Un informe no publicado del panel de inspección del Banco Mundial revela que la institución violó seis de nueve de sus propias políticas al aprobar el Proyecto para la Reducción de la Pobreza en el Oeste de China.
Parte del proyecto consiste en el traslado de 58.000 campesinos chinos desde laderas áridas a llanuras de la provincia de Qinghai, próximas al Tibet y tradicionalmente habitadas por tibetanos y mongoles.
Los principales críticos del plan son la oficina del Dalaí Lama, líder espiritual del Tibet en el exilio, y grupos internacionales partidarios de la minoría tibetana, quienes sostienen que el plan promoverá las ambiciones colonialistas de Beijing.
Grupos defensores de los derechos humanos y del ambiente, así como varios miembros del Banco Mundial se sumaron a la protesta con el argumento de que el reasentamiento reduciría la presencia de tibetanos y mongoles en la zona, que comprende casi un décimo de la meseta del Tibet.
El propio Banco admitió que el porcentaje tibetano de la población local caería de 23 a 14 por ciento como resultado del proyecto, y el de los mongoles de 14 a siete por ciento.
Además, grupos ambientalistas acusaron al Banco de mentir sobre las consecuencias ecológicas del proyecto, que incluye la construcción de una represa, carreteras y sistemas de irrigación.
La iniciativa generó tanta controversia que el Banco se vio obligado a aplazar dos veces la decisión de brindar los fondos necesarios.
Finalmente, los representantes de los 182 países miembros del Banco Mundial asumieron hace un año un compromiso inusual. Aprobaron el proyecto de 160 millones de dólares, pero congelaron 40 millones para el reasentamiento en la remota provincia de Qinghai.
El congelamiento regiría hasta que el panel de inspección concluyera su estudio de las violaciones de las políticas del Banco que denunció la Campaña Internacional por el Tibet, una organización no gubernamental.
El panel es un organismo interno de tres miembros creado en 1993 para ofrecer un foro independiente a aquellos ciudadanos que se sientan amenazados por algún proyecto financiado por el Banco Mundial.
Aunque el panel finalizó su misión en abril, sus hallazgos todavía no se publicaron oficialmente porque los directores del Banco no se ponen de acuerdo al respecto, pero igualmente circula por Washington.
Según el informe, la parte del proyecto relativa a Qinghai viola las políticas del Banco sobre evaluación de impacto ambiental, reasentamiento, pueblos indígenas, hábitats naturales, control de pestes y revelación de información.
Además, una de las principales debilidades del proyecto es que no prevé programas alternativos aunque tiene lugar en una zona de gran sensibilidad política, dado que China invadió Tibet en 1959.
El informe también señala una preocupante crisis interna del Banco debido a discrepancias entre sus funcionarios sobre la aplicación de las políticas operativas y procedimientos de la institución a los proyectos.
Esto tiene graves implicaciones, dado que no hay otra forma de aplicar con coherencia las políticas de la institución, señaló el panel.
Mientras algunos funcionarios consideran que las políticas operativas del Banco son simples declaraciones políticas idealizadas, otros piensan que son una serie de objetivos que se debe tratar de alcanzar y otros creen que permiten una interpretación flexible.
El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, afirmó que las políticas no fueron concebidas para ser aplicadas literalmente.
Las discrepancias se producen en un momento de vigoroso debate internacional sobre la reforma de las instituciones financieras multinacionales y su importancia para la economía mundial. El Banco fue acusado de falta de transparencia y responsabilidad.
El panel también consideró preocupante el tratamiento especial que el Banco parece conceder a China, que es su mayor cliente y una de las economías de más rápido crecimiento del mundo.
El arreglo al que se llegó en junio de 1999 sobre el proyecto sucedió después de que China advirtiera en forma reiterada que debería "reevaluar" su relación con la institución si no se aprobaba la iniciativa, informaron a IPS fuentes del Banco.
En los últimos 20 años, el Banco prestó a China 3.800 millones de dólares para 31 proyectos.
Pero dos de los principales accionistas del Banco, Estados Unidos y Alemania, se opusieron férreamente al proyecto.
El informe del panel concluye que, en base a la documentación disponible, no es posible deducir si el proyecto de Qinghai constituye la mejor forma de alcanzar los objetivos del plan.
El proyecto abarca en total tres provincias chinas (la región autónoma de Mongolia Interior, Gansu y Qinghai), y pretende aliviar la pobreza de 1,7 millones de personas. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/mlm/dv/00