Representantes de los carnavales de nueve localidades de Colombia se proponen abrir un espacio permanente de diálogo y una red de investigadores para fortalecer una fiesta que, además de entretener, genera trabajo, desarrollo y paz.
La propuesta surgió como resultado del encuentro Pensar en Carnaval, celebrado a fines de junio en el puerto de Barranquilla, sede del carnaval más representativo de Colombia, y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y de la Fundación Carnaval de Barranquilla.
Luis Soto, representante del Ministerio de Cultura, afirmó que esa cartera pretende imponer el carnaval como parte integrante del "patrimonio cultural", y como tal "preservarlo, restaurarlo, renovarlo y protegerlo de algunos procesos que van en su contra".
Soto dijo a IPS que los carnavales "representan una extensión esencial de la memoria de los pueblos y son fuente de empleo, además de un instrumento para la convivencia pacífica que otorgan identidad a las localidades donde se realizan".
La mayoría de los carnavales en Colombia se realizan 40 días antes de Semana Santa y tienen una duración de cuatro días, de sábado a martes, durante los cuales los cuales los pobladores celebran a su manera.
En Barranquilla, la fiesta comienzaa en enero, con el denominado "precarnaval", pero en los barrios populares los preparativos comienzan varios meses antes con la organización de "cumbiambas", grupos que bailan la folklórica cumbia, y "comparsas", elencos que combinan música, danza y actuación).
Además, en cada barrio se realizan concursos para escoger la reina que lo representará en la fiesta.
En el "precarnaval" se realizan fiestas al aire libre en los barrios los viernes, sábado y domingo, rumbo a la recta final de las fiestas que se inician el sábado de Carnaval con la Batalla de las Flores y que finalizan el martes con los funerales de Joselito Carnaval.
Joselito, símbolo del carnaval de Barranquilla, representa la muerte y la vida, pues al año siguiente resucita con una nueva Batalla de las Flores.
Dos o tres meses antes del precarnaval, las cumbiambas y comparsas se reúnen por las noches para organizar coreografías, vestuarios y la recaudación de dinero con el fin de comprar los materiales que se requieren para sus disfraces.
Estas actividades, además de representar un espacio de convivencia, dan empleo a centenares de artesanos que confeccionan vestidos, máscaras, disfraces y las carrozas en que desfilan las reinas de los barrios el día de la Batalla de las Flores.
Martín Orozco, investigador de la estatal Universidad del Atlántico, radicada en Barranquilla, sostuvo que el carnaval de esta ciudad "es la principal expresión folklórica de la costa norte colombiana y constituye un hecho social de profunda raigambre histórica".
Pero también se celebran el Carnaval de Blancos y Negros en Pasto, el bienal e indigenista Carnaval del Diablo en Riosucio, el San Pacho, en Quibdó, que acentúa elementos de la cultura negra, y otros cinco carnavales en otras pequeñas localidades de la costa norte colombiana.
El Ministerio de Cultura y la Fundación Carnaval de Barranquilla proyectaron el encuentro Pensar en Carnaval como espacio en que esas localidades intercambien cada año sus experiencias y le den mayor participación a las comunidades.
Germán Zarama, investigador del Carnaval de Blancos y Negros, sostuvo que los distintos carnavales constituyen "escenarios para la construcción de trabajo, desarrollo y paz".
Colombia, con cerca de 25.000 muertes violentas cada año, es uno de los países más conflictivos del mundo, y para lograr la paz es indispensable revisar los mecanismos tradicionales, según Zarama.
"La paz no se puede limitar a diálogos y acuerdos burocráticos: debe partir de la reconstrucción colectiva del tejido social", y un buen punto de partida son los carnavales, sostuvo. (FIN/IPS/yf/mj/dv cr/00