/BOLETIN-DD HH/ INFANCIA-ARGENTINA: El trabajo invisible de niños en el hogar

Unos 252.000 niños pobres trabajan para subsistir en Argentina, según Unicef. Pero poco se sabe del trabajo silencioso de miles de niños y niñas de clase media que pasan varias horas al día solos en casa, limpiando y cocinando.

Sesenta y seis por ciento de los niños de entre 9 y 11 años que asisten a la escuela pública se preparan el almuerzo, según un estudio realizado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. El porcentaje de "cocineros" sube a 80,3 por ciento si se consulta a los que tienen entre 12 y 14 años.

"Por suerte hoy le toca (cocinar) a mi hermana", comentó a IPS Victoria, de 12 años.

Su hermana tiene 10 años, y ya está acostumbrada a ese quehacer. "Hago salchichas, hamburguesas, sandwiches…", enumeró la niña, confirmando, sin saberlo, las conclusiones del estudio acerca del escaso valor nutricional de los platos.

El subsecretario de Seguridad Alimentaria de Buenos Aires, Guillermo Guido, manifestó que no sólo le preocupa la gran cantidad de chicos que preparan en soledad su comida en casa. También es inquietante enterarse qué es lo que comen, dijo.

De los menores que cocinan —más niñas que niños—, la mayoría de los consultados coincidió en que suele preparar hamburguesas o salchicas (40,4 por ciento), en tanto 28,4 por ciento optan por el simple sandwich, de cualquier tipo. Muy por debajo están los huevos, el pollo, las pastas o el pescado.

Entre Victoria y su hermana se turnan para cocinar y lavar la vajilla. "A veces peleamos porque ella ensucia mucho cuando cocina", se quejó Victoria. Algunas veces tienen que acordarse a la salida de la escuela de comprar algún ingrediente que falta, para poder preparar la comida.

Si hay peleas, pueden terminar en golpes, según ellas mismas reconocen. "Si ella no me hace caso la llamo al trabajo a mi mamá, pero ella no quiere que la llamemos por pavadas", comentó la mayor, resignada a su papel de madre sustituta por algunas horas.

Psicólogos y sociólogos expertos en asuntos de familia atribuyen este fenómeno a una combinación de factores. En primer lugar, la familia ampliada —que sumaba al núcleo familiar a abuelos, tíos o primos— se extingue, sobre todo en las ciudades donde el espacio es más reducido.

Además, una mayoría de abuelos son hoy adultos que también trabajan, al igual que los padres. La caída de los ingresos empujó a más adultos al mercado laboral, sin que se pueda compensar esa ausencia con una empleada doméstica que se encargue de cuidar a los niños.

El problema se enmarca en una tendencia más general de crisis de los sectores medios que se deslizan hacia abajo en la pirámide social. Muchos de ellos constituyen hoy la categoría de "nuevos pobres" o "pobres por ingreso". Siguen perteneciendo a la clase media por cultura y expectativas, pero son pobres.

Por otra parte, las encuestas señalan que en los últimos 10 años, las jefas de hogar —mujeres a cargo del sostén económico de la familia— aumentaron de seis a 27 por ciento en la ciudad de Buenos Aires. En muchos casos, el padre está, pero desempleado. En otros casos, no vive con los niños.

Los menores pueden estar sólos a partir de que incorporan en su mente la idea de un adulto que los acompaña y los cuida, opinó la psicóloga Susana Toporosi, que coordina el área de Psicopatología de Adolescencia en el Hospital de Niños de Buenos Aires.

"Sólo entonces no se sentirá solo", recomendó Toporosi, y sostuvo que, en general, ese momento se da entre los ocho y los 10 años en las clases medias urbanas. Pero eso no significa que se los pueda cargar con la responsabilidad de la cocina, la limpieza o el cuidado de hermanos menores, aclaró la experta.

Esta realidad, que por lo general no es elegida por sus padres, genera en los niños una sobrecarga de exigencia que los condiciona de manera negativa para su desempeño escolar, y, como contracara, genera síntomas de aniñamiento y falta de motivación en los más chicos, que están al cuidado de sus hermanos.

Toporosi indicó que, además, los niños solos en casa están más expuestos a los accidentes. Quemaduras, intoxicaciones, cortes, caídas y golpes están entre los más comunes. Sólo entonces los niños llaman a sus padres por teléfono o acuden en busca de la ayuda de un vecino.

La soledad de los niños y niñas en el hogar se compensa muchas veces con un pasatiempo, que tampoco parece la panacea. Los niños de entre siete y 12 años que viven en Buenos Aires pasan entre una y cuatro horas frente al televisor, según una encuesta realizada por el canal de cable infantil Nickelodeon en 1999.

Pero lo verdaderamente nuevo es que 46 por ciento de los consultados tiene televisor en su propio dormitorio, un hecho que no sólo dificulta el control sobre el tiempo que pasan mirando sino que impide que la actividad sea compartida en familia, como recomiendan expertos en tecnologías educativas.

Para la madre de Victoria y su hermana, como para muchos otros padres, la televisión suele ser una compañía para sus hijos, y a veces también una garantía de que no estarán peleando o expuestos a algun otro peligro derivado de salir a la calle a jugar con vecinos.

"Prefiero que vean televisión", confió a IPS la madre de las niñas, resignada al mal menor. (FIN/IPS/mv/mj/lb/00

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