Grupos de 40 gobernantes se reunieron en "sesiones informales interactivas" para tratar cuestiones clave, por primera vez en la historia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante la Cumbre del Milenio realizada en la sede del foro mundial en Nueva York.
La agenda de esos encuentros, que se realizaron a puertas cerradas, abarcó desde la globalización económica y el terrorismo hasta las perspectivas de establecer un gobierno mundial y la reforma de la propia ONU.
El resultado de los intercambios de ideas será recogido en un plan de acción, pero la credibilidad de ese documento se verá afectada porque hubo notorias ausencias en las reuniones, entre ellas las de Estados Unidos.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, asistió a todas las sesiones informales de jefes de Estado y de gobierno realizadas durante los tres días de la cumbre, que comenzó el miércoles y terminó el viernes.
La primera de las reuniones, presidida por el primer ministro de Singapur, Goh Chok Tong, se dedicó al impacto y los desafíos de la globalización.
"Los participantes plantearon que es preciso fortalecer el sistema de la ONU y revisar los cometidos y el funcionamiento de instituciones creadas hace décadas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial", indicó Goh.
"El representante de un país en desarrollo sugirió la idea radical de establecer alguna forma de impuesto internacional y destinar lo recaudado a asistir a las naciones más pobres", añadió.
El primer ministro no quiso identificar al país responsable de esa propuesta, y explicó que la confidencialidad permitía que los participantes en las sesiones se expresaran con franqueza.
La segunda sesión contó con la asistencia de 34 gobernantes, entre los cuales estuvieron el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, el presidente de Cuba, Fidel Castro, y el presidente de Francia, Jacques Chirac.
También participaron representantes de Alemania, Angola, Argentina, Brasil, China, Colombia, Corea, Costa Rica, Etiopía, Filipinas, Gambia, India, Jamaica, Namibia, Nepal, Pakistán, Suecia y Turquía.
En esa sesión, presidida por el presidente de Polonia, Aleksander Kwasniewski, se estableció una lista de cuestiones que los integrantes del grupo piensan que deben recibir alta prioridad en los próximos años.
Blair y Chirac coincidieron, durante un dinámico intercambio de ideas, en que deben ajustarse los mecanismos de acción de la ONU en Africa, para asegurar que la asistencia brindada alcance a todos los interesados, dijo a periodistas el embajador británico ante la ONU, Jeremy Greenstock, asistente a la sesión.
El primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, retomó la cuestión y preguntó cuándo se transformaría la retórica en una implementación de ese propósito.
Annan intervino de inmediato para opinar que existe un compromiso en la materia de los países industrializados, y que ahora los gobernantes africanos deben hacer su parte, mediante buen gobierno y políticas consistentes.
El presidente de Gambia, Yahya Jammeh, añadió que estaba de acuerdo con Annan, pero acotó que los países africanos afrontan dificultades causadas ante todo por carencias en el terreno de la educación.
Jammeh añadió que es preciso aliviar la deuda de esas naciones, aumentar la inversión extranjera que reciben y permitirles participar más en el comercio mundial.
"Pareció claro que los países africanos aceptaban que las naciones industrializadas hablaron con sinceridad, y reconocían que deben cooperar con ellas para superar sus problemas", comentó Greenstock.
Kwasniewski dijo que el debate había sido uno de los más interesantes a los que ha asistido en su larga carrera política.
"Los países miembros de la ONU acercamos nuestras posiciones cuando hablamos acerca de problemas concretos como los de la pobreza, la enfermedad, la violencia y la falta de democracia y de protección de los derechos humanos en el mundo, que fueron planteados en la reunión, entre otros", apuntó.
"Se ha hablado de esos asuntos aquí durante 50 años, pero ahora podemos ver qué lejos estamos de nuestras metas, y esa es la diferencia", sostuvo.
"Tras el colapso del comunismo y de muchas diferencias ideológicas, tenemos otra oportunidad de reorganizar en forma positiva nuestro ambiente político, social y económico, y estamos más cerca que hace 20 años de hallar buenas soluciones", aseguró.
El presidente polaco había sido en otras ocasiones muy crítico de la efectividad de la ONU para manejar los problemas mundiales, pero afirmó que durante la sesión informal había "reconstruido su confianza" en el foro mundial y su convicción de que es necesario que exista.
"El principal significado de la reunión estuvo en la responsabilidad internacional de los participantes y en el sentimiento de que debemos trabajar juntos e integrar nuestros esfuerzos para resolver los problemas", subrayó.
Kwasniewski apuntó que la conversación podría haber sido aun más productiva en un marco menos formal que el de los "distinguidos" salones de la sede de la ONU.
En la tercera sesión, presidida por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se planteó la necesidad de una estructura más democrática de la ONU, que incluya participación de más países en su Consejo de Seguridad.
Participaron en ese encuentro el presidente de Perú, Alberto Fujimori, el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, y el viceprimer ministro de Iraq, Tariq Aziz. También asistieron representantes de India, Israel, Moldavia, Mozambique, Níger, Noruega y Sudán.
Castro demostró su confianza en la iniciativa de mantener sesiones informales al participar también en esta reunión.
El presidente cubano había criticado el estado actual de los asuntos mundiales en su discurso ante el plenario de la cumbre, el miércoles, al afirmar que tres docenas de países ricos dominan la economía, el desarrollo tecnológico y las cuestiones políticas.
"No podemos seguir navegando en el siglo XXI con mapas de 1945. Debemos fortalecer a la ONU para que pueda hacer frente a conflictos locales y al narcotráfico. También es preciso democratizarla y extender el concepto de responsabilidad compartida", dijo Chávez a periodistas.
La cuarta y última de las sesiones, realizada en la mañana del viernes, abordó la cuestión de la deuda externa de los países en desarrollo, pero no se dedicó a discutir su refinanciación o cancelación, sino a discutir sus causas de fondo y la responsabilidad de los acreedores ante los deudores.
"En la actualidad, el problema es quiénes debe qué a quiénes" dijo a periodistas el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, quien presidió la sesión.
Los participantes, entre quienes estaban representantes de Haití, Marruecos, Nueva Zelanda, Sri Lanka y la Comisión Europea, coincidieron en la necesidad de redefinir el significado de la globalización, para evaluar qué puede ofrecer ese proceso a los países en desarrollo.
En varias intervenciones se abogó por la reducción de las actuales potestades del FMI y por asignar a esa institución un papel similar al de cualquier banco.
Se discutió la relación entre democracia y terrorismo, para concluir que una sociedad no puede llamarse democrática si apoya las actividades terroristas, acerca de las cuales Bouteflika dijo que "deben ser tratadas como el flagelo internacional que son".
Los participantes coincidieron con otro planteo del presidente argelino acerca de la necesidad de encarar "el problema de la educación" en escala internacional, y no sólo mediante el sistema de la ONU". (FIN/IPS/tra-eng/ml/da/mp/ip dv/00