El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dará este miércoles en la ciudad colombiana de Cartagena un firme respaldo al plan antidrogas de su homólogo Andrés Pastrana, ante el recelo de los países vecinos, que temen una posible escalada bélica en sus fronteras.
Para el embajador de Colombia en Estados Unidos, Luis Moreno, la visita de nueve horas de Clinton servirá para aclarar a los colombianos y al mundo que «el Plan Colombia es para la paz y no para la guerra», como temen Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, así como activistas colombianos, estadounidenses y europeos.
Clinton viajará a la caribeña Cartagena con un importante grupo de congresistas demócratas y republicanos para dar a entender que el apoyo al Plan Colombia es una política de Estado, en el entendido de que «paz y prosperidad» son fundamentales «para la región y para el mundo», dijo Moreno.
Se trata de la segunda visita del mandatario estadounidense desde 1990.
Durante los ocho años de gobierno de Clinton, que concluirá en enero, las relaciones con Colombia llegaron a su nivel más bajo en la presidencia de Ernesto Samper (1994-1998), acusado de recibir dinero del narcotráfico para su campaña electoral.
Pero la visita de Clinton indica que Colombia dejó de ser un país problemático para convertirse en aliado estratégico, según analistas.
El Plan Colombia es definido como «una estrategia integral» de Pastrana «para combatir el narcotráfico y la producción de drogas, buscar la paz con la guerrilla, y promover el desarrollo social».
Pero otra cosa piensan Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, que con diferentes matices han expresado temores por las previsibles secuelas que traerá la escalada de la guerra que consideran implícita en el Plan.
El último pronunciamiento en ese sentido fue de Venezuela. El canciller José Vicente Rangel afirmó el jueves que una profundización de la guerra civil «podría significar el desplazamiento masivo de la población colombiana hacia distintos países fronterizos».
Rangel recordó el caso de La Gabarra, localidad del oriente colombiano, deshabitada en junio de 1999 tras el desplazamiento de sus 20.000 habitantes hacia el occidente de Venezuela ante la arremetida de paramilitares de derecha.
El viernes, hubo nuevos desplazamientos de campesinos de esa misma zona hacia territorio venezolano a causa de enfrentamientos entre las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y paramilitares de derecha.
Así mismo, el presidente de Ecuador, Gustavo Noboa, visitó Colombia el martes y miércoles pasados con el objetivo de conocer el desarrollo del Plan y las posibles consecuencias en la frontera de la ayuda militar dirigida a la erradicación de cultivos ilícitos.
Noboa descartó en su visita la utilización de la base militar de Manta, puerto ecuatoriano sobre el océano Pacífico donde operan fuerzas estadounidenses. Pero, igual que Perú y Brasil, Ecuador ha reforzado sus fronteras impedir el ingreso de narcotraficantes, campesinos y guerrilleros desde Colombia.
Organizaciones no gubernamentales de Ecuador y funcionarios del gobierno brasileño, como el canciller Luis Felipe Lampeira, expresaron también temor por el uso de agentes químicos o biológicos para erradicar la siembra de drogas en la Amazonia, por los daños que ocasionarían al ecosistema y la salud humana.
Entre los compromisos de Colombia para obtener la ayuda estadounidense figura la erradicación de cultivos ilícitos en un plazo de cinco años. Pese a que se ha negado a aplicar el hongo fusarium oxysporum por sus efectos nocivos, algunos expertos creen que al final se lo utilizará.
Setenta por ciento de los 1.300 millones de dólares de ayuda estadounidense establecida para los próximos dos años se orientará a la policía antidrogas y al fortalecimiento de la lucha antinarcóticos en el sudeste de Colombia, zona de alta presencia guerrillera.
El restante 30 por ciento se destinará a programas de sustitución de cultivos para pequeños campesinos.
La preocupación de la comunidad internacional y del movimiento social colombiano es que con el Plan que será oficializado por Clinton se da «vía libre a una dinámica de escalada de la guerra interna», dijo Marco Romero, de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional.
«En lo fundamental, el Plan Colombia es un apoyo estratégico al Ejército en comunicaciones, equipos e inteligencia, y esto, en un país en guerra, genera reacciones de la insurgencia, que también está haciendo algo silimar», dijo Romero a IPS.
En opinión del analista, la escalada militar «se está dando de los dos lados», pues «la guerrilla, importando armas», está haciendo «su propio Plan Colombia» y «el Estado fortalece la perspectiva militar».
Para Romero, no deben desatenderse las denuncias del presidente peruano Alberto Fujimori de que el Plan Colombia puede llevar a una «vietnamización» del país y de que las FARC adquirieron a una red de traficantes de armas desmantelada en su país 10.000 fusiles.
Según la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, la escalada militar causará un desplazamiento de cerca de 150.000 personas que se sumarán a los 1,9 millones ya desplazados desde 1985. Eso agravará la crisis humanitaria en las fronteras de Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
No obstante, el subsecretario para Asuntos Políticos del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Thomas Pickering, trató de disipar las reservas de los vecinos de Colombia al señalar que la estrategia de Pastrana es precisamente «para evitar un problema regional.
Según Pickering, el problema del narcotráfico en Colombia «es muy grande y puede crecer aún más» si no se colabora «de manera regional» para combatirlo.
Así mismo, Clinton dijo, en una entrevista publicada esta semana por la revista colombiana Cambio, que la ayuda estadounidense está limitada «estrictamente a las actividades antinarcóticos y no va dirigida a apoyar la lucha contrainsurgente».
Según el mandatario, una de las razones de la visita que realiza a Colombia es dejar «muy en claro nuestros propósitos al apoyar el Plan Colombia».
La visita a Colombia que Clinton realizará cerca del final de su mandato ha sido interpretada por el canciller Guillermo Fernández como «el más firme respaldo» a los esfuerzos del gobierno de Pastrana por combatir el narcotráfico y alcanzar la paz.
La afirmación no es compartida por otros colombianos, como los que dejaron impresa en muros de algunas ciudades la consigna «Fuera Clinton y su Plan Colombia», para expresar su disconformidad. (FIN/IPS/yf//mj/ip/00