SALUD: La industria del tabaco infiltró a las agencias de la ONU

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fustigó a las compañias transnacionales tabacaleras acusándolas de haber saboteado los esfuerzos por controlar el consumo de tabaco a través de presiones sobre la misma institución y sobre otras agencias del sistema internacional.

Las investigaciones de un comité de expertos designado por la OMS llegaron a la conclusión de que la industria del tabaco empleó diferentes tácticas en sus intentos por influir a las entidades miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Entre las estrategias empleadas con esos fines por la industria tabacalera, la comisión mencionó el propósito de establecer relaciones impropias con funcionarios de la OMS para influir en las políticas de la agencia.

También procuraron socavar las actividades de la OMS para el control del tabaco mediante presiones sobre los presupuestos de la institución. Otro ardid consistió en usar a diferentes agencias de la ONU para influir en las campañas antitabaco de la agencia sanitaria.

La investigación se fundó en el examen de una serie de documentos de las transnacionales, que se divulgaron con motivo de los procesos incoados en Estados Unidos contra la industria tabacalera.

Los documentos provenían de las compañias Philip Morris, R.J. Reynolds, Brown & Williams, American Tobacco, Lorillard Tobacco, el Tobacco Institute, el Council for Tobacco Research y British American Tobacco.

En algunos casos, las tabacaleras intentaron usar a otras agencias de la ONU para obtener información de las actividades de la OMS en el control del tabaco o para interferir o resistir a tales políticas.

Los principales de esos esfuerzos se dirigieron hacia la FAO (Organización de la Agricultura y la Alimentación), que por su especialidad colabora estrechamente con la OMS en la cuestión del tabaco.

Pero las tabacaleras también se concentraron en otras agencias, como el Banco Mundial, la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, el Consejo Económico y Social de la ONU y la Organización Internacional del Trabajo.

La directora general de la OMS, Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega, emprendió desde que asumió el cargo, en enero de 1998, una campaña para combatir el consumo de tabaco y sus consecuencias letales sobre la salud de la población mundial.

Brundtland encomendó la investigación a un grupo de expertos encabezado por el ministro de Salud Pública de Suiza, Thomas Zeltner.

La industria tabacalera empleó a individuos e instituciones 'independientes' para atacar las prioridades y la competencia de la OMS, a través de artículos publicados y de exposiciones ante medios de comunicación y dirigentes políticos.

Las pruebas halladas por los investigadores demostraron que las tabacaleras utilizaron a numerosas organizaciones ajenas para tratar de influir a la OMS, incluyendo a sindicatos, bloques de empresas de la misma industria y compañias de la alimentación controladas por las propias tabacaleras.

Las tácticas empleadas comprendieron también la manipulación de los debates públicos y científicos sobre los efectos del tabaco en la salud.

Las compañias tabacaleras financiaron secretamente a expertos 'independientes' para que realizaran investigaciones, publicaran estudios, participaran en conferencias y trataran de influir a los científicos de la OMS con la intención de desacreditar o alterar los resultados de los estudios.

El resultado más notorio de esa estrategia de la industria fue la falsificación del estudio sobre los fumadores pasivos efectuado por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, concida por sus siglas en inglés IARC.

En 1993, Philip Morris lanzó una vasta y suculentamente financiada campaña para contrarrestar los efectos negativos sobre la industria de las conclusiones de la IARC respecto del cáncer originado en el consumo pasivo de tabaco.

Los documentos investigados por el comité probaron que las empresas del tabaco montaron reuniones de medios de comunicación para distraer la atención sobre otros acontecimientos organizados por la OMS y relacionados con el tabaquismo.

El informe de los expertos menciona el papel desempeñado por Paul Dietrich, un abogado estadounidense vinculado durante largo tiempo con las compañias tabacaleras.

Dietrich escribió artículos y editoriales atacando a la OMS y a sus políticas, que fueron publicados entre 1988 y 1993 en medios importantes de Estados Unidos, como Wall Street Journal, International Herald Tribune y Washington Times.

La investigación recomienda que la OMS preste asistencia a sus estados miembros para que determinen si disponen de fundamentos legales para demandar resarcimientos a las compañias tabacaleras.

También alienta a la OMS a controlar a las compañias tabacaleras para determinar si persisten en sus conductas reprobables y propone que la institución sanitaria divulgue el resultado de esos seguimientos. (FIN/IPS/pc/ff/he/00

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