Brasil asumirá esta semana la Presidencia del Mercosur para el segundo semestre de este año, mientras avanza un primer paso para ampliar su liderazgo en América del Sur favorecido por su recuperación económica.
La cumbre sudamericana, una iniciativa brasileña prevista para los días 31 de agosto y 1 de septiembre en Brasilia, se celebrará "en el momento adecuado", según Michel Abdo Alaby, de la Asociación de Empresas Brasileñas para la Integración en el Mercosur.
La cumbre coincidirá con un despegue, aunque tímido, de la economía brasileña. Las autoridades admiten que el crecimiento de este año podrá llegar a 3,5 por ciento y que no alcanzará a cuatro por ciento, como se previó al principio.
Será, de todos modos, suficiente para inaugurar un período alentador, después de tres años de esfuerzos por neutralizar los efectos de las turbulencias financieras internacionales, incluyendo la fuerte devaluación del real en enero de 1999.
Esa recuperación, ya reflejada en la producción industrial, "acomoda mucho de los problemas" que enfrentó el Mercosur (Mercado Común del Sur) en los últimos años, especialmente los conflictos entre Argentina y Brasil provocados por el desequilibrio cambiario, confía Alaby.
El aumento de las importaciones brasileñas contribuirá a la superación de las dificultades argentinas actuales, que impusieron la necesidad de un nuevo ajuste fiscal, señaló el directivo empresarial.
El comercio con Brasil, que le permitía a Argentina alcanzar un superávit de más de 1.000 millones de dólares en años anteriores, se redujo de manera drástica tras la devaluación del real. Esa tendencia ya se invirtió.
En el primer trimeste de este año, las importaciones brasileñas desde Argentina crecieron 14,8 por ciento, mientras las exportaciones aumentaron 12,6 por ciento. Así, Argentina mantuvo un saldo favorable de 284 millones de dólares, según datos brasileños.
El cambio brasileño, manteniéndose relativamente estable en cerca de 1,80 reales por dólar desde comienzos de año, restableció el equilibrio entre los dos países, admitió un estudio de la Fundación Capital, de Buenos Aires.
Eso estimula un aumento del intercambio bilateral, aunque sin volver este año al nivel de 1998, de 14.780 millones de dólares.
Además de importar más, Brasil ejerce menor presión exportadora sobre sus vecinos, al atender un consumo interno en expansión. Eso representa también una menor competencia en terceros mercados, en productos exportados por varios socios, como carne vacuna.
El cuadro favorece entendimientos en la Cumbre del Mercosur prevista para este jueves y viernes en Buenos Aires.
Además de un acuerdo sobre el régimen de comercialización de automotores, habrá avances, aunque no definitivos, en cuestiones que aún dividen a los países como calzados, papel y celulosa, textiles y azúcar brasileños y el arroz y lacteos argentinos y uruguayos, espera Alaby.
Ese "relanzamiento" del Mercosur crea mejores perspectivas para la reunión de los presidentes de América del Sur, pues evita un panorama caracterizado por el acercamiento entre países y crisis dentro de los bloques.
El crecimiento económico brasileño abre también nuevos horizontes para los países andinos y amazónicos. El mayor mercado latinoamericano, aunque en expansión modesta, aparece como un gran consumidor de energía, ya sea petróleo, gas natural o electricidad, productos de los que sus vecinos son exportadores.
El comercio pude ampliarse también por las importaciones de materias primas, como las petroquímicas o agrícolas que los andinos pueden ofrecer, a la vez que compran manufacturas de Brasil, observó Alaby. Un ejemplo es el maíz, que a Brasil le interesa adquirir en otros países para no depender de Argentina.
La integración de toda América del Sur es una meta brasileña, como etapa anterior al Area de Libre Comercio de las Américas y condición para atenuar la hegemonía continental estadounidense. Para eso se adelantó a sus socios mercosureños al firmar un acuerdo comercial aislado con la Comunidad Andina de Naciones.
En ese camino, la diplomacia ejercida por el presidente Fernando Henrique Cardoso, que cultiva lazos personales con varios de sus pares latinoamericanos, tuvo una gran importancia. Es amigo, por ejemplo, del nuevo mandatario chileno, Ricardo Lagos, a quien conoció en los años 60 como exiliado en Chile.
La recuperación económica contribuye a un acercamiento comercial, pero un papel de liderazgo exige también actitudes políticas que se hacen más complejas en la actualidad.
La Cumbre sudamericana exigirá habilidad del presidente Cardoso para tratar la vigencia de la democracia, condición que considera indispensable en la integración. El gobierno brasileño adoptó posiciones firmes en esa cuestión, condenando y actuando contra varias amenazas de golpe de Estado en Paraguay.
En relación con Perú, pese a denuncias de fraude, Cardoso legitimó la segunda reelección del presidente Alberto Fujimori, neutralizando intentos de Estados Unidos de aplicar sanciones al país andino.
Tal actitud ensombrece la posición brasileña, según los críticos.
Si Brasil pretende el liderazgo regional, "su primera función es exigir de sus aliados una postura democrática y alternancia" de los partidos en el poder, según Ricardo Seitenfus, experto en relaciones internacionales de la Universidad Federal de Santa Maria, en el sur brasileño. (FIN/IPS/mo/mj/ip if/00