Las perspectivas de crecimiento de los países en desarrollo siguen condicionadas por la vulnerabilidad de esas economías a las conmociones externas, señala el último informe anual de la ONU sobre comercio y desarrollo.
Las fórmulas que se escojan para afrontar tales problemas serán determinantes para el futuro de esos países, dice el estudio de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Por lo pronto, ya está claro que para alcanzar ese objetivo «no bastará confiar exclusivamente en las fuerzas del mercado y en la política monetaria», adelantó el secretario general de la UNCTAD, el brasileño Rubens Ricupero.
El informe diagnosticó la recuperación de los países en desarrollo de la depresión de 1998, pero sus esfuerzos por incorporarse a la economía mundial chocan contra los prejuicios y las asimetrías de los sistemas comercial y financiero, dijo.
En esos países, muchos exportadores luchan por tener acceso a los mercados del mundo industrializado, pero las mismas oscilaciones extremas de los precios que antes sufrieron los países vendedores de productos básicos han empezado también a alterar los planes de los fabricantes de manufacturas.
Entre los acontecimientos que conspiran contra las naciones en desarrollo, la UNCTAD mencionó la fracasada conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), realizada en Seattle en diciembre pasado.
Durante esa reunión fue manifiesta la resistencia a abrir una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales que tuviera en cuenta las necesidades de los países más pobres.
En contraste, persisten los desequilibrios comerciales entre los grandes países industriales «que no hacen más que acentuar la inquietud de los países en desarrollo», describe el informe de la agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
El cuadro pintado por la UNCTAD muestra las huellas dejadas en los países en desarrollo durante las últimas dos décadas por las políticas de liberalización de las economías.
Cuando ya han transcurrido varios años de reformas internas aplicadas con grandes sacrificios, esos países siguen dependiendo de entradas de capitales sumamente inestables para financiar su crecimiento.
En la presentación del documento, Ricupero recomendó mayor cooperación y diálogo internacionales si se pretende aprovechar todas las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para cerrar la brecha cada vez más profunda que separa a los países ricos de los pobres.
Pero, advirtió el funcionario, esa meta exige un liderazgo mucho más audaz, similar al que favoreció el advenimiento de la última edad de oro, dijo, en referencia al periodo de prosperidad posterior a la segunda guerra mundial (1939-1945).
El documento de la UNCTAD estima que las perspectivas inmediatas de la economía mundial han mejorado y adelanta una previsión de crecimiento para este año superior a tres por ciento.
En ese desempeño, a la economía estadounidense le cabe un papel primordial pues siguió su marcha adelante desafiando toda previsión y creciendo muy por encima de lo que se solía pensar era su potencia de crecimiento a largo plazo.
El estudio, elaborado en el primer semestre de este año, juzga alentadora la forma en que el mundo logró capear el fuerte aumento de los precios del petróleo iniciado a mediados de 1999.
Con los datos entonces disponibles, la UNCTAD evaluó que el impacto del aumento del petróleo ha sido hasta el momento insignificante.
Las simulaciones efectuadas por diversas organizaciones llevan a pensar que los efectos de la persistencia de esos precios elevados sobre el crecimiento mundial serán limitados.
Sin embargo, admite, esas consecuencias se circunscribirán mayormente a los países en desarrollo importadores de petróleo.
El estudio dedica un capítulo especial a la recuperación en Asia oriental, y apunta significativamente que las economías esa región, golpeadas por la crisis financiera de julio de 1997 sólo repuntaron cuando abandonaron las políticas de austeridad y las autoridades monetarias jugaron un papel más positivo. (FIN/IPS/pc/mj/dv if/00
