La directora de prensa de un canal de televisión renunció a su cargo en Chile, luego de que al propietario de la estación le disgustara un reportaje sobre nudismo, en una nueva muestra de censura empresarial en los medios de comunicación.
La periodista Patricia Guzmán renunció el lunes 14 tras negarse a las exigencias del empresario Ricardo Claro de dar «excusas públicas» en el principal noticiero del canal Megavisión por el contenido del reportaje «El destape a la chilena», transmitido el jueves último.
Guzmán, directora de prensa y noticias de Megavisión desde la fundación de ese canal privado de señal abierta en 1990, asumió la responsabilidad por el contenido del reportaje, que, según Claro, se apartó de la línea editorial de la estación.
Hace unas seis semanas la periodista Bernardita del Solar fue forzada también a dejar la dirección del semanario Qué Pasa, a raíz de un reportaje de investigación sobre los grupos económicos más poderosos de Chile.
La investigación periodística de Qué Pasa incluyó al grupo Sahid, un conglomerado económico que es principal accionista del Consorcio Periodístico S.A. (Copesa), propietario de la revista y de tres diarios de Santiago.
Los casos de Guzmán y Del Solar son los más connotados, dentro de una serie de prácticas que limitan la libertad de los periodistas dentro de los medios en Chile identificadas en estudios universitarios.
Claro, el propietario de Megavisión, es un empresario de reconocidas posiciones católicas conservadoras, identificado con la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), que sentó las bases de la televisión privada de señal abierta en este país.
Hasta el fin del régimen militar la televisión de señal abierta estaba en poder exclusivamente del Estado y de las universidades, pero Pinochet dejó una ley que permitió crear canales privados desde el restablecimiento de la democracia, el 11 de marzo de 1990.
Megavisión, el primer canal privado en la televisión chilena, nació bajo el alero del grupo de Ricardo Claro, quien sigue siendo el principal propietario de la estación, pese a que más tarde vendió 42 por ciento de las acciones al consorcio mexicano Televisa.
«El destape a la chilena», reportaje del programa periodístico «Aquí en vivo», destacó el auge que está adquiriendo el nudismo, tanto en espectáculos teatrales como en otras manifestaciones artísticas y de entretenimiento.
El reportaje fue transmitido en el horario para adultos de la televisión chilena, luego de las 22:00 horas, e incluyó en su presentación una advertencia expresa de que su contenido no era recomendable para menores de 18 años.
No obstante estas prevenciones, el espacio causó disgusto a Claro, quien en el pasado se negó a que Megavisión difundiera los mensajes de una campaña oficial de prevención del Sida que proponía el uso del condón como una forma de prevención de esa enfermedad.
Guzmán y los editores del programa «Aquí en vivo» defendieron la ecuanimidad de su trabajo, que intentó representar todos los puntos de vista con respecto a este «destape», tardío respecto de la transición democrática iniciada en 1990.
El programa ofreció tribuna a El Porvenir de Chile y la Fundación de la Familia, dos entidades conservadores que se negaron a presentar sus puntos de vista en este espacio.
Claro ordenó que se leyera en el noticiero Meganoticias una nota de excusas a los televidentes por el contenido del reportaje, pero los conductores se negaron a hacerlo sin la conformidad de editores y periodistas de «Aquí en vivo».
Las autoridades del canal propusieron entonces que las excusas se leyeran en la siguiente edición de «Aquí en vivo», pero transcurrió el fin de semana sin que se llegara a un acuerdo al respecto.
Los editores y periodistas de «Aquí en vivo» consideran inconveniente esta virtual retractación pública para el programa, que es el de mayor rentabilidad entre los espacios periodísticos de Megavisión.
Guzmán resolvió finalmente asumir toda la responsabilidad por el contenido del programa y bajo ese predicamento presentó el lunes su renuncia, la cual se ignora si fue aceptada.
Las presiones políticas, económicas y en los llamados «temas valóricos o morales» constituyen un factor permanente de cortapisas al trabajo de los periodistas, según un estudio del Programa de Libertad de Expresión de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
La investigación de los expertos Guillermo Sunkel y Rafael Otano califica de esterilizante para el desarrollo del periodismo en Chile la «sumisión acrítica» que se impone a los periodistas respecto del director o del propietario del medio.
Las presiones que actualmente se ejercen contra la prensa en materia «valórica» y cultural proceden principalmente de la Iglesia Católica y de «poderes fácticos», entre los cuales se incluye a los empresarios, según los investigadores.
En ese sentido, y siempre de acuerdo con el estudio de Sunkel y Otano, Claro y Megavisión constituirían un ejemplo paradigmático de la fusión de las posiciones católicas más conservadoras con el poder empresarial para el ejercicio de la censura.
Los casos de las periodistas del Solar y Guzmán se producen mientras está pendiente la consideración en el parlamento de la ley de prensa.
Entre las propuestas de la ley está la de legitimar al Colegio de Periodistas como única instancia de control de la ética profesional y la de limitar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación. (FIN/IPS/ggr/mj/cr hd/00