DESARROLLO: Crecen reclamos de abolición de FMI y Banco Mundial

Grupos promotores del desarrollo del Sur reclaman la abolición del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que este fin de semana celebran su reunión anual de primavera.

"Ambas instituciones son paradigmas de crisis, y la solución no consiste en reformarlas con una serie interminable de ajustes que solo prolongan su inevitable desaparición, sino en sustituirlas por un paradigma más simple y útil", opinó Walden Bello, director ejecutivo de Focus on the Global South, un gabinete de estrategia.

Bello integra un creciente movimiento crítico hacia ambas instituciones financieras multilaterales, creadas en 1944 en la conferencia de Bretton Woods, New Hampshire.

Las reuniones de este año se producen en medio de una gran presión para la reforma de ambas instituciones y concitan especial atención de los medios debido a los planes de grupos ambientalistas, sindicalistas, religiosos y de derechos humanos de emplear la desobediencia civil para hacer fracasar el proceso.

"Sería mejor abolir una institución (el Banco Mundial) que ha hecho del combate a la pobreza un gran negocio, y transferir sus programas a bancos regionales de desarrollo", exhortó Bello, quien también es profesor de sociología y relaciones públicas en la Universidad de Filipinas.

Así mismo, sería sensato suprimir el FMI y construir una nueva institución que no tenga un bagaje de fracasos institucionales y esté mejor capacitada para manejar las crisis financieras, agregó.

La función inicial del FMI consistía en asegurar la estabilidad de las monedas, mientras el Banco era responsable de otorgar créditos para la reconstrucción de los países devastados por la segunda guerra mundial.

Pero sus mandatos se ampliaron notablemente en las últimas dos décadas, y ahora recomiendan estrategias políticas a los países pobres, financian proyectos de desarrollo y "rescatan" economías en crisis.

Las críticas a ambas instituciones se acumulan desde hace décadas, pero arreciaron en 1997 debido al manejo de la crisis financiera de Asia por el FMI.

Forzados a abrir sus mercados financieros y de capital a comienzos de los años 90, los países del sudeste asiático se inundaron de capitales especulativos que se fueron tan rápido como llegaron, causando una crisis financiera regional cuyas repercusiones se sienten hasta hoy.

El FMI sugirió entonces medidas de austeridad, pero fue una equivocación porque las altas tasas de interés devastaron a las naciones con grandes deudas y la reducción del gasto público contrajo aún más las economías asiáticas, observó Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Fondo.

Un año después, la crisis se propagó a Rusia y a Brasil. El mercado financiero de Estados Unidos también se hundió, y poco después comenzaron a proliferar los reclamos de reforma del sistema financiero mundial, en cuyo centro están las instituciones de Bretton Woods.

Algunas de las recomendaciones más radicales fueron la creación de una autoridad financiera mundial, la fusión del FMI y el Banco Mundial y la supresión de ambas instituciones.

La Comisión Asesora sobre Instituciones Financieras Internacionales, establecida por el Congreso de Estados Unidos para recomendar políticas acerca del FMI y el Banco Mundial, asestó un duro golpe contra ambas instituciones el mes pasado.

La Comisión recomendó la restricción de sus actividades a "aquellas que sirvan a un grupo importante pero limitado de objetivos" y la modificación de sus operaciones "para reducir las oportunidades de corrupción en los países receptores".

El secretario del Tesoro estadounidense, Lawrence Summers, destacó que hay un creciente consenso en cuanto a la necesidad de reforma del FMI.

Entre los reclamos se destaca el de transparencia en el sistema del FMI. Al menos 50 países se ofrecieron para participar en un proyecto piloto para publicar un informe completo sobre las evaluaciones de las economías nacionales por el Fondo.

En el Banco Mundial, los cambios deben dirigirse a políticas más eficaces en los países pobres, la concentración de los créditos en áreas específicas de economías emergentes, y la ayuda en el combate a enfermedades como el sida, la tuberculosis y la malaria, exhortan los funcionarios.

"Y creemos que el Banco Mundial debe concentrarse en proyectos que el sector privado no puede emprender, en lugar de sustituir al sector privado", agregó Summers.

Pero el debate sobre la reforma en Washington fue secuestrado por legisladores derechistas y defensores del libre de mercado, ansiosos por abolir el Banco Mundial y el FMI o reducir sus créditos y sus facultades para intervenir en crisis mundiales.

Los críticos advierten que algunas propuestas radicales podrían perjudicar a las naciones en desarrollo.

Los partidarios de la reforma sostienen que, tres años después del estallido de la crisis asiática, la estructura financiera internacional no ha cambiado, y que la transformación no debe limitarse a las instituciones de Bretton Woods sino que debe abarcar a las finanzas privadas.

"No deberíamos tomar medidas radicales en un momento en que la ayuda para el desarrollo es, en el mejor de los casos, estable, y deberíamos tratar de retener las instituciones que tenemos", advirtió esta semana James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial.

Sin embargo, un creciente movimiento internacional está emergiendo, y parte de ese movimiento es el que protagonizará marchas de protesta en Washington este fin de semana.

"Este movimiento cívico crece tanto en el Sur como en el Norte, porque esas políticas están afectando también a los estadounidenses, y la gente comienza a identificar los puntos en común de su lucha", destacó Anuradha Mittal, director de Food First, un grupo de California para la alimentación y el desarrollo. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/mlm/dv/00

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