Eritrea y Etiopía recibieron con agrado a una misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para controlar el cumplimiento del cese del fuego entre ambos países, pero expertos dudan de que la paz en la región sea duradera.
Asmara y Adis Abeba buscan evitar la extensión de su conflicto fronterizo, y aceptaron la recomendación de desplegar unos 4.000 integrantes más de la fuerza de mantenimiento de la paz en el territorio en disputa, planteada la semana pasada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
El mandato de la misión de la ONU incluye controlar el cese del fuego, la reducción de armamentos y la desmovilización de cierto número de combatientes, así como establecer una franja de territorio neutral entre ambos países.
También supervisará la reirada de las fuerzas etíopes hasta las posiciones que ocupaban antes del 6 de mayo de 1998, cuando comenzó la guerra, y el mantenimiento de las tropas eritreas a una distancia de por lo menos 25 kilómetros de esas posiciones.
Analistas no piensan que el cumplimiento de esos objetivos sea suficiente para garantizar el fin del conflicto, si se no se tienen en cuenta factores regionales.
"No es posible aceptar la tesis de que el futuro pacífico de las relaciones entre ambos países depende de la reducción de sus armamentos y la desmovilización de la mayoría de sus soldados", dijo a IPS Moustapha Hassouna, un profesor del Instituto Diplomático de la Universidad de Nairobi.
Hassouna descartó la posibilidad de que se produzca un desarme, en especial en Eritrea, que se independizó de Etiopía en 1993 tras una lucha armada de 32 años, y está rodeada de vecinos hostiles.
El futuro de las relaciones entre Asmara y Adis Abeba debe ser analizado en el marco de cuestines regionales más amplias, que se vinculan con otros conflictos en el Cuerno de Africa y con el problema básico del lucrativo tráfico de armas en esa región, señaló.
Otros países de la región involucrados en conflictos son Somalia y Sudán.
Eritrea sufrió graves reveses en sus dos años de guerra con Etiopía, y mientras trata de recuperarse tendrá una buena oportunidad para mejorar sus relaciones con Adis Abeba, explicó.
Sin embargo, la situación es distinta en el caso de Etiopía, que quedó sin salida al mar tras la secesión eritrea y será una amenaza para sus otros vecinos del Cuerno de Africa que tienen acceso al Mar Rojo, apuntó.
Adis Abeba "buscará un nuevo campo de batala en Somalia o en cualquier otra parte", aseguró Hassouna.
Esa previsión se vio reforzada esta semana cuando el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, advirtió a la población de su país que "siempre debe estar lista para una guerra con la teconología más avanzada", durante una ceremonia de graduación de militares.
"No nos preparamos para la guerra pasada, sino para la próxima. Nuestros preparativos deben priorizar a un desarrollo de recursos humanos a tono con los avances tecnológicos más recientes, ya que es inevitable que el modo de combatir cambie de acuerdo con la tecnología de cada época", afirmó.
Estados Unidos y otros países expresaron su respaldo a la misión de paz de 4.200 hombres, que incluye 220 observadores militares del cese del fuego, pero advirtieron que ambos países deben mejorar sus relaciones si desean llegar a un arreglo de paz integral.
Desde el estallido de la guerra, Eritrea y Etiopía rompieron sus relaciones formales pero mantuvieron sus respectivas embajadas en el otro país.
La exhortación de Estados Unidos a reanudar las relaciones será difícil de cumplir, observó Mengistu Ayalew, un portavoz de la embajada de Etiopía en Nairobi.
"No tenemos problema con las fuerzas de paz, estamos listos para ellas y también nos complace que Eritrea las considere con seriedad. Pero es muy pronto para reanudar los vínculos bilaterales. Primero debemos aplicar la propuesta de paz", dijo Ayalew a IPS.
Etiopía acusó a Eritrea de perseguir a sus ciudadanos mediante arrestos, actos de tortura, expulsiones e incluso violaciones, a pesar del acuerdo firmado el 18 de junio en Argelia.
Aunque Etiopía ha repatriado a 10.000 de sus ciudadanos con ayuda de agencias humanitarias desde junio, Eritrea continúa expulsándolos a través de rutas "peligrosas", afirmó el gobierno etíope.
La semana pasada, agregó, Eritrea expulsó a más de 6.000 etíopes a través de terrenos minados y ríos crecidos.
Por su parte, Eritrea también se quejó de expulsiones y persecución de los eritreos que viven en Etiopía.
Un grupo de eritreos realizó una manifestación de protesta en Asmara, donde quemó la bandera de Etiopía y atacó su embajada.
Ese tipo de hechos es muy negativo para los esfuerzos de ambos países que buscan reanudar relaciones formales, lamentó Ayalew. "Son señales de frustración del lado eritreo", agregó.
Zenawi y su par eritreo, Isayas Affeworki, son antiguos aliados que se ayudaron mutuamente a llegar al poder.
Eritrea estaba federada con Etiopía cuando se liberó de la colonización italiana, en 1952.
Eritrea se separó de Etiopía bajo el gobierno de Affeworki, tras una guerra que causó la muerte o el desplazamiento de miles de personas. (FIN/IPS/tra-en/ja/sm/mp-mlm/ip/00