JAPON-EE.UU.: Ataque sexual crea tensión antes de cumbre del G-8

El ataque sexual de una adolescente japonesa por un soldado estadounidense cerca de la base militar de Okinawa alteró las relaciones entre Japón y Estados Unidos poco antes de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), que se realizará del 21 al 23 de este mes en esa isla.

Así mismo, reveló que el costo social de las instalaciones militares de Estados Unidos para Japón es mayor que su valor estratégico, en especial para los residentes de Okinawa.

Aunque las bases estadounidenses causaron cierto beneficio económico a la prefectura de Okinawa, a muchos residentes les incomoda tener que compartir su lugar de residencia con tantos soldados extranjeros.

Además, creen que las bases perjudican el ambiente, trastornan la vida de los isleños con actividades ruidosas y ocupan demasiada tierra, que podría utilizarse para desarrollo urbano.

Cerca de 25 por ciento de todas las instalaciones militares de Estados Unidos en Japón están en Okinawa, una isla al sur de Tokio que constituye la región más pobre de este país.

Las bases ocupan 19,3 por ciento de la isla principal de Okinawa y 10,7 por ciento de todo el territorio de la prefectura.

Okinawa cuenta con 39 bases, incluida la Base Kadena de la Fuerza Aérea, el mayor aeródromo de Asia oriental. De los 48.000 militares estadounidenses en Japón, unos 26.000 están estacionados en Okinawa.

"No hay nadie en la isla cuya vida cotidiana no sea afectada negativamente por las actividades militares estadounidenses", afirmó un residente local.

Sin embargo, ninguno de esos inconvenientes incita tanto rechazo a las bases militares como los delitos cometidos por soldados estacionados en Okinawa.

El lunes 3, un infante de marina alcoholizado de 19 años fue detenido por irrumpir en un apartamento e intentar abusar sexualmente de una adolescente de 14 años. La policía local lo acusó de "indecencia y entrada ilegal" en un hogar.

"Esto es escandaloso", declaró el viernes el primer ministro Yoshiro Mori.

"No es excusa que el soldado sea joven. Ellos deben ser educados", agregó Fuminori Yokote, funcionario de la división de seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores.

"El gobierno de Japón toma este incidente muy en serio. Ya pedimos al gobierno de Estados Unidos que adopte nuevas medidas de disciplina para prevenir una reiteración de hechos como éste", declaró Yokote.

Oficiales militares en Okinawa se disculparon por el incidente y el lunes impusieron un toque de queda indefinido a los soldados en la isla, así como una prohibición de consumir alcohol.

Mientras, el Centro Heiwa Undo, un grupo cívico local, tiene previsto realizar una marcha pacífica de protesta el próximo sábado.

"Deseamos expresar nuestra desaprobación hacia el incidente y hacer saber al mundo que los residentes de Okinawa no permitiremos estos delitos", declaró Yoshikazu Nakasone, director del Centro.

Mientras, Tokio y Washington se esfuerzan por apaciguar los ánimos. Al gobierno japonés no le entusiasma la idea de que haya protestas callejeras durante la cumbre del G-8 (integrado por los siete países más industrializados y Rusia), a realizarse en la ciudad de Nago.

Por su parte, las autoridades estadounidenses quieren resolver el problema lo antes posible.

"El sospechoso fue arrestado inmediatamente después del incidente, y el embajador Isei Nomura presentó rápidamente una fuerte queja a Estados Unidos", subrayó el canciller japonés Yohei Kono.

Yokote destacó que el secretario de Asuntos Exteriores Katsuto Asano viajó a Okinawa el viernes para reunirse con el gobernador de la isla, Keiichi Inamine, y el teniente general Earl Hailston, el más alto oficial estadounidense en Okinawa.

El encuentro ocurrió un día después que Hailston se disculpó por el ataque, en un hecho sin precedentes.

Tras la violación en 1995 de una niña japonesa de 12 años por tres soldados estadounidenses, solo un cónsul pidió disculpas directamente al gobernador de Okinawa.

"Todas las partes reaccionaron con rapidez para evitar mayores daños", comentó el periodista Kazue Yonamine, del diario The Okinawan Times.

"Sin embargo, aunque el manejo de la crisis funcione temporalmente, ambos gobiernos no deben sentirse aliviados, porque los residentes de Okinawa están más desilusionados que nunca", advirtió.

"Los militares tienen una cultura muy especial, y su estilo de vida es incompatible con el de los civiles", explicó Nakasone, del Centro Heiwa Undo.

"Ya es obvio que ninguna educación logrará que cambien su modo de actuar. La única solución real sería deshacerse de ellos", dijo.

El mismo día en que Hailston presentó sus disculpas, un sargento alcoholizado de 31 años derribó la cerca de un parque público con su automóvil.

El domingo, otro militar de 21 años de la base Kadena fue detenido acusado de causar un accidente y darse a la fuga.

Se presume que el sospechoso pasó por alto una luz roja, atropelló a un peatón y luego huyó. Posteriormente regresó a la escena del crimen y declaró a la policía que otro infante de marina estaba conduciendo su auto.

"Estos incidentes no afectarán directamente la cumbre del G-8 ni la visita del presidente Bill Clinton", predijo Nakasone, "pero están todos relacionados y afectan el sentimiento de los residentes locales hacia la presencia de bases estadounidenses". (FIN/IPS/tra-en/cc/js/mlm/ip/00

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