COSTA RICA: Educación reemplaza a la tierra como causa de desigualdad

Las distintas posibilidades de acceso a la educación marcan hoy las diferencias sociales en Costa Rica, como antes lo hacía la posesión de tierras, según la Cepal y algunos expertos.

Un estudio realizado por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) concluyó que la diferencia en el nivel de educación es el factor que más incide en la relación riqueza y pobreza.

La investigación, denominada "Reformas económicas y distribución del ingreso en Costa Rica", explica a través de una medición matemática conocida como el índice de Thiel, que 37 por ciento de las desigualdades se debe a la educación.

"Estamos cambiando la manera de analizar la pobreza, porque antes la estudiábamos a partir de la posesión de tierra, ahora encontramos que es la educación la que más la determina", indicó a IPS Juan Diego Trejos, economista de la Universidad de Costa Rica a cargo del trabajo.

El índice de desigualdad de Thiel es una forma de estudio de la pobreza que, entre otras cosas, cuantifica cuánto influyen en los ingresos de los asalariados las características de la población, como el sexo, la edad, la zona de residencia y el nivel educativo.

Trejos estudió los ingresos económicos de los asalariados costarricenses y encontró también que otro factor que influye de manera importante en el ingreso de las personas es la oportunidad que tengan de insertarse en el mercado de trabajo.

Comentó, además, que uno de los resultados que más lo sorprendió fue que el género prácticamente no influye en las diferencias sociales en este país, ya que la incidencia es de sólo uno por ciento.

"Aquí es que vemos la importancia de que nuestros países latinoamericanos inviertan en educación", destacó a IPS el analista Ronulfo Jiménez, economista de la Academia de Centroamérica, organización no gubernamental de investigaciones económicas.

Jiménez afirmó que hoy se reflejan los efectos del estancamiento de la inversión en educación de los años 80.

Costa Rica destina en la actualidad seis por ciento de su producto interno bruto (PIB) a la educación, pero un informe elaborado en 1999 por el Ministerio de Educación destaca que este esfuerzo "no es suficiente" y advierte de los altos índices de deserción en la enseñanza secundaria.

Otro de los aspectos que más preocupa a los expertos es el avance de la educación privada, en un país que se había caracterizado por tener una fuerte y consolidada educación pública.

"Debemos ver a la educación como un nivelador social, es decir, como el gran movilizador que permite a las personas ascender a los estratos sociales más altos", comentó a IPS Jorge Hidalgo, catedrático y director de la escuela de sociología de la Universidad de Costa Rica.

Pero, si no se toman medidas efectivas, se van a acentuar las diferencias entre aquellos que pueden pagar una educación de calidad y aquellos que tienen que conformarse con una enseñanza pobre, apuntó Hidalgo.

La Cepal también estudió el comportamiento de la distribución de la riqueza en Costa Rica antes y después de las reformas estructurales de los años 80.

La tendencia muestra que la distribución de la riqueza permaneció casi estable o con leve deterioro, pese a las reformas del Estado, similares a las realizadas en otros países de América Latina.

En 1980, 10 por ciento más pobre de los costarricenses se llevaba un total de 1,9 por ciento de los salarios del país, mientras que en 1997 esa población recibió 1,5 por ciento.

La situación tampoco varió mucho en el sector más adinerado, pues 10 por ciento más rico de la población en 1980 se llevó 31,3 por ciento de los salarios, mientras que en 1997 esas personas recibieron el 32,7 por ciento.

El estudio revela que entre los años 80 y fines de los 90 en Costa Rica no se registra deterioro de la distribución del ingreso, debido a la implementación de políticas de protección del empleo urbano y al aumento de la oferta de trabajo calificado, entre otras razones.

Otros factores por los que la diferencia entre ricos y pobres no se acentuó fue el hecho de que no hubo despidos masivos de empleados públicos ni procesos de privatización, indica el trabajo de Trejos. (FIN/IPS/nms/dm/dv/00

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