La mitad de las casas y tierras de esta aldea siria ocupada por Israel desde 1967 podrían pasar a Líbano, a menos que la actual frontera entre ese país e Israel se modifique.
Técnicamente, el límite coloca en Líbano a Adil Shamaly, vocero de la municipalidad, y a su padre Mohammed, y bajo ocupación israelí a sus hermanas, Raja, Adla y Asma, en las Alturas del Golán.
"Nos gustaría estar en cualquier lado pero con nuestra tierra Sin ella no podemos vivir porque es nuestra fuente de ingresos", declaró una joven residente.
La complicada situación en que se encuentra esta aldea ejemplifica la intrincada suerte de una región donde la paz ha estado esperando por medio siglo y donde cada paso hacia la normalización sufre serios reveses.
Ghajar está condenada a ser fracturada en dos, de acuerdo con los mapas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), basados en su mayor parte en una frontera acordada entre los poderes coloniales de Francia y Gran Bretaña en 1923.
Debido a que la línea exacta es difícil de definir, la ONU trazó otra demarcación, la Línea Azul, ligeramente diferente del linde internacional y más allá de donde Israel debería retirarse.
Los observadores parecen pensar que, en muchas instancias, la nueva línea fue establecida para satisfacer las aspiraciones israelíes.
"Dos tercios de la aldea están en Líbano y un tercio en Siria", dijo Terje Roed Larsen, el enviado especial del secretario general de la ONU a Medio Oriente, cuando visitó Jerusalén hace dos semanas.
"No puede haber una presencia israelí, civil o militar, del lado libanés", dijo Larsen, aclarando que mantener unificada la aldea no está en manos de la ONU. "Corresponde completamente a la decisión del gobierno libanés", agregó.
La semana pasada, Larsen visitó Israel y Líbano. El enviado viajó con el cartógrafo Milkos Pinther y el mapa de la Línea Azul, que sería nuevamente modificada. Ghajar podría ser una de las modificaciones.
Al principio, había dos aldeas separadas, Ghajar para Siria y Wazzani para Líbano, sobre cada lado de la frontera al pie de las Alturas del Golán y a pocos kilómetros del punto en que Siria, Israel y Líbano se encuentran.
A través de los años, las dos aldeas crecieron y cuando Israel ocupó el Golán sirio en 1967, ambas poblaciones se habían fundido en una sola bajo el nombre de Ghajar. Según Larsen, Siria se anexó la sección libanesa en 1964, pero esa acción nunca fue reconocida por Líbano.
Igualmente, no hay ciudadanos libaneses residiendo en el lugar, porque la mayoría escapó cuando el Golán fue ocupado.
Por el momento, no hay iniciativa alguna de Líbano respecto a Ghajar, excepto que la demarcación debe ser trazada de acuerdo con la Línea Azul.
"Tenemos reservas acerca de esa línea", dijo un miembro del equipo verificador de la frontera libanesa.
Los observadores piensan que las autoridades libanesas dejaron el asunto en suspenso por el momento porque si reclaman formalmente la aldea podrían causar una confrontación con los pobladores que, abiertamente, se han negado a formar parte del Líbano.
El problema se resolvería más fácilmente si el Golán fuera restituido a Siria, con la cual Líbano tiene estrechos vínculos. El primer ministro de Israel, Ehud Barak, expresó solidaridad hacia los habitantes de Ghajar.
"Creo que todas las partes harán un esfuerzo para mantener el camino correcto, porque los ciudadanos israelíes no quieren ser separados de sus familias", dijo Barak.
Ghajar, que cuenta con 1.700 residentes, es un ejemplo único de influencias amalgamadas sirias e israelíes. Banderas negras ondean en lo alto de muchas casas por el luto de 40 días en honor al fallecido presidente sirio Hafez al-Assad, y los jóvenes hablan en árabe salpicado con modismos hebreos.
Como adherentes de la fracción chiíta islámica de los alawitas, algunos residentes han conservado sus lazos con esa minoría que gobierna Siria. También tienen familiares en Damasco y otras partes, luego que dejaron la aldea durante la guerra de 1967.
Sin embargo, todos los residentes de Ghajar son ciudadanos israelíes, según una decisión comunal adoptada luego que Israel se anexó las Alturas del Golán en 1981. En cambio, la población drusa de la zona se opuso a la anexión israelí.
Ese podría ser otro motivo por el cual Líbano se muestra cauto sobre incorporarse efectivamente su lado de la aldea. A menos que los residentes abandonen la parte libanesa, Beirut se verá obligado a dar la bienvenida a ciudadanos de un país enemigo, Israel.
Para Ghajar, los beneficios de la ciudadanía israelí son evidentes: calles limpias, amplias viviendas, una clínica, un nuevo edificio escolar, una cuidada cancha de fútbol y un bien iluminado paseo público que domina el río Hasbany.
Pero "Al-Ghajar es Siria", afirmó Imad Khatib, un maestro. "El único gobierno que tiene derecho a hablar de Al-Ghajar es Siria", dijo.
Varios residentes jóvenes que no quisieron ser identificados, ofrecieron una perspectiva diferente. "La nueva generación prefiere a Israel", dijo uno. "No sabemos nada sobre Siria".
La elección entre el propio país, una dictadura con una economía tambaleante, y un vecino con estrechos lazos occidentales y moderno nivel de vida representa un dilema para los residentes de Ghajar. (FIN/IPS/tra-en/bl-kg/da/ego/mlm/ip/00