Delegados de las oficinas de patentes de más de 50 países e inventores se reunieron en la capital de Argentina para discutir la manera de obtener respaldo para las invenciones, sobre todo en países en desarrollo donde se crean eficientes dispositivos sin amparo oficial.
Los inventores no se conforman con un solo diseño sino que, como los hombres del Renacimiento, inventan una cosa tras otra y todo lo hacen en soledad, en ratos libres, sin el marco de fundaciones o laboratorios, aun cuando sus creaciones pueden revolucionar al mundo.
"Es la primera vez que una reunión de éstas se realiza debajo del Ecuador", dijo a IPS Diego Lerner, vicepresidente de la Asociación Argentina de Inventores, para subrayar el interés potencial que suscitan estos desarrollos que muchas veces marcaron hitos en la historia de la tecnología.
La reunión, celebrada del 4 al 8 de este mes en Buenos Aires, fue auspiciada por la Federación Internacional de Asociaciones de Inventores y por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
Los representantes de Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Noruega y Suecia comentaron la manera en que sus centros de gestión reciben las propuestas de los inventores, evalúan sus posibilidades económicas y los apoyan apostando a recuperar el respaldo mediante impuestos directos.
Pero en los países más pobres, no sólo no reciben respaldo para su desarrollo sino que se enfrentan a trabas burocráticas de todo tipo, incluido a veces el costo del patentamiento que en Argentina, por ejemplo, aumentó este año de 100 a 1.700 dólares.
Si bien la cita no incluyó feria de inventos, algunos de los participantes comentaron acerca de sus creaciones. Un inventor boliviano desarrolló un inodoro portátil muy barato, realizado en fibra de vidrio, y tiene en carpeta otros cinco prototipos para la industria hospitalaria.
"Una de las características nuestras es que somos polirubro", describió Lerner, aludiendo a la vocación por inventar cosas para los distintos sectores.
Si algo cae en sus manos, buscan la forma de mejorarlo, si ven un dispositivo en una película, intentan desarrollarlo. "Somos inconformistas, nos parece que todo puede ser mejorado, y en lugar de criticar, lo hacemos", definió Lerner.
Con gran imaginación y escasos recursos, los inventores de países pobres diseñan elementos para la producción que muchas veces resultan no sólo útiles sino económicos y ecológicos. Sin embargo, su tarea sigue siendo observada como una actividad casi pintoresca y algo delirante.
Eduardo Turozzi hizo un compresor que no necesita aceite y por lo tanto ofrece un resultado de mayor calidad mediante una solución ecológica y económica. El artefacto se utiliza en automóviles, en bombas extractoras de agua y también tiene usos hospitalarios.
Lerner trabajó siempre en la construcción y ha inventado distintos objetos, no todos vinculados al sector. El que está a punto de salir al mercado es un decantador natural que filtra el agua de los tanques y evita realizar limpiezas adentro una vez al año.
"No soy optimista, pero creo que va a andar bien", dijo.
El vicepresidente de la Asociación, José Fandi, es considerado ya un prócer en la materia por haber desarrollado en 1956 el secador para pisos, un artículo para la limpieza que consta de un palo de madera unido a uno de goma en forma de "T" que resulta hoy de uso imprescindible para escurrir el agua.
Entre los inventores las mujeres son minoría, pero las hay muy buenas, aseguró Lerner. Una de ellas, Mirta Fassi, inventó un ladrillo para la construcción hecho en base a botellas plásticas, dándole así un nuevo uso industrial al envase descartable.
Un representante de Leshoto comentó en Buenos Aires que creó un arado a motor a base de una bicicleta que en el campo, en su país, permitió reemplazar al buey como palanca de tracción en momentos en que la tierra para su crianza escaseaba. (FIN/IPS/mv/ag/dv sc/00