RUANDA: Francia, EEUU y la Iglesia Católica, impasibles ante el genocidio

Estados Unidos, Francia y la Iglesia Católica no reaccionaron ante el genocidio de Ruanda, traducido en 800.000 personas asesinadas, pese a que podían haberlo detenido o incluso evitado, según una investigación patrocinada por la Organización de Unidad Africana (OUA).

"Unos pocos grandes actores estaban en condiciones de impedir o detener la carnicería" perpetrada entre abril y julio de 1994, "o de reducir su magnitud", se advirtió en el informe "Ruanda: Un genocidio que podía evitarse".

El informe, preparado por el Panel Internacional de Personalidades Eminentes, de siete miembros y presidido por el ex presidente de Botswana Ketumile Masire, fue presentado simultáneamente a la cumbre de la OUA en Lomé y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Masire lo distribuyó en Lomé y Stephen Lewis, también integrante del panel creado en 1997 por acuerdo de una reunión ministerial de la OUA, lo entregó en la ONU.

"Quedamos asombrados al comprobar el involucramiento de Francia en la matanza desde el comienzo hasta el fin", declaró el canadiense Lewis, un ex embajador y antiguo funcionario del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Funcionarios franceses fueron interlocutores del régimen de Juvenal Habyrimana en mayor medida que representantes de cualquier otro gobierno "y estuvieron en condiciones de impedir la masacre", cometida por grupos radicales de la mayoría étnica hutu y cuyas víctimas fueron tutsis y hutus moderados.

"Sabían exactamente lo que estaba pasando y aún peor, facilitaron la huida de muchos genocidas", aseguró Lewis.

El hutu Habyrimana fue presidente de Ruanda durante 15 años, hasta su muerte el 6 de abril de 1994, cuando el avión en que viajaba fue derribado con fuego de morteros. Ese asesinato desencadenó el genocidio.

"No hay forma de justificar la conducta del gobierno de Francia", afirmó Lewis. El informe también acusa a Estados Unidos de no hacer nada por detener el genocidio ya en marcha.

"El papel de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, orientado a bloquear la conformación en la ONU de una fuerza de más eficaz para intervenir en Ruanda, es una mancha en su política exterior", manifestó el ex embajador.

"Estados Unidos ya ha admitido en gran medida su responsabilidad", agregó.

Pero el presidente Bill Clinton "afirmó que el comportamiento de su gobierno se debió a la falta de información. Ante eso respondemos que no, que ustedes (los estadounidenses) sabían perfectamente lo que ocurría", advirtió Lewis.

El fracaso en las gestiones por una intervención que frenara el genocidio fue "una horrenda pieza política".

Extremistas hutu en el gobierno y en el ejército lanzaron el genocidio en abril de 1994 contra hutus moderados e integrantes de la minoría tutsi. Unas 800.000 personas fueron masacradas en 100 días.

El informe de la OUA, al igual que otros previos, asegura que la masacre fue planificada durante años. Lewis dijo, incluso, que el panel estaba "escandalizado" al constatar el papel cumplido por la Iglesia Católica.

"Mencionamos de manera específica a la Iglesia Católica por su involucramiento con el gobierno de Habyrimana antes del genocidio, y el involucramiento de algunos de sus dirigentes durante el genocidio es totalmente imperdonable", agregó Lewis.

Algunos religiosos murieron al intentar detener la masacre, pero "varios dirigentes de la Iglesia que no levantaron la voz y que no tomaron posición", afirmó.

Bélgica también recibió críticas. "Su pánico ante la muerte de los 10 funcionarios de mantenimiento de la paz" en el segundo día de genocidio "se convirtió en el ignominioso intento de sofocar el involucramiento de la ONU", sostuvo Lewis.

El informe elogia la labor del general canadiense Romero Dallaire, jefe de las fuerzas de mantenimiento de la paz en Ruanda, a quien califica de "ser humano ejemplar".

Dallaire alertó a la ONU de la inminencia del genocidio y reclamó tropas adicionales para detenerlo una vez que comenzara. Pero, por el contrario, el Consejo de Seguridad redujo la fortaleza de la misión.

En noviembre de 1999, un panel especial de la ONU presidido por el ex primer ministro sueco Ingvar Carlsson emitió su informe, que cuestionó el papel de Estados Unidos, Francia y Bélgica, pero concentró sus críticas sobre la Secretaría General del foro mundial y el Consejo de Seguridad.

Lewis dijo que el panel de la OAU adhiere al informe de Carlsson, pero llegó a la conclusión de que "el papel de Francia y Estados Unidos debía ser acentuado".

"Ambos debieron haber empleado sus fuerzas para detener el genocidio, Francia antes de que comenzara, Estados Unidos cuando estaba en curso", sostuvo.

En cuanto a la OUA, Lewis dijo que la organización "intentó con ahínco imponer un acuerdo que detuviera la catástrofe". "Pero todos cometieron el mismo error: trataban de frenar una guerra civil y no un genocidio", explicó.

"La OUA, al igual que la ONU, no llamó al genocidio por su nombre correcto y se negó a tomar partido. Este panel concluye que el silencio de la OUA y de la gran mayoría de los jefes de Estado africanos constituyó un escandaloso fracaso moral", alertó el informe. (FIN/IPS/tra-eng/jw/da/ff-mj/hd/00

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