actualidad a 80 dólares) a las familias que mantengan a sus hijos en el sistema escolar.
Programas similares fueron adoptados por muchos otros municipios e incluso por el gobierno nacional, con variantes como la reducción de la asignación de dinero o su sustitución por una canasta alimentaria.
Otra razón del crecimiento del PT es la imagen de probidad de los alcaldes de ese partido, contrapuesta con generalizados escándalos por corrupción e irregularidades financieras en administraciones municipales.
Más de la mitad de los alcaldes de algunos estados brasileños enfrentan en la actualidad procesos judiciales o investigaciones parlamentarias por cargos o sospechas de ilegalidades, en su mayoría vinculadas con malversación de recursos. Muchos alcaldes fueron destituidos por esa causa en los últimos años.
En cambio, la austeridad de los alcaldes del PT fue reconocida incluso por el ministro de Planificación y Presupuesto, Martus Tavares, quien busca aplicar con severidad la Ley de Responsabilidad Fiscal, aprobada para frenar la generación de déficit fiscal y que establece sanciones a los gobernantes que la violen.
Se prevé que el escándalo por corrupción que tuvo mayor repercusión este año determinará que el PT reconquiste la alcaldía de la ciudad sudoriental de Sao Paulo, con 10 millones de habitantes y la mayor del país.
El actual alcalde de Sao Paulo, Celso Pitta, fue acusado de consentir la corrupción en la administración descentralizada de la ciudad, y separado de su cargo por la justicia durante dos semanas de junio.
La gestión de Pitta fue también objeto de una investigación parlamentaria que llevó a la prisión a algunos de sus colaboradores y a concejales que lo apoyaban.
El desprestigio del alcalde de Sao Paulo se extendió a su antecesor y padrino político, Paulo Maluf, quien intenta volver a la alcaldía de la ciudad, que ocupó de 1993 a 1996, pero ha aparecido muy por debajo de la candidata del PT, Marta Suplicy, en las encuestas sobre intención de voto para este domingo.
El triunfo de Suplicy parece casi seguro, pese al rechazo de importantes sectores conservadores de la población de Sao Paulo a sus posiciones feministas y a su pasado de consejera sexual en la televisión.
El PT gobernó Sao Paulo en el período 1989-1992, cuando Luiza Erundina fue alcaldesa y no logró entusiasmar a los ciudadanos, pese a la prioridad que otorgó a las cuestiones sociales. Pero entonces no se había consolidado el estilo de gestión municipal que en la actualidad se identifica con ese partido.
En Curitiba, capital del estado sudoccidental de Paraná, se presenta una situación peculiar porque el candidato del PT, Angelo Vanhoni, a quien las encuestas permiten considerar probable triunfador este domingo, enfrenta un modelo de gestión urbana exitoso pero identificado con un partido de derecha.
Desde los años 70, el arquitecto Jaime Lerner, en la actualidad afiliado al derechista Partido del Frente Liberal (PFL) y gobernador de Paraná, impulsó en la alcaldía innovaciones creativas, con énfasis en la cuestión ambiental y en la mejora de la calidad de vida.
El éxito de ese modelo de gestión, que cuenta con alta aprobación local y reconocimiento internacional, ha determinado el triunfo en sucesivas elecciones municipales de los candidatos identificados con Lerner.
La táctica de campaña ha sido no enfrentar el modelo de gestión vigente, y Lerner afirmó que 77 de las 88 propuestas del candidato del PT ya son llevadas a cabo por el actual alcalde, Cassio Taniguhi.
El PT no participará en la segunda vuelta de Río de Janeiro, la segunda ciudad del país, donde se enfrentarán el actual alcalde, Luiz Paulo Conde, y su antecesor, Cesar Maia.
Los dos se disputan la paternidad de exitosos proyectos que mejoraron la calidad de vida de la población en la segunda ciudad brasileña, y en especial la urbanización de los barrios pobres llamados «favelas».
Conde integra el PFL y Maia el conservador Partido Trabalhista Brasileiro, pero ambos provienen de la izquierda.
El PT no es el único partido de izquierda que disputará alcaldías importantes.
El Partido Socialista participará en la segunda vuelta de Belo Horizonte, capital del estado centroriental de Minas Gerais, y el Partido Comunista de Brasil en la de Fortaleza, capital del estado nororiental de Ceará, ambas ubicadas entre las seis mayores ciudades del país. (FIN/IPS/mo/mp/ip dv/00
