Miles de judíos huyeron de Polonia a fines de 1939, ante el avance de los ejércitos nazi y soviético. Un pequeño grupo comenzó entonces un azaroso viaje que los llevaría a Japón, aliado de Alemania en la segunda guerra mundial.
El Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos realizó una meticulosa investigación de esa travesía, reflejada en "Fuga y rescate", una exposición que evoca lo mejor y lo peor del género humano.
A través de objetos, recortes de diarios, fotografías, películas y testimonios personales de sobrevivientes, la exhibicion traza con delicado equilibrio una historia sorprendente de bondad humana, con el trasfondo de la tiranía nazi en Europa y la desesperada súplica de los refugiados.
Con el estallido de la segunda guerra mundial en septiembre de 1939, más de tres millones de judíos se vieron atrapados en una Polonia ocupada por alemanes y soviéticos. Unos pocos lograrían escapar del Holocausto.
"Fuga y Rescate" narra el pasaje a la salvación de 2.100 refugiados, la mayoría judíos polacos, y las acciones humanitarias que hicieron posible su fuga, explicó la curadora de la muestra, Susan Bachrach.
Los refugiados se salvaron en el último minuto, según Bachrach. La mayoría logró refugio a comienzos de 1941, pocos meses antes de la invasión alemana a la Unión Soviética, cuando comenzó la matanza masiva y la larga ruta de escape hacia el este por el ferrocarril transiberiano quedó cerrada.
El viaje llevó a los refugiados casi 10.000 kilómetros al Este, desde Lituania, su primer lugar de asilo, hasta Japón y, para muchos de los prófugos, Shangai.
"La mayoría de los visitantes se sorprenden al saber de judíos que escaparon al Holocausto yendo a Japón y luego a China, y que fueron ayudados por los japoneses cuando su país era aliado de la Alemania nazi", apuntó Bachrach.
Pocos de esos prófugos habrían alcanzado la salvación sin los esfuerzos de la Comisión Mixta de Distribución, entidad judío- estadounidense que ayudó a organizar y financiar la huida desde Lituania, de los representantes del gobierno holandés en el exilio y de Japón.
En unas pocas semanas, durante el verano (boreal) de 1940 en Lituania, el cónsul holandés Jan Zwartendijk y el vicecónsul japonés Chiune Sugihara proporcionaron a esos refugiados visas diplomáticas que los llevaron a Japón a través del territorio soviético.
La urgencia para emitir las visas fue recreada a través de relatos de prensa sobre los rápidos cambios en la situación diplomática, cuando Alemania invadió la Unión Soviética, y los frenéticos telegramas entre los dos cónsules y sus gobiernos demandando el permiso para otorgar los salvoconductos.
Testimonios orales de los refugiados dan cuenta de las dificultades para obtener las visas y el alivio que sintieron cuando eso sucedió, así como el temor de dejar Lituania en pos de un futuro inciertos.
Una vez a salvo en Japón, unos 1.000 prófugos obtuvieron visa para emigrar a Palestina, Estados Unidos y otros países.
Antes del ataque japonés a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941, los restantes refugiados fueron deportados a Shangai, ocupada por los japoneses, y retenidos hasta el fin de la guerra en un área destinada a refugiados apátridas por las tropas de ocupación japonesas.
Por la ayuda proporcionada a los judíos en 1940, Yad Vashem, la autoridad israelí que conmemora el Holocausto, honró a Chuine Sugihara y Jan Zwartendijk como "justos de la Nación".
La detallada documentación de la muestra lleva al visitante más allá del periplo físico de los refugiados, en un viaje a través de temas universales como el temor, la angustia, la desesperación, la compasión y la fortaleza del espíritu humano.
Una de las imágenes más conmovedoras de la muestra es la fotografía en blanco y negro de una niña. Sus ojos profundos e inquietos conducen al mundo de confusión y dolor del refugiado. Fue registrada hace casi 60 años, pero la desesperación de la niña podría ser la de una refugiada actual.
También es perceptible la fortaleza del espíritu humano, resumida en el testimonio de los sobrevivientes. "Perdimos todo lo que conocíamos, pero la vida fue un don, un milagro", dijo uno de ellos.
Muchos de los refugiados se establecieron luego en Estados Unidos y brindaron narraciones orales, objetos y fotografías mostradas en la exhibición.
Objetos adicionales fueron prestados por instituciones de 12 países, como China y Japón. Tres millones de judíos polacos fueron asesinados en el Holocausto y seis millones en total durante la segunda guerra mundial (1939-1945).
Sin embargo, el mundo parece no haber aprendido la lección. El fin del siglo XX no trae consigo el fin de las atrocidades y persecuciones que llevaron a los judíos a escapar por sus vidas hace más de 60 años.
El informe "World Refugee Survey 2000" comprobó que más de 35 millones de personas en todo el mundo vivían a comienzos de este año fuera de su lugar de origen, y que en 1999 se sumaron a este contingente 600.000 refugiados.
El museo del Holocausto es una institución estadounidense para la documentación, el estudio y la interpretación del exterminio judío por los nazis.
Inaugurado en 1993 en Washington, el museo está comprometido a preservar la historia de los seis millones de judíos y miembros de otras colectividades que murieron por la persecución nazi. (FIN/IPD/tra-eng/fh/da/ego/mj/hd cr/00