Un siglo de fotografías redescubiertas que registran la experiencia personal y colectiva de pobladores Africa subasahariana, desde Durban a Kinhsasa, es el tema de una nueva exposición en el Museo de Arte Africano de Nueva York.
Dos jóvenes mujeres de Malí sonríen detrás de enormes anteojos de estrella de cine y cuatro niños flexionan sus pequeños bíceps en medio de un grupo de fisioculturistas reunidos en una piscina de Kinshasa.
También puede verse a un prisionero malgache en pantalones cortos y con los ojos bajos, que permanece inmóvil mientras los rayos del sol se filtran entre las rejas, y a dos hermanos, miembros de la "burguesía negra", que posan rígidamente para un retrato vistiendo traje oscuro.
Esas imágenes y otras, tan distintas de la típica galería de guerras, hambre y enfermedades a menudo presentada en Occidente como el rostro de Africa, fueron creadas con rara sensibilidad por dos decenas de fotógrafos africanos.
Titulada "Africa por Africanos", la exposición incluye información biográfica de los artistas y periodistas detrás del lente de la cámara, muchos de los cuales siguen siendo desconocidos fuera del continente.
"Ha sido realmente bien recibida", comentó Anne Stark, subdirectora del Museo de Arte Africano. "Lo más importante de esta exhibición es que revela cómo se presentan a sí mismos (los africanos) y de qué manera quieren ser mostrados. Es la visión introspectiva de africanos, opuesta a la del visitante colonial o el turista".
La muestra comprende alrededor de 70 fotografías que, según Stark, fueron elegidas entre 500, reunidas de archivos de toda Africa subsahariana por la Revue Noire en París. Está dividida cronológicamente, desde principios del siglo XX, cuando la fotografía local consistía en retratos formales e informales.
Algunas de las imágenes más evocativas de ese período fueron captadas por Cornelius Ya Augustt Azaglo, un fotógrafo autodidacto de Togo, que recorrió en bicicleta la frontera de Costa de Marfil y Ghana para fotografiar a campesinos contra el fondo monocolor de un muro de barro.
Las mujeres y hombres en las fotografías de Azago tienen el rostro serio, surcado de arrugas por años de trabajo bajo el sol calcinante. Uno de ellos enseña una cicatriz desde la ceja hasta la nariz, pero igualmente exuda enorme orgullo y dignidad.
Quizás el fotógrafo más antiguo en la colección es Antoine Freitas, que nació en 1919 en Angola y murió en Kinshasa, República Democrática de Congo (RDC), en 1997.
Freitas aprendió a tomar fotos en una misión protestante en Angola y trabajó como fotógrafo ambulante en el Congo Belga (ahora RDC) en los años 30, con su equipo portátil.
En una postal casera que envió a un amigo durante una de aquellas expediciones, escribió en francés: "En esta foto estoy con los nativos kasai. Siempre fuí llamado 'muene mumpongo' (médico brujo) en esta aldea. Quisieron matarme con magia pero escapé a sus garras dándoles arroz. Soy el primero que toma fotos instantáneas en Congo y me observan con admiración".
En la foto, Freitas aparece junto a una cámara primitiva, de cajón grande, rodeado de vecinos curiosos, amigos y niños que alegremente posan para un retrato.
El siguiente período es la "Ola de Independencia" desde los años 60 hasta los 80, que vieron surgir el periodismo gráfico.
Los fotógrafos "se armaron con nuevas técnicas y equipos y trabajaron para afirmar un carácter africano nacional, regional e individual, que contrastaría con las tradiciones coloniales establecidas", explicaron los curadores de la exposición.
El fotógrafo Depara, oriundo de Kbokiolo, Angola, abrió su estudio 'Jean Whisky Depara' en la RDC y quiso "echarse sobre el hombre la cámara como un arco", para atrapar en sus tomas a clientes de los locales nocturnos de moda en Kinshasa en los años 50'.
Depara se convirtió en el fotógrafo oficial de Franco, uno de los cantantes africanos más populares en esa época.
En los años 50 y 60 fueron creadas las agencias oficiales de noticias, a medida que los países africanos se afirmaban después de la independencia y se desarrollaba la prensa del estado.
Los curadores señalaron que esas iniciativas los convirtieron en "peones políticos que, en gran medida, fueron instrumentos del gobierno, lo cual permitió a los dirigentes controlar la manera en que pretendían ser proyectados como líderes".
Ilustrando ese periodo hay imágenes de Drum Magazine (Sudáfrica), Agencia Fotográfica A (Angola), Agence Congo Presse (la agencia oficial del Congo Belga durante la época colonial), Syli-Photo Agency (Guinea) y la Agence AMAP, de Malí.
Drum no fue instrumento del gobierno. Los curadores indicaron que en los años 50, "Drum fue el caldo de cultivo donde se encontraron los mejores periodistas, una revista de Africa urbana y moderna dirigida a lectores negros".
Reprodujo imágenes de músicos de jazz, de las primeras fotomodelos y de boxeadores, y difundió las primeras investigaciones periodísticas sobre las actividades del Congreso Nacional Africano, el movimiento de Nelson Mandela, y la deplorable situación de los negros presos en Johannesburgo.
Peter Magubane fue parte del grupo de talentos de Drum y captó en 1955 una manifestación en Sophiatown, frente a un taller de reparación de automóviles. La fotografía muestra a negros sudafricanos que marchan con el puño cerrado y en alto mientras la policía blanca armada de bastones los observa.
Magubane fue seguido por Dany-Be, nacido en Madagascar en 1934 y ahora residente en Anatanarivo, quien se considera "un modesto testigo de su sociedad". Dany-Be se enroló en el ejército francés en 1956, donde aprendió su oficio, y fundó luego la agencia fotográfica local SARY.
Dany-Be registró los altibajos políticos en la isla de Madagascar durante décadas y fue encarcelado por su trabajo. Una foto titulada "La revuelta de los chicos sin hogar en el vecindario de Zoma", de 1971, muestra a jóvenes que bajan por una calle, con ira en la mirada.
Esa temática de turbulencia social continúa con la nueva generación de artistas sudafricanos, que captaron la vida cotidiana luego de la caída del apartheid (régimen blanco segregacionista).
Andrew Tashabangu, un joven fotógrafo de la localidad de Soweto, pintó a los residentes de Johannesburgo en los años 90, incluyendo una foto de rara belleza titulada "Chicos en una Ciudad Crepuscular", en la que un grupo posa junto a una enorme acumulación de basura mientras el sol se pone a sus espaldas.
Encontrar la belleza en la vida cotidiana fue la misión de Zwalethu Mthethwa, que nació en Durban y ahora, a los 40 años, vive en Ciudad del Cabo. Sus obras son las únicas en color de la muestra de Nueva York, con dos fotografías sin título de 1996 que muestran a gente común en sus hogares.
Con un estilo que hubiera agradado a Andy Warhol, el emblemático fotógrafo de la cultura pop estadounidense, las habitaciones que aparecen en las tomas de Mthethwa están empapeladas con las etiquetas rojas y verdes del "Bastille Brandy" francés y la gaseosa "Drink-o-Pop".
"Tomo fotografías de gente en instalaciones hogareñas informales. La mayoría de los fotógrafos usan blanco y negro para que las imágenes aparezcan oscuras y sombrías. Yo prefiero el color, pues puede ser muy reconfortante", apuntó Mthethwa.
"Mi objetivo es mostrar el orgullo de la gente que capto. Tambien encuentro que la estrategia y los variados estilos de emplear materiales baratos en la decoración de sus casas puede ser estéticamente muy agradable", agregó.
El trabajo de Mthethwa y otros fotógrafos legendarios como Bob Gosani, Ernest Cole, Alfred Khumalo y Jurgen Scadegerg se exhibe en el museo hasta el día 27.
"Africa por Africanos" tambien ha sido exhibida en el Centro Kennedy de Washington junto con una antología de 500 imágenes recopiladas por Revue Noire en un libro homónimo. (FIN/IPS/tra- eng/ks/da/ego/ff/cr/00