"Garimpeiros", una película que aspira a vencer la inercia del mercado cinematográfico de Venezuela, muestra un mundo ubicado más allá de la realidad, habitado por personas alucinadas que hacen sus propias leyes en medio de un ecosistema arruinado por su riqueza más dorada.
El director José Ramón Novoa, que lanza este filme a la prueba de las salas comerciales venezolanas a mediados de este mes, prometió retratar "una tierra sin ley, donde el oro es la meta" y los "garimpeiros" son los mineros informales que viven una vida difícil y provocan severas heridas ambientales.
La película tiene los ingredientes de denuncia y de realidades inclementes que han servido a Novoa y a su socia productora, Elia Schneider, para lidiar con un difícil mercado cinematográfico, dominado absolutamente por distribuidores de producciones importadas.
"Garimpeiros" es la segunda película venezolana estrenada este año. En febrero salió a las salas "Antes de morir", del director de origen chileno Pablo de la Barra, pero apenas pudo ser mostrada, y representantes del sector denunciaron que fue "asesinada por exhibidores y distribuidores".
Los cineastas sostienen que no se generan espacios apropiados para que las películas locales puedan ser estrenadas con buenas posibilidades de presencia de público. Informes publicados por medios locales aseguran que hay 17 películas a la espera de una sala, nueve de ellas ya listas para el estreno.
Sin embargo, Novoa llega con buenos antecedentes. Su película anterior, "Sicario", figura como la segunda película con más ventas de entradas en los cines en el período 1985-1997. Por otra parte "Huelepega", dirigida por Schneider, batió marcas de permanencia en cartelera con 18 semanas de exhibición en 1999.
Esas dos películas denuncian distintas situaciones del país, con retratos de submundos cargados de violencia, cuya existencia constituye un problema importante para algunas sociedades contemporáneas.
"Sicario", una película que recibió numerosos galardones internacionales, fue filmada en Venezuela pero retrata el mundo de los asesinos por contrato de Colombia.
En esa película se muestra la preparación de los niños para cometer los crímenes, en un ambiente salvaje en el que los victimarios terminan siendo víctimas.
Por su parte, "Huelepega, la ley de la calle", aborda desde la perspectiva venezolana la situación de los niños de la calle atrapados por la droga, en especial la aspiración de pegamento. "Todos tenemos un destino, parece que éste me toco a mí", comenta con fatalidad el personaje del niño Oliver.
Schneider había anunciado cuando se estrenó "Huelepega" que era "una película de denuncia", en especial sobre el escenario imperante en zonas marginales del país donde "hay una economía basada en el narcotráfico".
"Garimpeiros" sigue el modelo de esas dos producciones. Pretende enfrentar a los espectadores con una forma de existir que trasciende los límites previstos por la sociedad, en una región del sudeste de Venezuela que forma parte de la cuenca amazónica.
El termino garimpeiro es de origen brasileño y sirve para describir a legiones de mineros informales que penetran en esas zonas selváticas de América del Sur, atraídos por una verdadera fiebre del oro, que, sin embargo, transforma el sueño de la riqueza fácil en una pesadilla humana.
Los asentamientos mineros se transforman en pequeños poblados sin ley, de acuerdo con numerosas denuncias difundidas desde hace más de una década en medios locales. Por otro lado, su presencia ocasiona deforestación y ha tenido efectos perniciosos sobre las etnias indígenas que habitan la zona.
Pero una de las consecuencias económicas más grave es el uso de mercurio para detectar el oro con más facilidad.
"El mercurio mata nuestros animales, mata los árboles y estropea los ríos", advierte Novoa, quien recurrió a un reparto mixto de actores y personas sin experiencia para retratar a los "garimpeiros".
Los mineros informales existen hace muchos años en Venezuela, pero el problema adquirió gran notoriedad a fines de los años 80, cuando se descubrieron en forma reiterada en territorio de este país campamentos de equipos provenientes de Brasil. De esa forma se popularizó aquí la palabra garimpeiro.
Durante la primera mitad de los años 90 el tema de los mineros ilegales incluso formó parte destacada de la agenda de trabajo bilateral venezolano-brasileña.
La película de Novoa transcurre en uno de los asentamientos de mineros informales, llamado Papayal, donde una adolescente debe pagar por un robo atribuido a su madre, quien ha desaparecido del poblado.
"La historia de Isabel se desenvuelve en la cruda realidad de los pueblos mineros del sur del país", dice el material de promoción de la película.
"La ambición convierte a esos hombres (los mineros) en culpables de masacres humanas y ambientales", añade. (FIN/IPS/lc/dm/cr/00