La central nuclear Angra 2, instalada a 130 kilómetros de esta ciudad de Brasil, empezó a operar con 17 años de retraso respecto del plan inicial, pero en un momento oportuno para sus defensores.
Brasil necesita la energía de Angra 2 para sostener el reanudado crecimiento económico y atenuar la amenaza de apagones a partir de los próximos meses.
La nueva central nuclear, de 1.309 megavatios de potencia, representa dos por ciento de la capacidad instalada en el país para la generación de electricidad, mientras que el consumo podría crecer seis por ciento al año.
Brasil estará obligado a racionar la electricidad a partir de fines de 2000 y poco ayuda Angra 2, ya que la creciente demanda exige cada año el triple de la capacidad de generación de la nueva central nuclear, observó Luiz Pinguelli Rosa, profesor de posgrado de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Serán tres años críticos, hasta que entren en servicio buena parte de las 49 centrales termoeléctricas alimentadas con gas natural que han sido proyectadas, advirtió el físico Pinguelli Rosa, experto en cuestiones energéticas.
Pese a que la generación de electricidad no es suficiente, la puesta en marcha a mediados de julio de la central de Angra 2 estimuló el debate sobre la validez y los riesgos de la energía atómica.
Su construcción fue "un absurdo, una decisión equivocada", en un país que dispone de muchas alternativas "menos costosas y más seguras y ecológicas", como la biomasa, el sol y otras fuentes, afirmó Ruy de Goes, coordinador de la campaña antinuclear de Greenpeace en Brasil.
La construcción de Angra 2 significa invertir en una tecnología que los países industriales abandonan, sostuvo De Goes. Hace 20 años que Estados Unidos no construye nuevas centrales nucleares y varios países europeos decidieron suspender la ampliación de las existentes o desactivarlas gradualmente.
Los proyectos en el área de la energía nuclear se limitan casi solamente a Asia, según De Goes y Pinguelli.
Everton de Carvalho, presidente de la Asociación Brasileña de Energía Nuclear (ABEN), replicó que los críticos de la energía nuclear en Brasil confunden "su deseo con la realidad".
Estados Unidos autorizó la ampliación de la vida útil de cuatro centrales de 40 a 60 años, inaugurando una tendencia mundial, dijo el presidente de la ABEN, que agrupa a profesionales e instituciones promotoras del uso pacífico del átomo.
También fue aumentada seis por ciento la eficiencia de las 104 centrales nucleares de Estados Unidos, un paso que equivale a construir cuatro Angra 2, comentó Carvalho.
Así mismo, naciones de Europa que habían resuelto prescindir gradualmente de la energía nuclear, como Alemania y Suecia, han postergado las metas anunciadas, observó Carvalho, asesor de Industrias Nucleares Brasileñas, la compañía que producirá el combustible para las centrales de Angra.
El mayor desafío de Europa es cumplir sus compromisos de reducción de los gases causantes del efecto invernadero, algo que no podrán lograr antes de 2025 sin construir por lo menos 65 centrales nucleares, agregó.
La disyuntiva es entre la energía nuclear y el recalentamiento de la tierra, arguyó Iván Salati, de la Comisión Nacional de Energía Nuclear, órgano del Ministerio de Ciencia y Tecnología encargado de las normas del sector.
No hay fuentes de energía que excluyan por completo la contaminación, los riesgos y otros problemas, coinciden varios expertos.
Brasil cuenta ahora con dos plantas atómicas en una playa del municipio de Angra dos Reis, a 130 kilómetros de Río de Janeiro y 220 de Sao Paulo. Son administradas por la empresa estatal Eletronuclear, radicada en Río de Janeiro.
Angra 1, adquirida a la empresa estadounidense Westinghouse, sufre frecuentes interrupciones desde que entró en servicio en 1984. Presenta muchos problemas, la corrosión afecta a diez por ciento de los tubos del generador de vapor y debería pasar por una revisión total, señaló Pinguelli.
El examen de sus equipos se cumple regularmente y la sustitución de su generador sólo será necesaria a largo plazo, respondió Eduardo Mendonça Costa, coordinador de Reactores de la Comisión Nacional de Energía Nuclear.
Angra 2, con tecnología alemana, es más segura que la primera central, reconoció Pinguelli, pues dispone de una pared de contención de eventuales fugas de radiactividad. Pero el espesor de esa pared, 60 centímetros, es de sólo un tercio de la medida estándar en Alemania, advirtió.
Mendonça aseguró que esa barrera ofrece total seguridad, pues la pared de 180 centímetros que se utiliza en Alemania fue proyectada para proteger la central del eventual impacto de aviones militares.
No hay tráfico aéreo en Angra que justifique tal prevención y 60 centímetros es el espesor utilizado en Estados Unidos, añadió.
Otro motivo de polémica es el Plan de Emergencia para el caso de accidentes. La población de inmediata evacuación es sólo la que habita en un radio de cinco kilómetros de la central, ante los 15 kilómetros previstos inicialmente. "Una decisión arbitraria", según Pinguelli.
Los ambientalistas destacan la precariedad de la única carretera disponible para una evacuación masiva, dificultad reconocida por Everton de Carvalho, también ingeniero de Eletronuclear.
La basura radiactiva es un problema de futuro, incluso porque el proyecto de ley que reglamenta su destino aún no fue promulgada. La Cámara de Diputados lo aprobó, pero el Senado todavía no se ha pronunciado.
La Comisión Nacional de Energía Nuclear calcula en 12.000 los habitantes del radio de cinco kilómetros que serían evacuados de inmediato en caso de emergencia. Para ellos hay un plan detallado, con entrenamiento y ejercicios regulares, indicó Mendonça.
En la eventualidad de un accidente mayor, sería necesario evacuar a los 120.000 habitantes de la ciudad de Angra dos Reis, cuyo centro se halla a unos 20 kilómetros de los reactores atómicos.
El secretario municipal de Planificación y Medio Ambiente de Angra dos Reis, Raul Ribeiro Vaz, reclama una mejor definición de las tareas que corresponderían al gobierno municipal en la eventualidad de una evacuación.
Ribeiro Vaz observó que la población de Angra dos Reis aumenta en verano, por tratarse de una región turística. Además, la construcción de Angra 2 atrajo a muchos migrantes en busca de trabajo, con el consiguiente incremento, aunque sea en forma transitoria, de la población cercana a las centrales.
El riesgo de accidente, ínfimo según las autoridades de la Comisión Nacional de Energía Nuclear y de la empresa Eletronuclear, no ha afectado el turismo, aseguró Ribeiro Vaz.
En efecto, hay en la zona numerosos hoteles en construcción y otros proyectos para atender a turistas atraídos por las verdes montañas y la bahía repleta de bellas playas e islas de Angra dos Reis.
Angra 1 y 2, que se levantan como cuerpos extraños en una de las más hermosas áreas de Brasil, cargan también el pecado original de proceder de un ambicioso plan del régimen militar que dominó el país de 1964 a 1985. El objetivo oculto era la fabricación de la bomba atómica, asegura Ruy de Goes.
Un acuerdo firmado con Alemania preveía la construcción de ocho centrales nucleares, que se sumarían a Angra 1. El fracaso del programa elevó el costo de Angra 2 a 12.000 millones de reales (6.600 millones de dólares al cambio actual), según cifras de Eletronuclear.
Es la central nuclear más costosa del mundo, señalaron los críticos. Los costos financieros y de mantenimiento de los equipos almacenados explican gran parte del gasto.
Ahora se anuncia la batalla por la construcción de Angra 3, cuyos equipos ya fueron adquiridos. Se trata de una obra inevitable, pues no hay otra forma de generar energía barata para atender las necesidades del país, arguyen los responsables del proyecto.
La presencia de tres centrales en funcionamiento daría la escala suficiente para hacer posible la producción de combustible nuclear en Brasil, sostuvo Carvalho.
Los países grandes, con diversidad de situaciones, como es el caso de Brasil, no pueden prescindir de ninguna fuente de energía, a juicio del físico Anselmo Paschoa, que fue director del área de Radioprotección y Seguridad de la la Comisión Nacional de Energía Nuclear.
Las decisiones en el campo de la energía deben surgir de la evaluación de situaciones locales, de la economía y de los riesgos que todas las fuentes presentan, dijo Paschoa.
La Constitución brasileña de 1988 contempla el uso pacífico de la energía nuclear, recordó Vilmar Berna, editor del Jornal do Meio Ambiente y único periodista brasileño distinguido por la Organización de las Naciones Unidas con el premio Global 500, que obtuvo en 1999.
"Soy contrario (a la energía nuclear), pero reconozco que estoy en minoría", dijo Berna, que considera indispensable la discusión democrática sobre la cuestión. (FIN