El rápido envejecimiento de la población de América Latina es una bomba de tiempo en manos de los gobiernos que no invierten lo necesario para satisfacer la creciente demanda de servicios sociales, destacó hoy una conferencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La estructura etaria de la población latinoamericana se parecerá cada vez más a la de los países industrializados, y dentro de 25 años casi 100 millones de habitantes de la región serán mayores de 60 años, se pronosticó en el seminario concluido este viernes en la sede de la institución en Washington.
La población mayor de 60 años crecerá 350 por ciento entre 1990 y 2025 en Colombia, cuya población es una de las que envejece con mayor rapidez en el mundo. Esto representa una seria amenaza, según la Organización Mundial de Salud (OMS).
A diferencia de los países industrializados, "nuestra materia prima es pobre. La población envejecida de mañana son los niños enfermos de hoy, los niños pobres y sin educación. Los países en desarrollo envejecen antes de enriquecerse", dijo Alexandre Kalache, de la OMS.
América Latina invierte muy poco en la población, lo que se manifiesta en la disparidad de ingreso que la convierte en la región más desigual del mundo. El alto desempleo, el poco ahorro interno y la falta de vivienda y educación adecuadas son comunes.
"Los graves problemas sociales y las desigualdades de la región se proyectarán en el futuro e influirán drásticamente sobre la calidad de vida y la dignidad de la gente en edad avanzada", declaró el presidente del BID, Enrique Iglesias, en la conferencia sobre Envejecimietno en América Latina y el Caribe.
Más de 100 expertos internacionales se reunieron en Washington desde el jueves para analizar la situación de la población de edad avanzada e identificar las estrategias para apoyarla, sobre todo a los más pobres.
Se estima que sólo ocho por ciento de la población latinoamericana supera los 60 años en la actualidad, pero en 25 años la cifra se duplicará.
Chile tiene la mayor esperanza de vida en la región, seguido de Argentina y Uruguay. Para el 2025, entre 32 y 40 por ciento de la población de estos países superará los 60 años, lo cual presionará aun más a la población económicamente activa mediante impuestos.
Un estudio del BID, la Organización Panamericana de la Salud y la Escuela Andaluza de Salud Pública señala que Argentina, Chile y Uruguay actualizaron, en cierta medida, sus sistemas de seguridad social y salud.
Sin embargo, la cobertura no basta para satisfacer las necesidades básicas de muchos en ámbitos como la nutrición, la vivienda y la salud.
En Chile, cerca de 12 por ciento de los jubilados reciben una pensión de 60 dólares por mes, y entre 30 y 40 por ciento no reciben dinero del Estado o desconocen sus derechos, según el informe.
En numerosos países de la región, hasta 90 por ciento de los mayores de 60 años trabajaban en el sector informal de la economía, lo cual no les da derecho a recibir beneficios.
Los avances de salud en el siglo XX mejoraron la esperanza de vida. Pero la velocidad a la que envejecen los países en desarrollo es mucho mayor que la de los países industrializados.
Por ejemplo, le llevó 115 años a la población más vieja de Francia aumentar de siete a 17 por ciento del total, pero un cambio parecido tendrá lugar en China en sólo 27 años.
También se calcula que para el 2030 cerca de 75 por ciento de la población mayor de 60 años vivirán en los países de menor desarrollo.
Por esta razón, los gobiernos latinoamericanos se preocupan por las necesidades de las poblaciones en proceso de envejecimiento. También muestran interés en el aporte que los ancianos pueden hacer a su comunidad, para que no se conviertan en pasivos después de cumplir los 60 años.
En casi todo el mundo, las mujeres viven más tiempo que los hombres. Sin embargo, éstas no reciben jubilación porque trabajan en el sector informal o sus aportes son mucho menores que los de los hombres debido a menores salarios e interrupciones laborales para criar a los hijos.
En América Latina se produce una erosión de las estructuras familiares tradicionales que antes brindaban un sistema de apoyo a los ancianos, señaló Mayra Buvinic, directora de Desarrollo Social del BID.
Lo que preocupa es que, en lugar de enfrentar el problema del envejecimiento con políticas integrales e inversión en recursos humanos, los políticos lo usan para ganar votos y olvidarlo después de las elecciones, aseguró el vicepresidente de la Federación Internacional de Ancianidad, Ramón Gutman. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/aq/pr/00